¡Por fin se acaba el año!!

En la casita mamífera el fin de año se presenta tranquilo, hogareño, sencillo, y normal, como un día más. Os explico mi día:

Lo más parecido a un ritual de fin de año que he hecho ha sido lavar las fundas del sofá, por aquello de que se vaya lo malo… No, en realidad es por que ya les tocaba. Es que estoy en plan nidificar a tope, y lo que me apetece es hacer cositas en casa, arreglar las cosas que tengo pendientes para recibir a Biel, y aprovechar la energía que todavía tengo, a ratos, que cada vez es menos.

He desayunado fuerte, una bocadillo de tortilla francesa, mientras revisaba  redes sociales, y contestaba mails,  mensajes y notificaciones varias, como de costumbre. Y he leído algunas de las entradas que publican los blogs que sigo, plagadas de buenos deseos, propósitos de año nuevo, resúmenes, y esas cosas que se suelen hacer. Todo de muy buen rollo para empezar el último día del año 😀

Como este año ha sido un poco pesadete, en vez de currarme un post revisándolo, he tirado del informe de wordpress del blog, y lo he posteado, tan ancha… Y habiendo mencionado ya lo bueno del blog, como soy así de raruna y voy contracorriente, he decidido, darle la vuelta al tópico y mencionar los diez post menos leídos del año!! (bieeen)

¿Por que? Porque considero que algunos son interesantes, o les puse mucha energía y han quedado en el olvido, y los quiero airear. Y están en desigualdad de condiciones, frente a las cientos de visitas que han recibido los demás, hágase justicia!! Sobre todo los tres últimos, a ver si llegan a alguien que no los haya leído! 😉

 

Dicho esto, y a modo de reflexión, aclaro que aunque notablemente, escribo cosas que no le interesan a casi nadie, esto no influirá en la decisión de futuras temáticas. Vamos, que seguiré escribiendo de cosas anatema aunque no me lleve ni un «me gusta», porque este corralito que es mi blog, está para que me exprese sin censura, y libremente sobre lo que me apetezca 😀

Después de este inciso raro, sigo con la orden del día:

He puesto dos lavadoras y las he tendido, que hace una temperatura bastante agradable para ser estas fechas. He recogido otras dos lavadoras (si, la maquina está currando mucho últimamente), una de ellas de minicositas de Biel.

Y luego me he puesto a preparar la cena de hoy, sin lujos, una simple y espectacular a la vez, lasaña de verduras mamífera (marca registrada). Plato que puede parecer austero pero a nosotros nos encanta. Se compone de verduras asadas amorosamente (si puede ser en la chimenea, mejor): calabacines, pimientos rojos y verdes, zanahorias, cebollas, berenjena… y tres salsas caseras que tenía congeladas y me apañan muy bien estos platos: de calabaza, boniato y puerro, y salsa de tomate y verduras. Todo ello coronado por el queso gratinado de encima, que parecemos flexivegetarianos, pero no, pecamos mucho.

Con las campanadas tomaremos yo: las clásicas uvas, y Mamífero: olivas, su tradición es sagrada. A ver si no nos quedamos dormidos como anteriores años… Porque en casa no vemos esos rollos  programas festivos de fin de año (los odio bastante), y muchos años se nos ha pasado la hora, o nos hemos quedado dormidos antes de tiempo… Estoy pensando en buscar unas campanadas alternativas para ver por internet o escuchar en la radio y estar alerta, ¿alguna sugerencia?

Como propósitos de año nuevo me marco los de siempre, más o menos, incluyendo este año a Biel en ellos 🙂

  • Ser feliz, disfrutar y agradecer cada momento, e intentar dar lo mejor de mi. En esta se incluye ser una buena mamá claro, o lo mejor que pueda, y disfrutar de Biel, y los demás mamíferos de la casa. A este punto que es el más esencial, le añado un plus simbólico que he visto que muchos vais a hacer: escribir en un papelito cada cosa buena que me ocurra, sienta, piense… e introducirlo en un bote durante todo el año para poder hacer un compendio de felicidad el año que viene. El primer papelito ya se que va a llevar escrito: recibir el año nuevo con Mamífero, los minimamiferitos animalescos, y sobre todo, con Biel el mi barrigota.
  • Leer las decenas de libros que tengo pendientes, y acabar los que tengo empezados.
  • Continuar con mis principios de llevar una vida humilde, sana, ecológica, y estar en paz con el mundo, más si cabe, y todo lo que pueda.
  • Seguir escribiendo, a ver si es compaginable con la maternidad.
  • Enfadarme, agobiarme o estresarme lo menos posible, y si es inevitable, soltarlo de manera que no dañe a los demás. Este con un bebé por medio va a ser dificilillo, lo se… Por eso, añado un subpunto: que me importe menos que la casa esté sucia, desordenada, o que las cosas no me salgan como me planteo.
  • ¡Hacer muchas fotos!!! No me quiero perder detalle de como crece nuestro hijo, aunque para eso, creo que debemos ir pensando en ahorrar para una cámara decente…

No se me ocurren demasiadas cosas, y tampoco me quiero proponer demasiados imposibles. Siendo realista, con un bebé, lo más que puedo proponerme es que el cansancio no me pase demasiada factura (¡que no sea como las de la luz por favor!), y estar todo lo que pueda en modo zen, algo insostenible a la larga.

