Aritz

Necesito escribir tu nombre, se me atraganta tenerlo tan callado… Como no tengo ocasión de pronunciarlo tanto como quisiera, escribo sobre ti.

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Bordados por una amiga de mi madre durante sus embarazos 

 

Te echo de menos. Echo de menos no haberte conocido fuera de mi.

Siento tu ausencia en cada detalle. Un vacío inmenso que es tu lugar, uno que nadie puede ocupar.

Tengo otro hijo. Un hijo que al que quiero tanto como a ti, porque una madre no hace distinciones.

No es justo que comparen. No puede competir la muerte con la vida.

No puede medir el amor hacia un hijo en meses. El tiempo no puede definir algo tan grande.

Su presencia no me aleja de ti. Estás más cerca que nunca, aunque algunos pretendan que eres pasado.

Tu hermanito me da la vida. Aquella que se me fue contigo.

Él vino a compensar el daño. Aunque el dolor permanece, amortiguado, y endulzado por su llegada.

Sonrío con su presencia. Seguiré llorando por tu ausencia.

Beso a Biel. Cuando lo hago, vuelvo a besarle para intentar darle todo el amor que me quedo para ti.

Veo crecer a mi bebé. Me pregunto como serías tu ahora.

Huelo su piel. Al hacerlo, me duele no poder recordar tu olor.

Tenemos cientos de imágenes y recuerdos suyos. Todos los que me faltan de ti, duele no poder volver a ver tu cara nunca más…

Miro sus manos, son grandes y fuertes. Siento todavía como eran las tuyas, tan diminutas y frágiles entre mis dedos.

Acaricio su piel, tan delicada. Y mientras lo hago, recuerdo la suavidad de la tuya.

Viste tu ropa, usa tus cosas, tiene tus ojos… Vive por ti, por ambos, lleva tu mirada para que te veamos en vida, y parezca que vives a través de él.

Duerme plácidamente mi hijo pequeño. Recordándome tu rostro de sueño eterno, en paz.

Todos se interesan por él, dicen que es hermoso. No fue así cuando tu naciste, no te nombraron, no preguntaban, no saben que eras tan perfecto como él.

Biel recibe el cariño y las palabras que a ti no te llegaron… Por eso repito una y mil veces cuánto te queremos, que precioso bebé eres.

Él es el centro de las miradas y la atención, mientras que nadie parece recordarte…  y cuando alguien lo hace, fugazmente, pronunciando tu nombre, sonrío, orgullosa de que hablen de mi otro hijo.

Tanto te amo, tanto le quiero… Los dos sois parte de mi, uno crece a mi lado, el otro permanece etéreo, presente.

Parí dos hijos, pero en este plano, vivo con uno.

Al tener un hijo vivo estás más presente que nunca. Soy madre de la vida y madre de la muerte.

Te quise antes de que existieras, y te quiero más allá de tu existencia física.

Contigo aprendí a vivir con la muerte presente, para poder ver la vida en su totalidad.

Las madres cuando engendramos vida y la sostenemos, somos dichosas creadoras y protectoras. Después de ti, entendí que también podemos albergar muerte, y mantenerla presente con el amor infinito de quien ama más allá de lo tangible.

Conocedora de que mis entrañas y mi cuerpo son una jaula, una limitación física que me mantienen al margen de tu existencia; acepto ser madre incompleta en esta vida porque desde tu eternidad me enseñaste que existes en mi, en todo.

Soy feliz a pesar de no vivirte, puedo vivir a tu hermano, y abrazar tu muerte.

Aunque no me entiendan, aunque te tengan menos en cuenta, para mi sois dos caras de la misma moneda.

No hay día que no piense en ti, necesito nombrarte, recordarte, hacerte partícipe de nuestra felicidad.

Sigues recibiendo mi amor en cada gesto que le dedico a Biel, siempre.

Mis dos hijos, cada uno en su camino, iluminando el mío.

Aritz, tu hermano pequeño está aquí por ti, gracias por habernos llevado hasta él.

Os quiero mis niños ❤

 

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Abrazos mamíferos ❤

Vídeos sobre duelo

Hace unos días, la Fundación Era en Abril a la que estoy suscrita, publicó varias entradas en las que se enlazan vídeos, documentales, y películas. Me ha parecido interesante enlazarlas aquí para tod@s aquell@s a los que pueda interesar, y tenerlas en el apartado de recursos.

