Hoy voy a hablar de los trolls, esos seres que parecen entretenerse muchísimo entrando en páginas que no son de su interés, despreciando al autor o el contenido de este.
Resulta que si tienes un blog, abierto al mundo, y expones una opinión, peor aún si es controvertida, es un motivo para que te falten el respeto. Para algunos sólo hay blanco o negro, estás conmigo o contra mi. Y no señores, existen los grises. Pueden dar su punto de vista basándose en sus argumentos, no valiéndose de descalificaciones personales. De hecho, la gran mayoría que entran a comentar, lo hacen con respeto, limitándose a dar su opinión sin juzgar la de los demás. Cada uno tiene sus opiniones, y ninguna es mejor que otra por ser distinta a la suya.
Lo peor es cuando te topas con un profesional de algo, que cree ser Dios solamente por tener un título. Ayer encontré un twit, en el que se enlazaba mi post, junto con el comentario: «los mensajes de algunos «anti algunas vacunas» pueden hacer que las embarazadas no se vacunen de la tosferina». Me pareció sobradamente paternalista considerar que un humilde post como el mío, podía ejercer sobre las mujeres tanta influencia como para cambiar su opinión. Ni lo escribí con esa intención, ni creo que una embarazada tome una decisión tan a importante a la ligera, solamente por leer mi entrada. Es algo que nosotras nos planteamos mil veces y contrastamos toda la información antes de decidir.
Si algo me cabrea en este mundo, es que se nos infantilice, y esto a las mujeres, y más, embarazadas, nos pasa demasiado: que si somos irresponsables, que no tenemos criterio porque las hormonas nos influyen, que si deben protegernos por nuestro bien, que «debemos de» acatar algo por el bien de nuestro bebé, que estamos sensibles, que no discernimos, que tu misma pero atente a las consecuencias, que si leemos demasiado, que pedimos cosas absurdas como que se respete un plan de parto, que eres primeriza y no sabes nada, que yo atiendo muchos partos/embarazos y se más que tu, que nos preocupamos demasiado…
La lista de frasecitas es interminable, y si eres mujer, y más si has pasado por un embarazo, te habrás sentido identificada. Si no fuese esta sociedad tan misógina y patriarcal, no se dirían estas cosas. Las mujeres creerían en sus capacidades, y estarían todas empoderadas. Gozaríamos de embarazos felices, partos placenteros, y crianzas felices.
Pero no, resulta que desde niñas debemos ser buenas, bonitas, obedientes y silenciosas. Y ellos deben ser fuertes, valientes, con carácter y si son ruidosos o descuidados no pasa nada, son niños. Cuando una niña tiene carácter es desobediente y mala, y si es fuerte o ruidosa es poco femenina.
Así crecemos condicionadas para que cuando caemos en manos de una ginecólog@, abramos las piernas y ni siquiera nos quejemos si nos hacen daño con el maldito espéculo. Porque debemos ser buenas, sumisas y obedientes ante una figura de autoridad. Por lo mismo, cuando nos dicen: toca vacunarse, o esto va a ser cesárea, la mayoría no se atreven ni a pedir una segunda opinión. Nos vamos maldiciendo, o llorando a casa, pero la mayoría nos arrugamos ante la autoridad. Y eso desempodera, estás regalando tu derecho a ser una humana más, con cerebro y boca, por el hecho de ser mujer.
Por eso, me molestó el comentario de ese señor, e intenté hacerle notar que no era respetuoso con las embarazadas considerar que tomamos las decisiones a la ligera, que no somos tontas e influenciables. Le aclaré con educación que cada una es responsable de tomar sus decisiones, que las embarazadas piensan, y no se guían por mis opiniones.
Me contestó que mis fuentes eran erróneas, que había sido mal informada, me pasó un link en el que informarme debidamente, a su parecer . Esa fuente no me dijo nada nuevo, básicamente lo que sabemos: debido a la mayor incidencia de la enfermedad por la poca efectividad de la vacuna, se insta a vacunar a embarazadas, poco más.
Le agradecí igualmente el gesto, pero como no cambié de opinión, el caballero empezó a descalificar. Primero a los profesionales de la salud que proporcionaban información errónea, pues se ve que él tiene la verdad única, y más tarde a mi, y a los «cuñaos» (según él los que no vacunamos somos cuñaos porque tomamos las decisiones hablando con el cuñao) que no nos vacunamos y luego él, pobre, nos tiene que atender en su consulta…
Este señor, resultó ser un profesional de la salud, como el insitió en autocalificarse, es más, es el mejor, el poseedor de la verdad. Y los demás, profesionales y pacientes, unos ignorantes. Aquí se inició una extensa y tediosa conversación de besugos, ya que ni él entendía que yo, como todos los pacientes, tengo derecho a tomar esa decisión. Y yo no aceptaba que confundiese su posición con la verdad única. Según él, si un profesional de la salud opinaba distinto a él, era porque estaba equivocado, no veía más allá. Como tampoco parecía entender que por mucha carrera que tuviese, es un derecho del paciente tomar una u otra decisión, pedir una segunda opinión o las que hagan falta.