Os dejo un par de fotos actuales (siento la pésima calidad…), estando de 31 semanas 🙂

 

¿Y a vosotros como se os presenta el fin-principio de año?

Os deseo una buena nochevieja, sin atragantamientos de uva ni empachos, y que el 2016 se porte muy bien con tod@s vosotros.

 

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Abrazos mamíferos ❤

 


 

Los números de 2015

Los duendes de las estadísticas de WordPress.com prepararon un informe sobre el año 2015 de este blog.

( En realidad 3 meses y medio que lleva en marcha, no está mal!! )

Aquí hay un extracto:

La sala de conciertos de la Ópera de Sydney contiene 2.700 personas. Este blog ha sido visto cerca de 14.000 veces en 2015. Si fuera un concierto en el Sydney Opera House, se se necesitarían alrededor de 5 presentaciones con entradas agotadas para que todos lo vean.

Haz click para ver el reporte completo.

A tod@s los que habéis participado, os doy las gracias, y 14000 abrazos!!!

Las navidades en mi vida

Nunca he sido especialmente navideña, ni siquiera de pequeña cuando se suponía que el disfrute infantil de las fiestas es algo tan mágico. Claro que me gustaba ver a mis primos, tíos, abuelos… y recibir regalos también, pero me abrumaba la cantidad, el ambiente, la impaciencia, las miradas atentas mientras desenvolvía un paquete. Si, he sido una niña rara, y lo sigo siendo, no me gusta nada ser el centro de atención, ni siquiera en situaciones tan alegres como recibir un regalo.

A esto se sumó que mi abuelo murió poco antes de Navidad, cuando yo tenía 9 años, y a partir de allí, las cosas cambiaron mucho en mi familia materna (con la paterna ya no teníamos relación entonces). La familia se dividió, y perdí la relación con mi abuela y la mayoría de primos y tíos. Desde entonces, las fiestas las celebramos únicamente en casa de mi tía, la única que me queda (además de otro tío que vive lejos), y la que más empeño pone en mantenernos unidos.

Adoro a mi tía, y mi primo es para mí el referente más sólido de la unión desde la tierna infancia a un, ahora ya, adulto, al que veo menos, pero al que quiero con locura. Aunque sienta tanto afecto por ellos, parece que haga mi vida al margen y no me importen, pero siempre los tengo presentes.

A pesar de eso, las Navidades se me empezaron a atragantar, por lo que he comentado antes. Siempre se respiraba en el ambiente algo de tristeza, y recuerdos de tiempos mejores. Además, se añadió el hecho de que mis padres se separaron, y entonces, mi padre decidió retomar (aunque fue algo temporal) la relación con su familia. A partir de allí, para mi era una pesadilla el período vacacional de invierno, ya que debía decidir, o más bien negociar entre mis padres, con quién pasaba cada día.

Era una tortura sentir que debía estar en dos lugares a la vez, era imposible, y sabiendo que eso, entristecería a unos u otros. Además de que los primeros años de separación fueron bastante duros, con peleas entre mis padres que no querían ni verse, y yo debía de hacer de mensajera y mediar para tomar esas decisiones en «consenso».

Con 17 años empecé a trabajar en la hostelería, así que empezó otro de mis problemas con tan señaladas fiestas: no tenía fiesta. Estudiaba y trabajaba, así que era imposible estar con dos familias festejando y trabajando tardes y noches. Empecé a ausentarme de esas comidas cuando era imposible, y a compaginarlo como podía si lo conseguía cuadrar, pero claro, siempre fallaba en alguna fecha.

Me emancipé pronto, y pronto también, dejé los estudios harta de no llegar a todo, hacer las cosas a medias, de ir cansada y sentir que, igualmente, quedaba mal con todo el mundo. Y conseguí un trabajo como administrativa que compaginaba mucho mejor con las festividades y la vida «normal». Pero me eché novio, y claro, queríamos pasar tiempo juntos, y también empecé a acudir a comidas familiares con su familia. Lo que me quitaba tiempo para estar con mi padre, mi madre, y el resto de familia, y otra vez, tenía que dividirme, decidir, y complacer un poco a todos.

Cada familiar vivía en una punta de la provincia, y yo en una ciudad bien comunicada, pero sin medio de transporte privado, así que me organizaba como buenamente podía para ir de aquí para allá en transporte público. Pese a esto, nunca he sentido que pudiese hacer suficiente, y siempre he quedado como la despegada de la familia. Además de ser muy independiente, no llamar casi nunca, vivir lejos, no tener espíritu navideño… Si, eso es todo mi culpa, o mi manera de ser, pero no significa que me importen menos.

En cuanto me mudé a mi pisito, invité a mi familia a una cena de Navidad, la primera que organizaba yo con mi pareja de entonces. Y me sentí muy bien de que, por un año, pudiese aportar algo en la celebración, y viniesen ellos a verme a mi casa. Pero eso no se ha vuelto a repetir, ya que a mi tía le encanta organizarlo, cocinar con esmero, y reunirnos a todos. Y es algo que entiendo y respeto.

El trabajo como administrativa no me gustaba, no era lo mío, nunca me han gustado los números, ni los ordenadores, ni el trabajo estático… Me sentía como un pez en el desierto: la chica de las rastas entre aquellos señores con traje que me toleraban porque era nuera del antiguo jefe… Además, tantas horas sentada, acrecentaron mis dolores de espalda, y empecé a padecer ciática. Por eso, tuve que coger la baja, y me echaron de la empresa.