Todavía no he visto todos los vídeos, lo voy haciendo poco a poco, porque estoy sensiblona y no quiero ponerme demasiado triste. Pero se que todos ellos tienen como argumento central la pérdida de uno o más hijos, y su duelo.

Os dejo los enlaces:

Película: La memoria del agua.

Cortometraje: Bebés invisibles.

Cortometraje: Peekaboo.

Película: The deafening silence.

Documental: Still loved.

Película: La mujer del chatarrero.

 

Algunos están en su versión original, pero vale la pena verlas si entendéis el inglés. No voy a comentar nada sobre los vídeos que ya he visto, porque no tendría sentido explicar un vídeo antes de que lo veáis. Tanto el  argumento como el impacto emocional que nos pueda causar, es algo que me gusta respetar para que cada un@ saque su conclusión y sea natural. A medida que las vayáis viendo, podemos ir comentándolas, a ver que os parecen 😉

Agradezco a Era en Abril los valiosos recursos que nos brinda, y la maravillosa labor de apoyo y visibilización del duelo que hacen.

 

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Abrazos mamíferos ❤

 

Hace un año que te fuiste…

Pocos recuerdan la fecha, pero hoy hace un año que nació y murió nuestro hijo Aritz. Llevo toda la semana pensando en él, echándole de menos, y acariciando a su hermano que es el único que puede recibir todo lo que no le pude dar a él. Hace un año estaba yo pariendo, hace un año que le conocimos y nos tuvimos que despedir de él también.

Han pasado muchas cosas desde entonces, pero para mi parece que fue ayer. Tengo grabada su preciosa cara, tan relajada, en paz. Tenía la boquita de Mamífero, los ojos pequeños y achinados como los de su padre también. Las manos más diminutas que he visto jamás, y la piel más suave que el terciopelo. A nadie le importa, nadie pregunta como era… Por eso lo digo, nuestro hijo era hermoso. Perfecto todo él, un bebé normal, nada parecía indicar que estaba tan enfermo…

Ahora debería estar celebrando un cumpleaños, cuidando y disfrutando a un bebé de un año… Pero hace un año que nació, y ya estoy preparándome para un nuevo nacimiento.  A mi cuerpo no le he dado a penas tiempo de volver a la normalidad, es como si llevase dos años embarazada.. De hecho en este período, he pasado más de doce meses gestando vida. Mucha espera, paciencia y energías invertidas. Y sobre todo, hemos generado mucho amor, que espero poder volcar en Biel.

El año pasado perdimos lo más importante que unos padres pueden perder, pero también hemos ganado. Este año hemos aprendido a sobrevivir esa ausencia. Quizá desde fuera no se valora, pero ser padres sin hijo es una batalla diaria que duele cada día. Pero hemos ganado un hijo eterno, hemos aprendido a amar lo intangible.

Con todo el dolor de mi alma escribo para él como lo he hecho desde su marcha. Soltando, sin apenas rectificar una palabra, para que se vayan las lágrimas, y se quede solamente su esencia. Lo único que importa es recordarle con amor, siempre, y vivir agradecidos por todo lo que nos ha enseñado.

Todavía en duelo, aún puérpera y embarazada a la vez, me siento en paz. Con dolor, si, con miedos, también, y con las emociones a flor de piel, pero feliz. Muchos me llaman fuerte, valiente, luchadora… Otros se dirigen a mi como la de siempre, sin apenas darse cuenta de que estoy, todavía inmersa en algo muy intenso.

No merezco esos adjetivos, cualquiera en mi situación lo llevaría igual, incluso mejor. Si he sido valiente, es porque tocaba, no porque tenga una capacidad superior, y si sigo en pie, luchando, es porque se lo debo a Aritz. A los que pasáis por alto y normalizáis la situación, me gustaría pediros que se respetéis el dolor que todavía atravesamos, que no se haga el silencio ante su recuerdo. Es el mejor regalo, que le recordéis y le nombréis como alguien que vivió y existe para nosotros. Y lo mejor que nos podéis decir, es llamarnos padres, en presente, porque es como nos sentimos.

Con mucho que decir, acabo esta entrada, por hoy, porque es imposible acabar de expresar lo que siento.

Te echamos de menos hijo, t’estimem.

