A las 17 semanas tuvimos el primer susto… Al hacer pipí por la mañana, vi que había manchado un poquito, pero solamente era un resto rosita. Después de comer, fui al baño asustada porqué literalmente, sentí como algo bajaba desde mi útero, igual que como cuando tienes la regla y sientes como desciende la sangre. Era sangre roja, y tenía dolor en la zona de los riñones. Estaba tan asustada que le pedí a mi pareja que llamase al hospital, porqué yo no podía, solamente lloraba. Quien le atendió no fue muy amable ni tranquilizador, sino todo lo contrario, le dijo que qué hacíamos en casa, que teníamos que ir corriendo, que eso era muy peligroso…
Llegamos a urgencias, muy asustados… Me hicieron un tacto, innecesario, el cuello del útero estaba cerrado. Y también, lo más positivo, una ecografia, en la que confirmaron que nuestro hijo estaba perfectamente, y nos dijeron que era niño. Por fin podíamos llamarle por su nombre que con tanto cariño habíamos elegido años atrás, ¡Aritz! Así que volvimos a casa bastante contentos, más tranquilos. Me mandaron hacer reposo, y que si no remitía el sangrado o iba a más, volviese.
Estuvimos bastante tranquilos hasta las 20 semanas, con alguna molestia en los riñones pero ningún sangrado más. La ecografia morfológica salió perfectamente, pero a partir de entonces, los dolores se intensificaron. En la casa en la que estábamos había mucha humedad, sobre todo en nuestra habitación, así que tuvimos que ir a dormir al salón e ir buscando dónde mudarnos rápidamente. En un principio, pensé que el dolor era debido a que estábamos durmiendo en el sofá-cama, y al descansar mal, me resentía. Lo que más me preocupaba es que sentía dolor excesivo en la vagina al hacerme tactos y ecografias vaginales, no era normal. Se lo comenté en varias ocasiones a mi ginecólogo, tanto los dolores vaginales como los de riñones, y él siempre me decía que era por el peso de la barriga, o que era deshidratación… No se lo tomó demasiado en serio, ni me hizo ninguna prueba fuera del seguimiento normal del embarazo.
A las 21 semanas, ya estábamos instalados en nuestro piso nuevo, muy contentos, ya que parecía que todo había quedado en un susto. Y esperando que todos esos dolores se fuesen al poder descansar bien. Pero no, incrementaban y con ellos, aparecieron de nuevo los sangrados.
No volvieron a hacerme cultivos de orina, y eso que yo especificaba tener mucho dolor pélvico, de riñones y sabían que tuve infecciones anteriormente. Cada vez que iba a urgencias, me comía un tacto con patatas, y luego una ecografía, para compensar. El bebé estaba perfectamente, así que nunca me sabían decir que pasaba, y creo que me catalogaron como: la mamá primeriza alarmista que pasa los días e urgencias.
Me dejaron bien claro que en la edad gestacional en la que estaba, ellos no podían hacer nada, ni tenían ninguna medicación para evitar un aborto. No me tomaban demasiado en serio, incluso, me llegó a decir la tocóloga que yo no estaba sangrando, sino que eran «restos» de haber sangrado… Pero si que sangraba, empapaba unas cuántas compresas diariamente, sangre roja y en la misma cantidad que una regla fuerte. Volvíamos me iba a casa en las mismas, sin respuestas y sin más indicación que hacer reposo. Para el dolor me recetaron paracetamol, pero aguanté sin tomarlo hasta los últimos días.
La semana antes del parto, fui a ver a la comadrona el día que teníamos las clases de maternidad, y le comenté todo lo que me estaba pasando. Para dejarme tranquila, me dijo que después de la clase me miraría y escucharíamos al bebé. Pase la clase sentada, sin participar en los ejercicios pre-parto ya que debía hacer reposo. Y después pasamos a la consulta, dónde me hizo un tacto con mucha más delicadeza que los que me habían hecho hasta entonces, pero que, igualmente, me dolió muchísimo.