Trabajé después en una tienda de productos ecológicos de un amigo, dónde aprendí y disfruté bastante, pero fue algo temporal. Y luego volví a la hostelería, mi vieja amiga, que es un trabajo esclavo, pero me pasaban las horas muy rápido con la caña de los servicios. Pero claro, volví a pringar todos los fines de semana, festivos, puentes, vacaciones, y demás.

Cuando me fui a vivir con Mamífero a donde Cristo perdió la zapatilla, y ambos trabajábamos de camareros, se nos complicó el doble. Siempre en esa tesitura, esperando los horarios a última hora, para decidir como quedar con las familias. Y a ver a quien le dábamos el disgusto o el placer para Navidades. Cada año tenemos a ambas familias en vilo, preguntando desde un mes antes como lo organizamos, y claro, nosotros no tenemos respuestas hasta la semana antes.

A esto le sumamos que, en Noviembre, cierran el sitio dónde trabaja Mamífero, y es un mes que no cobramos (contrato fijo-discontinuo, o contrato basura, vamos), por lo que Diciembre se presenta siempre muy difícil. Así que no tenemos dinero para hacer regalos, a duras penas pagamos las facturas, y el gasto de gasolina para ir comer con la familia es un problema añadido. Por suerte, son fechas en las que siempre nos cae una buena ayuda económica de las familias, pero nos sabe mal que nunca llegue para hacer algún detallito.

Estos últimos años, las navidades han sido significativamente mucho más tristes… Much@s sabéis lo duro que es tener problemas de infertilidad y pasar otro año más con los brazos o el vientre vacíos. Además, en diciembre, el año pasado, perdimos a nuestro hijo, por lo que se hace muy cuesta arriba este mes.

Desde que estamos juntos, hace ya 8 años, hemos tenido que optar por pasar las pocas fiestas que podíamos divididos. Él con los suyos, y yo con los míos, y eso acaba cansando, porque él es mi familia, y me gusta tenerle entre los míos, y estar con los suyos también. Solamente este año y el pasado hemos podido pasar las fiestas juntos, después de 8 años, hemos celebrado las navidades juntos.

El día de Navidad es el cumpleaños de una de las hermanas de Mamífero, y para Reyes el de mi tío y la abuela de Mamífero. Así que el año pasado, decidimos que lo más lógico era celebrar la Navidad con su familia, y Reyes con los míos (o fechas circundantes, según nos lo permitan sus horarios de trabajo). Con sus hermanas apenas nos vemos el resto del año, y es una pena, de hecho, no nos habíamos visto desde las Navidades pasadas. Por lo que nos parecía importante priorizar esa fecha en la que se juntan todos: hermanas, cuñados y sobrinos. Ya que el resto del año por trabajo, es tan difícil que coincidamos, ya que ellos tienen libres los fines de semana como la mayoría, y para Mamífero no existen fines de semana.

Pero nunca llueve a gusto de todos, y sé que a mi tía y a mi madre lo que les gusta celebrar es la nochebuena, y seguramente les ha molestado que no estemos allí. Pero era imposible, ya que Mamífero trabajaba, estamos a dos horas de viaje en coche de su casa, y era inviable ir a la cena. Y como tanto mis tíos como mi madre están jubilados, es más sencillo quedar con ellos en otra fecha, lo importante es juntarnos.

Aunque todo parece lógico, al menos a mi parecer, me siento mal por no poder estar en todas partes. Mi madre dice que «si prefiero estar con ellos» y siento que los demás están dolidos… La sensación de cada año me persigue, y por eso se me atragantan estas fiestas. Y ya imagino que cuando Biel esté aquí, todavía estaremos más solicitados…

Mamífero va cansado en estas fechas en las que se trabaja tanto, y se tiene que pegar unas horas en la carretera en sus días u horas de fiesta. Como nosotros somos los que tenemos unos horarios distintos, debemos hacer un esfuerzo para adaptarnos, pero a veces es imposible.

Es difícil de entender desde fuera, desde la normalidad de tener unos cuantos días de fiesta para descansar, repartir comidas en una u otra casa, y simplemente, disfrutar del momento. Creo que es más sencillo quitarle hierro al asunto, y darle importancia al hecho de estar juntos, no a la fecha.

He estado meditando mucho sobre si publicar esto o no, ya que se que puede sentar mal a mi familia, y debo aclarar que no es mi intención herirles. Entiendo que para ellos todo tendrá otra perspectiva, y que seguramente, que yo me sienta tan mal es algo que yo misma debo de gestionar, al margen de si por su parte existe algún malestar con las decisiones que tomo. Simplemente lo escribo porque es como me siento, y este es mi lugar de desahogo, en el que, si quieren, pueden saber lo que siento, y comprenderlo o juzgarme.

Y a vosotr@s, ¿se os complican tanto estas fechas?

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Abrazos mamíferos ❤

 

 

 

Como una florecilla del campo…

¿Como han ido las celebraciones?

Yo puedo decir que las estoy superando, y sobrevivo como puedo… Esperando con anhelo que llegue el año que viene, un año que espero, compense con creces los anteriores 🙂

De momento solamente hemos celebrado navidad con la familia de Mamífero, y estuvimos muy a gusto. Comimos muy bien y mucho, gracias a mi suegra. Pasamos el día en su casa, hasta que a última hora fuimos todos a hacerle una visita a la abuela de Mamífero, una campeona, que en Enero cumplirá 95 añazos!