 

 

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Abrazos mamíferos ❤

 

 

 

Sorteo para el nacimiento de Imanol

Hoy quiero contaros sobre Sol, una doula, educadora social y mamá con dos hijos del agua, Kai y Atair. La conocí en el foro superando un aborto, y empecé a leer su blog Nace una doula, que os recomiendo por la cantidad de recursos y entradas interesantes que tiene.

Ahora está esperando a su bebé arcoíris y su sueño, como mujer empoderada, es tener un parto en casa. Ante la falta de recursos económicos, ha preparado un sorteo con el que financiarlo,  o ayudarse. Tiene 22 premios entre los que hay libros, música, cositas para mamás, artículos de bebé, cursos de crianza… ¡Todos maravillosos! Podéis participar comprando un número por 4€, o dos por 7€, y ayudarla a estar más cerca de conseguirlo. Solamente le quedan 10 semanitas para conocer a su tan deseado hijo. Así que, intentemos ayudarla entre todos, si no económicamente, compartiendo su sorteo para que llegue a otros que la puedan ayudar o donando algo para sortearlo.

Aquí os dejo el enlace en el que está toda la información del sorteo, evento creado en su página Nacimiento de Imanol y parto de Sol. Si no podéis entrar en facebook por lo que sea, y queréis información, no dudéis en comentar y os pongo al corriente 😉

¡Suerte Sol! ya queda poquito para que Imanol esté con vosotros, ojalá llegue a este mundo de una manera respetuosa y en el calor de su hogar ❤

 

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Abrazos mamíferos ❤

 

Resultados de la necropsia de Aritz

Le precede la entrada Trámites después del parto de Aritz

Poco después de un mes del parto, recibí la llamada del hospital. Habían llegado los resultados, y justo esa semana tenía la cita de postparto con mi ginecólogo, así que no hizo falta que me diese hora. Impacientes, llegamos ese día a la consulta, y tuvimos que esperar un rato que se hizo larguísimo. Iba concienciada de que sería un día desagradable, que el ginecólogo seguramente seguiría en su línea de frialdad, y me predispuse a ser fuerte para afrontarlo.

Cuando entramos, buscó un sobre, era marrón y acolchado, y sacó unos papeles de dentro. Yo no hacía mas que pensar si estarían las huellas, y como no dijo nada, y para no hacerme ilusiones, pensé que no habrían podido. Mientras sacaba y desdoblaba los papeles, nos fue explicando que no habían encontrado nada concluyente. Gran decepción, esperaba que encontrasen una explicación… Dijo que el bebé había muerto a causa del desprendimiento de placenta, cosa que ya sabíamos, y que además le habían encontrado neumonía aguda.

Dijo que era muy extraño, que no entendía a qué podía deberse ya que dentro del útero no respiran (obvio…). Tanto el líquido, como el cordón y las membranas tenían una infección, pero no se sabía como había llegado hasta allí (según él, apareció sin más..). Pensé que debía pensar que éramos tontos, ya que un bebé en el útero no respira, pero si que traga líquido amniótico, el cual estaba infectado, así que por eso nuestro hijo tenía neumonía. Me dio la sensación de que no nos quería dar muchos datos, ni que le hiciésemos preguntas, ya que en seguida cambió de tema. Le pregunté si podía ser debido a mi infección de orina, y me lo negó. No le creí. Dijo que no valía la pena darle más vueltas, que estas cosas pasan, que no tiene por que volvernos a pasar ya que el bebé estaba perfectamente formado y sano hasta entonces, así que simplemente tuvimos mala suerte. Me sonó a discurso psicológico barato, no consideraba mis preguntas, no quería aclarar mis dudas, y respondía con evasivas del tipo: tenéis que olvidaros y buscar otro bebé. Con la «tranquilidad» que nos dio, y sus pocas explicaciones, no era como para ponerse a pensar en un nuevo embarazo, la verdad…

Al menos, tenía para nosotros una grata sorpresa: sacó de entre los papeles medio folio con unas huellitas diminutas… Las dos manitas y los dos pies, que se veían muy bien. Cuando las vi se me llenaron los ojos de lágrimas… Lo habíamos conseguido, eran sus huellas, la única prueba física que tenemos de su existencia. Eso nos hizo compensar las pocas explicaciones que nos dieron, y salimos de la consulta aliviados por tener un recuerdo, nuestro tesoro. Cuando le hecho mucho de menos, las saco, las toco y le digo cuánto le queremos…

Lo comparto con vosotr@s:

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Otra vez, salí de la consulta sin que me preguntase como estaba, y eso que era la visita postparto. No estuvimos allí más de cinco minutos. A mi tampoco se me pasó por la cabeza con tantas emociones. Pero igualmente, como ya os conté en la entrada sobre mi puerperio sin Aritz, ya me había preocupado yo de ir a ver a mi comadrona, a la médico de cabecera, y de pedir una ecografia. Así que si hoy estoy viva y sana, no es precisamente por la atención médica de mi ginecólogo.

