Ella llegó a nuestras vidas hace 4 años, y aunque lo primero que hizo fue bufarnos, nos enamoró desde el primer momento. Una amiga me dijo que se daba en adopción, una gatita de 7 años, de pelo largo, negra, preciosa.

Mamífero y yo ya estábamos hablando de aumentar la familia gatuna, pensando en que Flip era mayor y me aterrorizaba que le pasase algo y no tener un alma felina en casa. Así que no me lo pensé y me puse en contacto con su familia. En seguida me dieron muy buenas vibraciones, su papá humano me habló de ella, y yo le conté sobre nuestro gato.
Ellos tenían que irse a Emiratos Árabes por temas laborales, y era inviable trasladarla a un lugar así. Así que con todo el dolor del mundo, le estaban buscando un hogar, y se preocuparon mucho de seleccionar a una buena familia. Así que quedamos en su piso para conocernos y ver como conectábamos. Son una familia muy agradable, y nos hablaron con mucho cariño de Joy, de como era, nos enseñaron incluso fotos de cuando llegó a su casa, tan pequeñita.
Joy es una gata muy tímida con los desconocidos, así que no quiso establecer demasiado contacto, solamente se acercó un momentito a coger unas chucherías de nuestra mano. Mamífero y yo sabemos que a los gatos hay que darles tiempo y espacio, así que no nos preocupó su timidez.
Días después, nos llamaron para decirnos que nos elegían para cuidar de su gatita, que difícil decisión. La despedida fue muy emotiva, tiene que ser horrible tener que separarte de tu gata… Sentíamos mucho que tuviesen que pasar por eso, fue realmente duro para ellos.
Nos dieron sus cositas: juguetes, rascador, papeles… e incluso unas bambitas de su hijo al que Joy adoraba, y es que además, a Joy le encantan los zapatos. Nos dieron también el contacto de una familiar por si por alguna razón no pudiésemos hacernos cargo de Joy, tener a quien recurrir. Pensaron en hacer todo lo mejor para ella, les estamos muy agradecidos por confiar en nosotros, y haberle dado tanto amor a Joy durante sus primeros años.
La llegada de Joy a casa fue dura, le costó mucho adaptarse. Ella se sentía extraña, en un lugar desconocido, con nueva familia, sin los suyos, y con olores de animales a los que no conocía. Los gatos son extremadamente sensibles, sobre todo ante los cambios, necesitan sus rutinas, sus olores, su territorio para sentirse seguros. Y a ella le venían muchos cambios de golpe, por lo que lo pasó muy mal.
Teníamos aprendidas las reglas básicas para adaptar a un gato a una nueva casa y familia, e intentamos hacerlo lo más poco a poco posible para no agobiarla. Primero estuvo un par de meses en una habitación grande, tranquila y solamente para ella y sus objetos conocidos con sus olores (platos, rascador, arenero, juguetes…). A nosotros no quería ni vernos, le daba pánico todo, gruñía, bufaba, arañaba, se escondía…

Decidimos no forzarla, para una gata asustada, lo mejor es dejarla que haga, a su ritmo. Mamífero y yo íbamos a pasar ratos a su habitación, cada día un rato más, siguiendo unas pautas para que se acostumbrase. Al principio tal como nos escuchaba llegar se escondía debajo de la cama y gruñía durante todo el rato. Nosotros nos limitábamos a estar, sin decirle nada, simplemente para que escuchase nuestra voz, sintiese nuestro olor y fuese viendo que no éramos una amenaza.
Así estuvimos unas semanas, sin apenas tener relación directa con ella. Nos llevábamos la comida, la cena y pasábamos ratos en su nuevo territorio. Hasta que poco a poco, sintió curiosidad, empezó a no esconderse tanto, y un día se acercó a oler la comida. Ese instante fue mágico, no pasó nada más, pero significó mucho: ella sentía interés.
Los acercamientos se volvieron rutina, y empezamos a premiarla cada vez que venía dándole algo de nuestra comida o chucherías. Pero no la podíamos tocar ni movernos mientras que ella estaba cerca, estaba todavía muy asustada. Lo siguiente fue jugar con su plumita, es algo que le encanta, y se le hacía irresistible no cazarla. Era otra manera de que nos asociase con algo divertido y a la vez, quemase toda la tensión que acumulaba.
Fuimos ganándonosla poco a poco, con avances y retrocesos. Cuando estuvo más segura con nosotros, la trasladamos al comedor, otra zona que tuvo que conocer poco a poco. Esos primeros meses, manteníamos a Flip en otra planta de la casa para que se hiciese suyo el terreno.
Cuando ella empezó a hacerse suyo el comedor y con nosotros la cosa iba más fluída, nos centramos en la convivencia de ambos gatos. Sabíamos que sería muy difícil, Joy no había socializado con gatos, así que se le hacía muy difícil tolerarlo. Empezaron oliéndose detrás de la puerta primero, intercambiando cosas con el olor del otro, tierras… Pero cara a cara siempre acababan mal, ella asustada, escondida, y Flip nervioso al sentir su pánico.
Y tras bastantes sustos y peleas, empezaron a compartir comedor, siempre con nosotros supervisando, pero los acercamientos eran imposibles, siempre a una distancia de rigor. Alguna vez han conseguido estar a menos de un metro comiendo, e incluso una noche, dormimos los cuatro en la misma cama sin problemas, pero no es lo habitual.
Aunque no tolera que se le acerquen demasiado, ha hecho grandes avances ya que es capaz de sentirse tranquila y segura estando con dos gatos más en la misma habitación. Su terreno sigue siendo el comedor-cocina en el que se siente segura, y cada vez más, hace inspecciones por el resto de la casa.