Recibimos algunos regalos para Biel muy chulos: dos pantalones muy a nuestro estilo, un baberito de corderitos muy gracioso, y otro con su nombre bordado. Este me emocionó bastante, ya que me hizo acordarme del que nos regaló una amiga de mi madre para Aritz. Y también una cajita, y un bote decorado por mi cuñada, precioso, con una colecta de dinerillo para los pañales de Biel 🙂

Como de costumbre, nosotros no pudimos colaborar con ningún detalle, ya que es el peor mes del año para nosotros, pues en noviembre Mamífero no trabaja apenas, y cobramos una miseria… 😦

Con mi familia estamos a la espera de ver si más adelante, para reyes o cuando podamos nos reunimos. Mamífero tiene un solo día de fiesta, y lo hacemos coincidir con los controles (mañana tengo comadrona otra vez) esa es la dulce Navidad del sector servicios…

Sigo con las emociones a flor de piel, tierna y delicada como una florecilla del campo… Es bueno cuando me da por reírme y estar alegre (la mayor parte del tiempo, por fortuna), pero también me da la llorera y la tontuna a ratos. Tanto es así que ayer lloré viendo como papá pingüino (en un documental) cuidaba a su cría y no quería separarse de ella… Podéis reíros de mi, yo lo hice.

También ando emocionada con las noticias de mis compañeras virtuales, que han pasado por pérdidas o problemas de infertilidad, y que durante este mes han ido anunciando positivos, ecografias, y nacimientos. Y contenta por las que como yo, estamos a la espera, cada vez más cerca, y con las hormonas a tope. Vosotras sabéis quien sois y lo feliz que me hacen vuestras noticias, luchadoras!! ❤

Siento a Biel enorme, le veo en mi tripa como si no hubiese barrera de piel entre nosotros, y me enamora día a día. Se dónde está su culete, su cabeza, sus pies… me quedo embobada mirándome la barriga e imaginándole… Conozco sus juegos y sus rutinas, y me río mucho con sus giros que deforman mi vientre, o con los saltitos cuando tiene hipo. Por el hipo, que tiene un par o tres de veces al día, se que tiene su cabecita abajo, y eso me tranquiliza. Está hecho un terremoto y ya se pega unos bailoteos fuertecitos, algunos causándome dolor. Aunque los dolores de espalda y el cansancio de estas últimas semanas me tengan agotada, estoy disfrutando mucho esta recta final.

Así estoy, hermanada e inmersa en la sororidad, sensiblona y tierna. Pero también voluble como un animalillo salvaje…  Protectora con mi cría, a gusto en nuestro nido, con nuestros compañeros de cueva. Tan mamífera como siempre, y más empoderada que nunca por mi instinto maternal. Ansiosa de parir, de sangre, calor y fluidos corporales… Y enamoradísima de ese hombre que nos quiere tanto, el papá de mis hijos.

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Abrazos mamíferos ❤

Visita con mi ginecólogo (30+1)

Hoy he tenido visita con mi ginecólogo, y la verdad es que ha estado especialmente simpático (suele ser bastante sosillo y frío el hombre). Al final nos estamos haciendo amigos, ahora que ya se acaba esto! XD

Ha demostrado alegría de verme ya con treinta semanas y un día, todo bien, sin ningún sangrado ni contracciones a las espaldas, y ha vaticinado: ¡yo creo que este va a ir bien! Obviamente, me ha hecho las típicas preguntas sin tacto de siempre: ¿cuántos abortos? ¿de cuánto estabas cuando el parto prematuro? etc… pero ya me he acostumbrado a que no lo consulte en la libreta y me haga pasar por el interrogatorio cada vez.

Le he comentado que tenía pendientes de programar las ecografías y pruebas del tercer trimestre, y que no sabía si en el otro hospital les daría tiempo a hacérmelas (tal como os conté el otro día). Y sin problema, me ha dicho que me pedía una ecografía para ver el cuello del útero antes de la semana 34, y que si en el otro hospital iban ajustados en fechas, ellos me hacían el resto de pruebas. Que diferencia, a la anterior cita con la comadrona, que sencillo todo: sin agobios, sin decirme que voy tarde, sin dejarme el marrón para que me apañe…

Me ha preguntado por qué cambiaba de centro, le he dicho que por las salas de parto natural, y porque el anterior parto había sido traumático y no quería repetir allí, motivo que le ha parecido lógico. En ningún momento me ha juzgado ni me ha puesto mala cara por eso, al contrario, se ha mostrado comprensivo con mis necesidades y colaborador.

Luego hemos ido a escuchar el corazoncito de Biel, y ahí me he angustiado bastante… Se ve que el cacharro no tenía demasiada pila, y ha tardado un par de minutos en encontrar el latido. Estaban callados, y a mi se me iba descomponiendo la cara, pensaba en que hacía un momento le había sentido moverse, que no podía ser… Y cuando he escuchado el latido, he resoplado de alivio. La enfermera me ha dicho: ya te estabas preocupando, se te ve en la cara… Pues si, es mi peor pesadilla.