Una vez en casa, y con la intranquilidad de no haber sacado nada en claro, me puse a leer detenidamente las hojas del informe. Me pasé una semana consultando en internet cada palabra, cada síntoma que tuve. Me bajé y revisé complicados y extensos textos médicos sobre corioamnionitis, sus causas, consecuencias y el tratamiento. Concluí que la razón más probable por la que mi hijo pudo ponerse enfermo fue mi infección de orina. No tuve ningún otro síntoma ni infección, y como leí, las bacterias pueden llegar hasta el útero, en raras ocasiones, pero puede pasar. Me hicieron montones de tactos las semanas previas al parto, lo que aumenta la probabilidad de que las bacterias puedan subir y llegar al bebé. Tampoco supe cuando fisuré la bolsa, debido al sangrado, que me impedía discernir si tuve pérdida de líquido amniótico,  y si estuve con la bolsa rota un par de días la infección pudo extenderse a sus anchas. Me indicaron tomar paracetamol cada 8horas para los «dolores», que resultaron ser contracciones, así que la última semana antes del parto lo tomé. El paracetamol es antitérmico y por eso nadie cayó en la cuenta de que podía estar con fiebre (infección), sin que tuviese la temperatura alta.  Pero en ningún reconocimiento, ni en mis visitas a urgencias, me hicieron cultivos, ni amniocentesis para saber si tenía infección en la bolsa. De pura suerte me salvé de que la infección pasase a mi sangre y estuviese en riesgo mi vida. Estas son mis conclusiones, ya que no me han dado más explicaciónes. Pero me cuadran a la perfección, y justifican por qué querían despacharme tan rápido y que no me cuestionase por qué no se dieron cuenta antes de que tenía tal infección como para llevarse a mi hijo, y ponerme a mi en peligro.

Lo único que tenemos son sus huellas, y el informe, que es dónde están todos sus datos médicos. Esto, junto con los papeles de mi embarazo y ecografías, lo guardo como oro en paño. Es lo más parecido a su documento de identidad pero con datos tan precisos y extraños como: cuánto pesó su estómago, cerebro, pulmones… Lamentablemente, en el lugar dónde debería aparecer su nombre, se lee: «feto de» y mi nombre…

Os comparto lo datos más significativos, al menos para mi:

Aritz midió 30,2 cm y pesó 640 gramos. Sus pies medían 4,1cm, y su cordón 19cm.

Su peso y medidas eran concordantes a su edad gestacional. Sin malformación alguna ni ningún órgano dañado.

Su diagnósitco:

*Placenta con corioamnionitis aguda moderada, con áreas de infarto focal y hematoma marginal.

*Funisitis aguda.

*Neumonía aguda intrauterina masiva bilateral.

*Sistema nervioso central y glándulas suprarrenales con signos de autolisis que limitan el valor diagnóstico histológico.

Tengo pendiente ir al hospital dónde le realizaron la necropsia, para pedir una segunda opinión, y para ver si guardan en el registro alguna fotografía. Es un trámite doloroso, pero que quiero hacer, ya que es lo único que nos queda por intentar. Se de muchas familias que han conseguido fotografías incluso años después, no en todos los hospitales las tienen, pero por intentarlo, que no quede… Este verano nos decidimos a ir, la verdad es que nos costó mucho y pasamos muchos nervios. Tenemos el hospital a dos horas de casa, y aprovechando que nos surgió una gestión que hacer por allí, fuimos sin llamar antes ni pedir cita, improvisando.