El cuello estaba bien, el bebé también, así que no supo que decirme. Vio los informes que me habían hecho en urgencias, las ecografias… y todo estaba correcto, la placenta posterior, ningún hematoma… no había motivo aparente para preocuparnos. Me dijo lo típico: que muchas veces se dan sangrados pero que no tienen por qué ser mala señal, que me tranquilizase. Le describí el dolor que sentía (que eran contracciones), y sólo me dijo que siguiese con el reposo, y volviese a urgencias cada vez que lo creyese oportuno. Me advirtió que después del tacto podía sangrar más, y así fue, esa misma tarde el sangrado incrementó, así como el dolor.
No sé porqué se empeñan en hacer tactos tan deliberadamente. Yo entonces me dejaba hacer, novata e inocente… Pero no, chicas, no os bajéis las bragas. Los tactos estimulan el cuello uterino, es decir, que te pueden provocar contracciones e iniciar el trabajo de parto. Por la misma razón por la que te recomiendan no tener relaciones sexuales si tienes amenaza de aborto, dolores y sangrado, no deberían hacerse tactos. Además, son dolorosos e inecesarios, ya que un tacto te da la información del cuello uterino en ese momento, pero no sirve para predecir lo que ocurrirá más tarde. Si lo que quieren es ver si ha empezado a dilatarse el cuello, se puede hacer menos invasivamente con un espéculo o bien por ecografia vaginal. Los tactos son la peor de las maneras, la menos fiable y más insegura, ya que además, aumentan el riesgo de infección.
Esa misma semana fui a urgencias dos o tres veces, me vio la comadrona, y al día siguiente, tenía cita con mi ginecólogo. Le dije que no era normal, que estaba con muchos dolores, que eran rítmicos: dolor intenso y después se iba, y volvía a aparecer siempre con espacio entre ellos de entre 10 minutos a 5, siendo por la noche menos espaciados, y durante el día más. Es decir: contracciones, de libro. Pero como nunca había sentido una antes, y para él, era una niñata quejica, pues ni me escuchó. Para que me calmase, me hizo un espéculo, con lo que volvió a llevar la razón: mi cuelllo estaba bien, el bebé también, así que, no me pasaba nada. Me dijo que si, que había restos de sangre en el cérvix, pero que eso podía ser perfectamente un pequeño sangrado por el desplazamiento de la placenta al ir avanzando el embarazo. Pequeño sangrado, tan pequeño, que casi me juego la vida por tenerlo durante todo ese tiempo.
Le pregunté, entonces, a qué se debían los dolores, y le sugerí que podría estar teniendo una infección de orina. Pero no, qué iba a saber yo, ni lo consideró… ¿Podía hacer una tira de orina? Si, pero era simplemente para no darme la razón, a ver si me iba a creer que era yo la que sabía mis síntomas… Recuerdo que, harta de que no me escuchasen, fui a una farmacia con la intención de hacerme la prueba en casa, pero la farmacéutica me dijo que ya no las vendían para impedir que la gente se automedicase las infecciones… Así que, no pudimos tratar la infección de orina que SI tenía, hasta después del parto.
Pasé esa semana de mano en mano, me vieron todos los ginecólogos de guardia, nadie creyó que estaba mal realmente. En ningún momento me sugirieron ingresarme y estar en observación, aún viendo que no remitía el sangrado. Nadie parecía preocuparse, y me hicieron creer que estaba exagerando, que me preocupaba por nada. Pero cada día estaba peor, y nos tocaba desplazarnos hasta allí, y pasar nervios.
Recuerdo las largas esperas, asustados, y como estaba tensa, mi hijo no se movía… Y yo me asustaba más al no sentirlo. Recuerdo uno de esos días, estar preocupadísima, y nadie venía, no nos hacían la ecografía, no escucharon su corazón, me dejaron con la bata puesta a esperar, muerta de frío en pleno invierno… Y de golpe, mi hijo se movió, me hizo saber que estaba perfectamente, para que me relajase… La felicidad que sentí fue tan grande… lloré y le di las gracias por esa señal.