Me ha dicho que hacia la semana 37 deje el Adiro, para evitar hemorragias de cara al parto. Y por lo demás, lo de siempre: altura uterina 28, tensión normal, y he cogido medio quilito esta semana 🙂

Hoy he dormido poquito, ya que me desvelo a las 6 cuando Mamífero se despierta, y llevo además un par de días con un dolor de lumbares que no me deja descansar bien ni sentada ni estirada… Además, me empieza a crujir la cadera, y no es que me duela, pero parece que me vaya a partir cada vez que cambio de postura.

Mamífero trabajaba, por lo que he ido sola a la consulta, que es en el pueblo de al lado. He tenido que coger un autobús a las 9:35, y la cita era a las 10:30, por lo que me sobraba tiempo, así que, he optado por bajarme en la otra punta del pueblo y aprovechar para hacer un par de recados. Pues bien, además de encontrar una de las cosas que buscaba, se me ha hecho muy duro atravesar el pueblo andando… Es un pueblo pequeñito, que a ritmo normal, en 15 minutos te lo recorres, pero ¡se me ha hecho interminable!!

He salido de la consulta justo para coger el autobús de vuelta, y menos mal, porque el siguiente tardaba casi dos horas en pasar. Y he llegado al pueblo hecha polvo, con frío y hambrienta. He pedido un bocadillo caliente en una pensión que tenemos al lado, y he subido a casa. Me lo he comido, y me he echado en el sofá a dormir un par de horas, abrazada a Joy. Me he despertado todavía con dolor, y me he puesto una crema que me ha aliviado un poco.

Este ha sido mi día, esta noche es nochebuena, y mañana Navidad.

¡Que las paséis bien!!

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Mamiferizando se viste de invierno

Como ya es oficialmente invierno, he cambiado la fotografía de portada y el fondo de la pagina. Espero que os guste la nieve, a mi me encanta, estoy deseando poder disfrutarla junto a Biel y Mamífero. Aquí os dejo unos cuantos paisajes invernales de nuestro entorno 😉

¡Feliz Yule a tod@s!!

 

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Abrazos mamíferos ❤

 

Desahogo…

Como os dije el otro día, hoy tenía que llamar a la comadrona del hospital nuevo, a ver si tenía poca faena y podíamos ir. Estaba muy contenta por la supuesta visita, por atar cabos, conocer el centro, al personal, aclarar dudas, llevar los informes y tener mi historia allí por lo que pueda pasar.

Mamífero tuvo que cambiar un día de fiesta para que hoy pudiésemos ir al hospital, si todo iba bien. Pero esta mañana me ha dicho que tenían un parto, y que no iba a ser posible la visita… Que si el parto se aligeraba, me llamaría para ir aunque fuese a última hora, y he estado esperando, pero a las horas que son ya, lo dudo…

No ha servido de nada organizar los horarios, que nos hubiesen ido mejor tal como estaban de saber que no íbamos a poder ir. En esta semana seguro que no, y seguramente la siguiente, ya no podremos ir en vistas a las fiestas… Por lo que lo dejamos para el año que viene…

Me ha dado primera visita para el 12 de enero, con la comadrona, y a partir de ahí, ya veremos si tardan más o menos en darme con el ginecólogo… Eso es lo de menos, porque sigo teniendo los controles programados en mi centro de referencia. Lo que me preocupa, es que, debería de hacerme una ecografía este mes para ver el cuello del útero, y mi comadrona (la del centro de referencia) no la programó, ya que según ella, es absurdo que me la hagan ellos si quiero parir en otro centro. Encima, me apuró para que me moviese, diciéndome que voy tarde, que no puede ser que hasta ahora no haya hecho ninguna visita en el otro hospital… Yo he intentado atarlo pronto, y solo he conseguido agobiarme, porque no he conseguido nada.

La comadrona del otro centro me dice que no hay prisa (es totalmente opuesta su percepción…), que puedo seguir con los controles y pruebas en mi centro, sin problema. Que ahora con las fiestas no puede agilizarlo más, y que no es necesario tener prisa. Yo pensaba eso hasta que la otra me metió prisas, y me dejó sin programar la ecografia. Ahora me siento entre dos aguas.

Entiendo perfectamente que no me puedan dar horas pronto, y en estas fechas, es lógico. Y me da lo mismo hacerme los controles que sea donde sea. Lo que no entiendo, es la actitud de mi comadrona de programarme las visitas, pero no la ecografia, que es lo que me urge. Total, me vi con ella hace una semana, y esta semana tengo cita con mi ginecólogo, para pesarme y tomarme la tensión otra vez. Y a final de mes, otra vez visita con ella… Es bastante absurdo ir a tantos controles sin haber hecho ninguna prueba.

Cada una me dice una cosa… Entiendo la posición de la comadrona del nuevo hospital, que mientras tanto puedo seguir con los controles aquí, y que no me apure. Y claro que no, pero estaría más tranquila si supiese quien me va a controlar, sea en el hospital que sea. Siendo un embarazo de alto riesgo, y habiendo tenido un parto prematuro, no me da la calma como para verme de 33 semanas y sin ecografías ni analíticas por programar… Y sin saber como está el cuello uterino, como va mi placenta, o si Biel se ha dado la vuelta…

Se que no es gran problema, que me tienen que dar cita, no me dejarán tirada. Pero no le hubiese costado nada a mi comadrona programarme ya la ecografia que me tocaba. Viendo que vienen fiestas, era previsible que no me diesen cita de un día para otro. Se solucionará, pero me he quedado desinflada…

Además he pasado una noche horrible, con mucha acidez, y dolor de estómago… He pasado otras noches malas con ardores, y malas digestiones, pero hoy ha sido muy bestia. Me he despertado a las tres de la mañana, con los jugos gástricos en la boca, no sabía si iba a vomitar o que estaba pasando… Sentía como subía el el acido, y unos pinchazos horribles en el estómago.