Al llegar allí, vi un edificio con un cartel que indicaba anatomía patológica, y tuve la sensación de que nuestro hijo estaba allí. Me entristeció, pero a la vez, era como visitarle, y me emocionó pensar que posiblemente estábamos muy cerca después de tanto tiempo separados… Como ya os conté, no quisimos enterrarle ni realizar ningún otro ritual, así que el único lugar «físico» donde podía estar, o dónde sabemos que estuvo por última vez, es en ese edificio. Eso me hizo replantearme si me hubiese gustado tener un lugar al que ir a visitarle. Todavía no lo tengo claro, ya que, no me gustaba la idea de relacionar un lugar con él, prefiero imaginarle, y le siento, cerca de mi espiritualmente. Pero, inevitablemente, ahora para mi ese hospital es como su «tumba»… Y no es un lugar bonito de visitar, ni de tenerlo como referencia… Así que no sé que es peor.

Entramos al hospital, y me tocó explicárselo a una administrativa, que me mandó a otra administrativa, la cual, nos dijo que la persona que hacía ese tipo de peticiones no estaba. Le pedí si me podía dar un teléfono y cuando encontrarla para no tener que hacer otro viaje en balde, y me lo facilitó. Pero ahí quedó la cosa, no he vuelto a tener fuerzas para llamar, así que, lo dejo para más adelante. Espero tener fuerzas para poder hacerlo y contároslo algún día…

 

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Abrazos mamíferos ❤

Trámites después del parto de Aritz

La primera mañana en casa después del parto, me despertó una llamada de teléfono, no lo cogí. No tenía ganas de hablar con nadie. Pero, arrepentida, y miré el número, un móvil, y llamé por si era del hopital. Me responde alguien que debía ser el ginecólogo de guardia, le explico quién soy y le pregunto si sabe por qué me han llamado. No sabe nada, pero llego a la conclusión de que había llamado mi ginecólogo. Llamo al hospital directamente, como siempre, tardan en coger la llamada. Cuando consigo hablar con alguien, me pasan la llamada a la consulta. Tardan en cogerla, y al final, me atiende la enfermera, que dice que ya se ha marchado. Le explico, y en seguida me dice que lo siente mucho. Me dice que sabe que me ha llamado por algo de la necropsia, pero nada más, así que me quedo con la duda. Me dice que me llamará al día siguiente.

Así fue, me llamó por la mañana, para decirme que teníamos que ir al hospital a firmar el consentimiento y rellenar unos papeles. Me dice que es bastante urgente porque hasta que no lo hagamos no se lo pueden llevar. Yo me pensaba que ya lo habíamos hecho, al menos lo hablamos… Podríamos haber hecho este trámite cuando estaba ingresada, y así no tendríamos que volver a ese lugar y ver a ese hombre… Además, justamente teníamos el coche en el taller, ya que las desgracias no nunca vienen solas. Así que, le dije que ese mismo día no podríamos ir, que al siguiente estaríamos allí. Aproveché y le pedí por favor que le sacasen las huellas a nuestro hijo. Me contestó que sería complicado, que estaba en formol y eso podía deformar los tejidos. Otra vez su falta de tacto, y poca predisposición a ayudarnos. La imagen de mi hijo en formol me parte el alma…  Aunque sé que hablo con una piedra, insisto, que lo intenten al menos, que es nuestro único deseo. Se sacó la responsabilidad de encima contestándome que lo diría a los de anatomía patológica del hospital al que lo mandarían. Le di las gracias, y nos despedimos hasta el día siguiente. Ni siquiera me preguntó cómo me encontraba…

Se lo conté todo a mi pareja, que se indignó tanto como yo al pensar que podrían haber hecho esa gestión mientras estábamos allí. Ese día lo pasé nerviosa al pensar que teníamos que volver allí, era lo último que queríamos hacer… Pasé muy mala noche, y me desperté muy nerviosa. Tomé un cafe, y cuando me vestí no me entraba ningún pantalón. De un día para otro mis caderas se habían ensanchado muchísimo… Me puse el más ancho que encontré, aunque no me cerraba y parecía que iba a romperse de un momento a otro. De camino allí, hablamos de que teníamos que hacer todo lo posible para conseguir sus huellas, era nuestro derecho, y deberían habérnoslo ofrecido ellos. Parece obsesivo, pero sentía que no podía, otra vez, perder la oportunidad de conservar algún recuerdo suyo.