Las contracciones cada día eran más intensas, así como el sangrado. No pude dormir durante un par de semanas, de noche se activaba más el trabajo de parto, y de día era mas llevadero. Conseguía hacer una cabezadita a las 7 de la mañana, un par de horas, y despertándome entre dolores. Aunque me pasaba el día del sofá a la cama, no conseguía descansar. Estaba débil, agotada y me dolía todo el cuerpo muchísimo.
Con las contracciones, sentía unos pinchazos en el pubis que me hicieron creer que tenía disfunción de la sínfisis púbica, o al menos, eso me dijo internet acerca de mi sintomatología… Ya no sabía qué pensar, nadie me decía qué pasaba… Con cualquiera que hablase de tema, me soltaba el típico: conozco a alguien que sangró durante el embarazo y todo fue bien. La gente se empeña en querer animarte, por tu bien, pero te sientes tan incomprendida… Yo sabía que algo no iba bien… Me creí que era tan débil como me hacían sentir esos médicos, que no valía ni para aguantar un embarazo.
Esa misma semana estaba pariendo a mi hijo sin vida. Después de pasar 4 semanas sangrando y con contracciones. Sin ninguna explicación de por qué nadie se dio cuenta de que estaba en pródromos de parto. Todavía la espero, así como las disculpas o el pésame, nadie abrió la boca. Has tenido mala suerte, vuelve a jugar a la lotería…
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Abrazos mamíferos ❤
En todo momento te trataron como una niñata quejica y primeriza…..fue un mes horrible. Pero has aprendido mucho, verdad cariño?
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Si 😦
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He dado a me gusta porque me gusta que conpartas con nosotros algo tan duro como esto, y me gusta que te acuerdes de lo bonito. Efectivamente es mejor no bajarse las bragas. Mi ginegocologo lo decía: no tocar en la mayor parte de los casos. Pero así fueron las cosas. Te abrazo. Estabas preciosa en el embarazo de Artiz. Me encantan esas imágenes.
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Tienes un buen ginecólogo entonces, me alegra. Gracias, son las últimas que me hice con él 🙂
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Cuando estamos embarazadas somos tan vulnerables… Y da coraje, a toro pasado, q todo tenia sentido, q no hicieron caso… Mejor quedarse con lo bueno, con lo q te hizo sentir Aritz el tiempo q estuvo contigo y lo q te ha cambiado 🙂 . unas fotos preciosas. Abrazo grande
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Si, me quedo con la mejor parte 🙂 Gracias por tu cariño y comprensión ❤
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creo que no hay nada bueno
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Para mi su precioso recuerdo lo es 🙂
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De verdad que no entiendo tanta negligencia médica junta. No es que yo sea médico pero creo entender que a la primera de cambio te hacen test de orina para ver si hay infección, como mínimo, y más en tu caso. Qué les costaba? Y luego te detectan una infección después del parto y no te avisan para tratarte??? Pero ésto qué es??
En fin, que todo esto ya pasó y como bien dices hay que quedarse sólo con lo mejor y mirar palante. Pero yo no sé si como mínimo me plantearía una denuncia por negligencia como una casa, no vaya a hacerle lo mismo a otras mujeres este elemento.
Por otro lado, coincido, que las fotos son chulísimas. Muy buen recuerdo.
Un abrazo
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Fue muy grave.. 😦 Si, lo quiero hacer, cuando duela menos. Gracias guapa!
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Si te decides a denunciar, yo estoy contigo….ya lo sabes
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Si estoy decidida, pero no es el momento. Gracias, cuento contigo 😉
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Eres genial, hija mía!!!
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He salido a ti 😉
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Pues es bichito que salga de ti ya va a ser…..
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