No podía estar estirada, así que me he incorporado, y he pasado hasta las 7 de la mañana sentada, echando cabezadas entre retortijón y retortijón… Me he despertado con la espalda hecha polvo, el estómago dolorido, la cabeza cargada… Y cuando han parado los ardores, y mejor había cogido el sueño, me tenía que levantar para llamar al hospital, y no ha servido de nada 😦

Ya está, ya me he desahogado!!

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Abrazos mamíferos ❤

 

 

 

Anorexia

El tema de hoy es algo muy personal para mi, ya que lo he vivido en mis carnes, y he sufrido mucho por tener unas características físicas fuera de lo común. Quizá much@s no me entenderéis o pensareis que exagero, pero escribo por placer y necesidad, no por complacer.

Se usa el término «anoréxic@» de manera errónea, adjetivando, y con connotaciones peyorativas. A menudo, escucho asociaciones como: modelo anoréxica, barbies anoréxicas, ropa para anoréxicas… Y me parece una grave falta de respeto, sobre todo, a las personas que sufren esta sintomatología o enfermedad, ya que es algo serio.

La anorexia como síntoma es la incapacidad para ingerir alimentos, incluso bebidas, de manera normal. Esto puede suceder por alguna razón médica, ya sea física o mental. La anorexia como trastorno alimenticio, es una enfermedad en sí misma, que puede ser causada por multitud de factores. Fundamentalmente, se da la restricción de la ingesta de todo tipo de calorías motivada por la voluntad de perder peso. Además de esto, hay factores asociados que hacen de esta, una enfermedad potencialmente peligrosa.

Se suele juzgar a los enfermos de anorexia como si fuese una enfermedad electiva y banal, por el capricho de estar delgados. Pero en realidad es un trastorno difícil de manejar para los enfermos, no es fácil vivir así, ni salir de ese círculo vicioso. Muchas veces, son personas con mucho potencial, increíblemente sensibles, muy inteligentes, con un alto grado de autoexigencia y perfeccionismo. No es una enfermedad exclusiva de modelos, gente vacía, o sin problemas reales, como muchos piensan. Ni tampoco la sufren solamente personas que lucen una delgadez extrema.

A nadie se le ocurriría describir a cualquier otro enfermo por su enfermedad, o a un discapacitado por su discapacidad, y mucho menos, usar esos términos como adjetivo peyorativo. Por eso, me enerva cuando oigo hablar tan a la ligera, usando el término anoréxic@ despectivamente. Se usa a menudo como insulto, como descripción de un cuerpo que por estar por debajo del peso normativo, y se considera enfermo. Existen cuerpos de todo tipo, por encima y por debajo de los estándares de belleza o de salud, que son saludables.

Estoy de acuerdo en que la presión social por tener un cuerpo estándar,  asociado con la delgadez, es una lacra. Que los modelos de belleza sean tan restringidos y disten tanto de parecer un cuerpo real, es algo que debemos denunciar. Es un tema muy serio, las muñecas son desproporcionadas, e incluso los dibujos animados muestran figuras escuálidas (sobre todo las femeninas) y en exceso sexuadas. Se transmiten desde la tierna infancia, unos cánones estéticos que difícilmente se dan en la vida real, derivando cada vez antes en niñ@s con trastornos alimenticios. Ahora bien, una cosa es luchar contra ese yugo estético, y otra, es arremeter contra la delgadez, y peor aún, usar el término anoréxico para definirla.

Una barbie no puede ser anoréxica, es una muñeca. A quien debemos criticar es la mente trastornada que diseñó una muñeca que de tener vida, no le aguantarían los tobillos para mantenerse en pie. Una persona extremadamente delgada, sea modelo o no, no tiene tampoco porque ser anoréxica. Es cierto que, por desgracia, muchas personas sufren este trastorno, pero existen también personas que son así por naturaleza. Es, de nuevo, un error, juzgar a esa persona. Si esta sale en un anuncio, deberíamos criticar a la agencia publicitaria por exponer únicamente personas de un determinado tallaje. Y las personas que verdaderamente sufren anorexia son víctimas del mismo sistema, no nos confundamos, y las despreciemos a ellas.

Siempre he estado por debajo de los percentiles, tanto de peso como de altura. Sin embargo crecía y me desarrollaba, aunque a mi ritmo, y tenía una salud dentro de lo normal. Comía por debajo de lo esperable, por lo que me pasé la infancia tomando suplementos vitamínicos de todo tipo, calcio, hierro… Aún así, nunca llegaba a los estándares para preocupación de mis padres, llegando incluso a pensar que sufría enanismo. No era enana,  pero si de talla pequeña y delgada, y así me he quedado. Tengo buena salud, y aunque me cueste llegar a sitios altos, no tengo ningún problema asociado a mi condición física.