Cuando llegamos al hospital preguntamos por él, nos hacen esperar mientras le avisan. Yo tiemblo, él está también nervioso. Cuando por fin llega, nos dirigimos hacia un despacho, nos sentamos, y saca un formulario. Nos dice que es un trámite burocrático que debe hacer, pero que le parecen absurdas algunas preguntas como si estoy casada o no, desde cuándo estamos en pareja… que es como de la época de Franco. Con desgana, empieza a rellenarlo, con datos míos, datos del parto, de mi pareja… Son un par de hojas a dos caras, y veo arriba del todo un espacio dónde indicar el nombre del bebé. El sin dudar, ni preguntar nada, escribe hijo de… y mi nombre, sólo el mío, y se queda tan ancho. A mi me duele ese detalle, tiene dos padres, y un nombre muy bonito, que pensamos para él especialmente, mucho antes de concebirlo. Ahora, además de no aparecer en el registro de nuestra familia por ser demasiado prematuro, en el único documento en el que constará su existencia, consta como hijo de… Cuando acaba de rellenarlo, firmamos los dos, y nos dice que aproximadamente en un mes recibiremos los resultados.

Le vuelvo a comentar lo de las huellas, y nos mira con incredulidad, contestando que no es el protocolo, que no nos puede asegurar nada. Mira a mi pareja, como si él fuese el más «racional» de los dos, ya que es el que está más callado. Y continúa argumentando que es muy tarde, que deberíamos haberlo pedido antes, que el formol puede impedir que salgan bien… Mi pareja responde, enfadado, que lo intente, que no le cuesta nada pedirlo, y que las queremos salgan como salgan. Al ver su determinación, parece que entra en razones y se lo toma más en serio. Nos dice que esperemos fuera, que va a llamar al hospital a ver qué le dicen. Le vemos desde fuera,  se pasa un buen rato al teléfono, se nos hace muy largo. Mientras tanto, aparece por el pasillo un vecino del pueblo al que tenemos mucho aprecio, que se acerca a nosotros sonriendo. Tal como se acerca, me doy cuenta de que se fija en mi barriga, en segundos,me parece que hace cálculos y llega a la conclusión de que debería estar más gordita… Nuestras caras debían acabar de darle los datos necesarios, y parece que lo entiende todo sin que abramos la boca. Nos saludamos con un par de besos, y nos despedimos con un par de palabras. Siento que ha sido muy respetuoso al no hacernos ninguna pregunta, se lo agradezco de corazón.

Sale mi ginecólogo, diciendo que han sido muy amables y han accedido a intentarlo. Respiramos aliviados, mientras nos aclara que nos están haciendo un favor, que eso está fuera de todo protocolo… Le damos las gracias por pedirlo, y nos despedimos fríamente. En ningún momento me preguntó como me encontraba, si tenía fiebre, algún dolor, qué tal el sangrado… Parecía un administrativo más que un médico.

Nos fuimos bastante aliviados, con la enorme esperanza de recuperar un valioso recuerdo que dábamos por perdido. Pero debíamos esperar un mes largo para saber si lo conseguiríamos, y qué le había pasado a nuestro hijo. Se hizo muy largo, y tuve mucho tiempo para indagar en internet sobre lo que pudo haber pasado. También encontré páginas de apoyo, foros, casos similares, y valiosa información. Lo único que en ese momento me podía tranquilizar era darle una explicación a aquella desgracia.

Leyendo mucho sobre el tema, vi que en otros países, cuando un bebé fallecía, aunque los padres no quisieran, el hospital se encargaba de guardar recuerdos del bebé. Toman fotografías, mechones de pelo, huellas, y hacen una cajita o álbum bonito con todos esos tesoros. Si los padres en el momento no lo quieren, se guarda como parte del archivo, y si algún día lo desean, pase el tiempo que pase, pueden ir a buscarlo. Además, cuando los padres lo necesitan, les dejan quedarse en una habitación con su bebé, el tiempo que necesiten. Son habitaciones bonitas, confortables, con una cama de matrimonio y baño. Y pueden estar allí el tiempo que necesiten para despedirse de su hij@, incluso pueden bañarlo, vestirle, hacerse fotografías, y les dejan un cuaderno dónde pueden escribir, poner sus huellas, o lo que deseen. Me parece hermoso, y humano. Un espacio dónde empezar a asumir y salir del hospital con un duelo bien empezado. Es muy triste que aquí no sea normal tener ese trato deferente y respetuoso hacia las familias. Se hace muy duro salir de golpe al mundo, con los brazos vacíos, y aterrizar en una casa, que normalmente, está cargada recuerdos. Algunos hospitales y personal sanitario empiezan a concienciarse, pero el protocolo «normal», no lo tiene en cuenta. Y, realmente, cuando no te queda nada de tu hij@, tener cualquier cosa suya es un recurso vital para poder elaborar el duelo. De hecho, los psicólogos así lo aconsejan, e incluso animan al personal sanitario a que ofrezcan y les expliquen a los padres que les irá bien conocer a su hij@. Creo que es importante guardar un recuerdo bonito del día que nació, ya que lo que pesa es la parte nefasta, y es sanador tener algo positivo a lo que agarrarse. Al menos, para mí, es importante tener la imagen grabada de nuestro hijo, fue lo único bueno de ese día.