Parece que en este país, tal como le dije, la titulitis aguda hace mella. Uno no puede despreciar a sus pacientes por tener una carrera, eso es pedantería ilustrada. Por no hablar del fraglante despotismo que demuestra creerse una autoridad con derecho a juzgar incluso a sus colegas de profesión por tener un punto de vista distinto. El tipo me pareció pedante y dogmático, alguien que mira por encima del hombro, condescendiente.
Acabó diciéndome que «luego no llevase a mis hijos a su consulta», la única y mejor del mundo se ve… Como si por prescindir de una vacuna perdiese el derecho a acudir a la medicina de por vida. Y acabó lamentándose de tener que estar obligado a atender a cuñaos, que se ve enferman por su ignorancia. Muy profesional, ético, y humano, es el médico que todos deseamos. Que nos trate cual rebaño, ignorante y al que hay que encarrilar.
Me cansan los egos subidos, los «yo se más que tu», que se meten en tu vida sin pedirles opinión e intentan salvarte de tu ignorancia. Simplemente, sean felices, sigan sus dogmas, y yo seguiré los míos.
Aparece también en mi blog, desde hace tiempo. un señor que se empeña en comentar mis dos post que hablan de vacunas, únicamente esos (si, es así de obsesivo, solo entra en mi blog para ver si hablo de eso). El buen hombre, tiene una guerra abierta contra los antivacunas, que según él son hippies, neorrurales, gente con huerto, y tampoco le gustan los «médicos mayores retirados con boina». Es así, los odia, y sus comentarios se basan en culparles de las muertes de bebés y de todas las enfermedades vacunables que existen.
Cansada de que entrase a mi blog para descalificar, le dije que estaba perdiendo su tiempo. Que si tanto le gustaba el tema, abriese su propio blog y escribiese sobre ello, y que a mi no me encontraría allí perdiendo el tiempo comentando posts simplemente porque no me gustan. Esa es otra cosa que me inquieta, ¿que vida tiene alguien que se dedica a leer cosas que no le gustan, escribir extensísimos comentarios, y seguir entrando al blog para contestar, y ver que haces? Es triste que alguien dedique sus energías a buscar una discusión. Que solo aporte lo peor de si mismo, porque seguramente debe de tener algo positivo, como todos.
Viendo que yo ya no entraba en su juego, me dijo que no volvería a verle, y en un último alarde de pedantería me dijo que él me había intentado avisar. Usted perdone, soy una desagradecida, y una irresponsable por no querer sus sabios consejos. Que ojalá no se muera mi hijo como murió el niño de Olot, a causa de mi irresponsabilidad. Una mujer, siempre tiene disponible un caballero que la venga a rescatar de su ignorancia. Viva el paternalismo, esto si tuviese pene no me pasaría.
En serio señores, ¿es necesario descalificar? ¿No saben tener una conversación entre iguales, tienen que ser portadores de la verdad? Yo nunca he dicho en ningún post o comentario que mi opinión sea superior, ni que lo que hacen los demás es una irresponsabilidad, me centro en argumentar, sin avasallar. Porque, si yo no me quiero vacunar tengo que escuchar que soy una irresponsable, una ignorante, que pongo en peligro a mis hijos y a la sociedad entera… ¿Acaso yo les he dicho a los que si vacunan que están cometiendo una temeridad?
La verdad es que me lo he tomado con buen humor, y a cada comentario Mamífero y yo nos hemos reído muchísimo. Realmente, los pocos trolls que me aparecen no son nadie comparado con todos los que me leéis y dejáis comentrios amables, respetuosos, llenos de cariño y positivismo… Sin vosotros, no se si me motivaría seguir escribiendo en el blog, escribiría en mi libreta como he hecho siempre.
Pero es triste que cuando se tocan temas sensibles, siempre aparezcan los ataques. Una debe de poder hablar y opinar de cualquier cosa, y quiero que mi blog tenga una temática variada, poder escribir sobre lo que me apetece. Y lo que opino no es siempre políticamente correcto, o a veces no está dentro de lo establecido, pero tengo derecho a expresarme, y a quien no le guste, que no lea, ni moleste.
Como he dicho, me preocupa lo mínimo, me da risa y pena ver la controversia y el odio que se genera de algo tan normal como manifestar una opinión. Por eso, no me quita el sueño, ni me voy a autocensurar por ellos. Es simplemente una reflexión, que me parece lo más lógica: ¿si no falto el respeto, porqué me lo faltan a mi?
Si os habéis quedado con el gusanillo de leer sus trolleadas, buscadme en twitter, soy @punkifera (no se muy bien como enlazar conversaciones soy una patata en twitter) y encontraréis al «profesional» que retwiteó mi post. También podéis ver los comentarios que me dejó mi amigo el «salvavidas» en estos post:
https://serpadressite.wordpress.com/2015/12/03/vacunacion-de-la-tosferina-en-embrazadas/
https://serpadressite.wordpress.com/2015/11/01/la-duda-vacunal-como-eje-del-mal/
A todos ellos, desde el cariño, les dedico la foto.
No soy de faltar el respeto, pero ya que ellos lo han hecho… 😉
Si te ha gustado lo que has leído, no dudes en compartir, comentar, darle a me gusta y seguir mi blog! Gracias por leerme 🙂
Abrazos mamíferos ❤