Con Maru se lleva algo mejor, y nos las hemos llegado a encontrar durmiendo en el mismo sofá, incluso Joy se acerca a olerla por voluntad propia. Las podemos dejar juntas con tranquilidad, solamente hay algún bufido por parte de para marcar el terreno y la distancia.
A nosotros nos quiere muchísimo, es una gata dulce, mimosa, juguetona, divertida, curiosa, sociable, (con nosotros, cuando vienen visitas lo pasa mal)… Y es muy comunicativa, siempre que nos ve pasar, aunque esté dormida, nos llama para que nos acerquemos a acariciarla.
Es muy glotona y cuando cocinamos y comemos siempre está pendiente de lo que se cuece. Lo que más le gusta son los embutidos y todo tipo de carnes, pescado, el queso y los huevos. No somos partidarios de dar comida nuestra a los gatos, pero como con ella nos la ganamos por eso, de tanto en tanto le cae un caprichito.
Le dan ataques de locura jugando, corre, salta y araña la pared de la entrada, es su circuito personal. Sigue siendo muy asustadiza por lo que por cualquier ruido o movimiento inesperado la hace brincar y salir corriendo. También le gusta jugar a cazar hilos, plumas, y moscas, le vuelven loca, y si encuentra telarañas, ¡se las come!
Cuando está cariñosa es realmente muy, muy insistente (y nos encanta), no nos deja que paremos de tocarla, es muy tierna. Le encanta ponerse encima nuestro y no para de dar cabezazos pidiendo amor. Eso si, solamente quiere caricias en la cabeza, y lomo. Aunque le encante hacer la croqueta y enseñarnos la pancita, las otras partes del cuerpo casi siempre están prohibidas.

Le encantan los abrazos, que la estrujemos con suavidad. En sus ataques de amor, a veces nos lame, y de vez en cuando nos da unas sutiles mordiditas que significan: te quiero pero ya me estoy agobiando, y entonces tienes que parar antes de que se enfade.
Tiene una manía muy entrañable, cuando ponemos un vídeo en el portátil o el móvil viene corriendo y empieza a darle cabezazos. Parece que le preocupan los sonidos agudos, las voces, y se quiere asegurar de que todo anda bien.
Tiene un tamaño grande, y es muy elegante. Su pelaje es sedoso y brillante, aunque se le hacen rastas de vez en cuando y nos va dejando manojitos de pelo negro por toda la casa. Toda ella es negra, pelo, patitas, nariz… pero tiene una manchita blanca en la barriguita muy graciosa.
Como es tan peludita, es la única que no busca el calor de la estufa o del fuego, y con el clima tan fresquito que tenemos aquí, está genial. Le gusta estar en la ventana o balcón tomando el fresco cuando es verano, y en invierno ponerse encima nuestro, o dentro de cajas de cartón a dormir.

Es una gata adorable, somos muy afortunados de tenerla en casa. Los que no la conocen, la ven como una gata arisca, pero ella no es así, solamente tiene miedo a lo desconocido. Muchos al no saber como es en la intimidad, con nosotros, no entienden que la podamos querer tanto y que hayamos hecho tanto por integrarla, pero ella lo merece. Sufrió mucho separándose de su familia y le hemos dado todo lo mejor de nosotros para compensarlo. Jamás nos hemos arrepentido de traerla a casa, es una más de la família desde el primer día.
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Abrazos mamíferos ❤