Como persona que ha estado siempre por debajo del peso «ideal», me he sentido muchas, demasiadas veces, juzgada por mi aspecto. Acomplejada porque se marcasen mis huesos, porque la ropa de mujer me quedaba grande… De igual manera que existen personas a las que les cuesta perder peso, existimos también los que queremos ganarlo y no podemos. Y es igualmente doloroso que te traten como a una enferma, que den por supuesto que sufres anorexia, que no estás sana, que estás así por capricho. Como es doloroso para alguien que lucha por perder peso que consideren que está así porque quiere, o porque no se cuida. La diferencia es que a una persona con obesidad no la llamarán gorda, intentarán no ofenderla, pero a mi me han llamado flaca toda la vida.

Lo peor es no poder quejarse, que no te comprendan, te miren por encima del hombro e incluso se rían de tu preocupación por estar demasiado delgada. He encontrado multitud de profesionales sanitarios que no han tomado en serio mis problemas de salud simplemente por estar delgada. Si me dolía la espalda, es normal estás muy delgada, si tenía desajustes en la regla, es normal estás muy delgada, si tenía falta de hierro, es normal estás muy delgada. Y así un largo etcétera, llegando incluso a poner la guinda diciéndome: ¿ya comes? Ah, no, se me había olvidado, intentaré comer…

Envidias, bromas, comentarios hirientes, juicios de valor sobre mi persona, miradas de reprobación, comentarios jocosos o despectivos sobre mi cuerpo… Por parte de conocidos, desconocidos, familiares, amigos, e incluso el camarero de un restaurante, tanto de niña como de adulta, se ha atrevido a «regañarme» por no acabarme el plato. Me he encontrado de todo, y me ha dolido mucho, sufrí mucho en mi infancia y adolescencia por ello, y llegué a odiar mi cuerpo durante años. Tuve anorexia desde que tengo uso de razón, pero no el trastorno alimenticio de querer adelgazar, sino la incapacidad de comer con normalidad, por la presión a la que me veía sometida.

Se me cerró el estómago, y cuanto más me esforzaba menos podía comer, incluso vomitaba si me forzaba. Las comidas familiares, para mi, eran una tortura: ¿tienes hambre? a ver si comes algo, no has comido nada, come aunque sea esto, ¿y de postre?… Todos decían que era muy buena niña, pero muy mala comedora, y me lo creí. En la guardería no me querían a la hora de comer, y en el colegio, siempre estaba en el comedor castigada hasta que terminase mientras mis amigos iban a jugar. Y en casa, era un sufrimiento para mis padres verme delante del plato durante horas, haciendo bola hasta con las sopas.

Por más que quería, no podía, porque debía comer por obligación, por complacer a los demás. Aunque llegase a la comida con hambre, me bloqueaba. Esa incapacidad me acompañó hasta que me emancipé con 17 años. Ayudó el hecho de comer sola, hacer la compra y cocinar para mi misma, autogestionarme, y no presionarme. Aprendí a comer y disfrutar de la comida, poco a poco. Aunque, todavía hoy, aunque son menos, sufro bloqueos. Cuando vivo una situación estresante, o tengo que comer en poco tiempo, me cuesta. Y si empiezan a cuestionar lo que como, hacer observaciones o atosigarme en que coma más, me agobio mucho.

Aunque mi caso sea distinto, puedo imaginar lo que sufren otras personas con trastornos alimenticios de cualquier tipo. La relación que se establece con la comida, sobre todo si es desde la infancia, es algo muy difícil de moldear. Es algo muy básico que hacemos varias veces al día, y si tenemos una relación insana con la alimentación, puede ser muy peligroso. Si además, eso se une a una enfermedad mental, y al hecho de no aceptar tu cuerpo, es algo muy complejo que no se soluciona simplemente esforzándose.

Tampoco se solucionará el obsesivo culto al cuerpo despreciando cuerpos fuera de la norma, aunque estos sean los que se «venden». Ni suprimiendo las tallas 32, 34 y 36 se evitarán los complejos (a mi me hubiese agravado el mío, ya que no encontrar ropa de mi talla era una tortura…). Se debe reforzar la autoestima con la educación, el respeto al cuerpo, fomentando otros valores, enfocando la vida desde una perspectiva mas espiritual, o simplemente, no mencionando el aspecto físico.

Sería ideal ver en los escaparates, pasarelas, o anuncios a personas diversas, como la vida misma. O mejor aún, sería que se dejase de usar el cuerpo humano como producto más, que luce, y vende únicamente por su atractivo visual. No nos quedemos criticando un estereotipo de delgadez, mientras que quienes lo promueven quedan impunes. Y usemos los términos con respeto, por favor, «anoréxic@» no es un adjetivo.

L0066994 Woman suffering from anorexia nervosa

L0066994 Woman suffering from anorexia nervosa Credit: St Bartholomew’s Hospital Archives & Museum, Wellcome Images. Wellcome Images images@wellcome.ac.uk http://wellcomeimages.org Black and white photograph of an emaciated woman, aged 17 years, suffering from ‘hysteria’, who refused food on account of anorexia (anorexia nervosa). Front view. [1896] By: St Bartholomew’s Hospital Photographic SocietySt Bartholomew’s Hospital Archives & Museum Published: – Copyrighted work available under Creative Commons Attribution only licence CC BY 4.0 http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

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Abrazos mamíferos ❤

 

 

 

 

 

Esperanzada…

Hoy he cumplido 29 semanas. Me parece un sueño estar a estas alturas del embarazo!!

Ayer tuve visita con mi comadrona, y todo genial. Altura uterina, peso, tensión… todo correcto. También nos dijo que en enero empezaríamos el grupo de educación maternal. Ya estaré de 33 semanas, así que espero que Biel no se adelante demasiado y poder acabarlo.

Biel, como siempre, estuvo pateándole el doppler a la pobre mujer! Se ve que no le gusta nada que le escuchen el corazón, porque es estirarme en la camilla, y empieza a revolverse. Tuvo que buscarlo un buen rato mientras lo veíamos escurrirse para todos los lados, parecía que se escondía del aparato! XD

Lleva unas semanas que está muy, muy movidito, tanto que me duelen las costillas y siento el abdomen cansado de tanto jaleo. Ayer, no paró en todo el día, y me pregunto: ¿Cuándo duerme? ¿no se cansa?! Pero no me quejo, me encanta, disfruto sintiendo lo grande y fuerte que se está haciendo día a día. Además, cada día tiene hipo durante un buen rato, y es muy gracioso. Por las patadas que me da, y el hipo, imagino más o menos como está colocado, y es cada día, o a cada rato de una manera distinta.

Volviendo a la visita de ayer, por fin hablamos del parto, y creo que no le hizo demasiada gracia que no quiera parir en su hospital… Me dijo que tenía que ponerme yo en contacto con el otro hospital, que ella no me podía derivar, pero que seguro que no me ponían ningún problema. Y que debía de ir pronto, que lo mejor era que ya las últimas visitas con el ginecólogo, pruebas y ecografías me las hiciesen allí. Que ella puede seguir llevándome, pero que el tema obstétrico mejor que lo siga allí.

Comprobamos que tuviese todos los informes y analíticas impresos para llevarlos, y me recomendó que cogiese cita lo antes posible para ir conociendo a mi nuevo ginecólogo. Según ella debía de haberlo hecho antes, y hubiese sido mejor que me llevasen el control obstétrico allí… Pero la comadrona que me atendió el primer trimestre (la substituía durante las vacaciones), me dijo que no había ningún problema (yo lo primero que hice fue preguntarle dónde me tenían que llevar si quería el parto en otro centro), y que solamente debía de llevar los informes al otro hospital, por lo que estaba tranquila.

Así que ayer mismo llamé al nuevo hospital, me abrieron historia por teléfono, y pedí cita. Pero me daban para mediados de enero, demasiado tarde, así que me dijeron que volviese a llamar hoy por la mañana y hablase con una comadrona para ver que podían hacer. Hoy he hablado con una comadrona, muy amable, que me ha dicho que ahora tienen pocas horas libres de cara a las fiestas. Pero me ha dicho que no hay prisa, que sin ningún problema podía seguir los controles en mi hospital. Le he dicho que me quedaría más tranquila si al menos agilizábamos algo antes de fiestas, llevarles mi historia, conocer el centro… Ya que si en cualquier momento tengo una urgencia o lo que sea, me sentiría más tranquila acudiendo allí y que tuviesen mi historia.

Y sin ningún problema, me ha dicho que el lunes la llame por la mañana a ver como van de trabajo, y que si están tranquilos, esa misma tarde no veríamos. Que le llevase todos los informes, e intentaría agilizar las citas, programarme las ecografías allí, y que nos enseñará el hospital. Así que estoy satisfecha, ilusionada, y tranquila.

Tengo muy buenas referencias de este hospital, y he leído partos preciosos y empoderantes. Al personal lo describen como muy respetuoso, y de trato delicado y cálido, algo muy necesario para no descentrarte durante el parto. Y algunos, trabajan en un equipos de atención al parto en casa, por lo que, confío en encontrarme con profesionales que entiendan nuestras necesidades. Tienen protocolo de atención al parto natural, unas instalaciones muy nuevas, bañera de partos… Y además apoyan la lactancia natural y el colecho. Comparado con el hospital en el que parí a Aritz, ¡me parece un viaje al futuro!

Así que me estoy animando mucho, al ver que aunque no pueda parir en mi casa, lo podré hacer en un entorno respetuoso y sin tener que pelear demasiado. Es pensar en todo esto, e imaginar las instalaciones (que ya os contaré como son cuando las visite), y me dan ganas de parir. Debo de ser de las pocas embarazadas que piensan en el parto con ilusión, pero es así, tengo ganas. Si, quiero que llegue, me apetece. No me da miedo el dolor, no me angustia el momento, solamente me importa que Biel esté sanito y nos respeten. Es un día que quiero vivir intensamente, disfrutarlo, y tener un grato recuerdo. Parir es un acto de amor, y me apetece muchísimo tener una buena experiencia y sacarme la espinita de mi anterior parto.

Se que pueden pasar muchas cosas, que es un momento delicado en el que todo puede salir perfecto o torcerse, pero confío en que todo irá bien. Y sobre todo confío en mi capacidad, en el apoyo de Mamífero, en que Biel lo hará todo lo mejor que pueda… Y si además puedo depositar mi confianza en ese centro y su personal, la seguridad que obtendremos será un gran condicionante para tener una grata experiencia.

Así estoy, a apenas 11 semanas del parto, aproximadamente, y soñándolo, esperándolo, imaginándolo y deseando que llegue. El adjetivo que me define ahora mismo es: esperanzada.

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Abrazos mamíferos ❤