***Se me hacía muy larga la entrada, como de costumbre, así que, en esta entrada os cuento los resultados de la necropsia de Aritz.

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Abrazos mamíferos ❤

 

Eventos de Octubre, mes internacional de la conmemoración y toma de conciencia de las pérdidas gestacionales, perinatales e infantiles

Octubre es el mes de la concienciación por la muerte gestacional, perinatal e infantil, un mes especial en el que podemos aprovechar para visibilizar nuestro dolor, y de paso honrar a nuestr@s hij@s. Por eso, como algun@s habréis visto, he cambiado mi fotografía de perfil en facebook y twitter, por una de cuando estaba embarazada de Aritz. Usando la app. que encontraréis en twibbon.com, la he coloreado de azul y rosa, con el hastag: #goPINKandBLUE. Una bonita campaña en la que podéis participar si os apetece. Así es como han quedado mis fotografías:

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Uma manita, cada año concentra a las familias en Madrid, y hacen diversos actos en conmemoración a nuestros hijos.  Este año, el Día del recuerdo 2015 (en este enlace encontraréis toda la información) es el 3 de Octubre en el parque Juan Carlos I a las 17:00h. Este año, están tramitando poder plantar un árbol, y además como en años anteriores, habrá camisetas y bolsas (puedes registrarte en el link para tener tu pack de bienvenida), corazones y estrellas para dejar como recuerdo, chapas…  y las familias podrán llevar o hacer su banderín personalizado en memoria de su/s hij@/s, entre otras actividades.
En Catalunya, la organización Petits amb llum (aquí encontraréis la información), realizarán la Diada el sábado 17 de Octubre, de 10 a 14h. Habrá juegos inflables para los pequeños, venta de manualidades, bar y la mesa de Información de la Asociación. A las 13:30h. leerán el Manifiesto y se hará la suelta de globos. Disfrutad de la jornada, a la que tampoco podré asistir!
También tienen programados los distintos GAM (grupos de ayuda mutua) de este mes. Los grupos se reúnen en Barcelona:
* 3 de Octubre a las 11AM: GAM nuevos embarazos en el Centro Cívico Can Deu.
* 14 de Octubre a las 7PM: GAM Duelo en el Centro Cívico Guinardó.
* 31 de Octubre a las 11AM: GAM Duelo en el Centro Cívico Can Deu.
Cada mes los van haciendo, y para  participar en ellos debéis enviar un email a la organizadora de cada grupo, podéis consultar los detalles en su facebook.
Se realizarán también encuentros en otras localidades como Lleida, Teruel, o Zaragoza. Para consultar información al respecto, podéis visitar la página de Materinidad Arcoíris. Si no podéis asistir, en esta página hay un email de contacto, por si queréis enviar un mensaje para vuestr@ hij@ o bien hacer una pequeña cartulina para que la suelten en un globo.
Otra iniciativa que me ha parecido preciosa y por eso os lo quiero contar, es el evento de Ola mundial de luz 2015, anunciado en facebook por la revista online Mirar al cielo (sitio muy interesante dónde se habla sobre la infertilidad, pérdidas en el embarazo y muerte perinatal). El 15 de octubre es el día mundial de la concienciación sobre la muerte gestacional y perinatal. Su propuesta es sencilla y muy simbólica, se trata de encender una vela en memoria de nuestros bebés, todos a la vez, desde distintos países, a las 7 de la tarde, y que compartamos ese momento (#octubremesdehablar #rompeelsilencio #habloporqueimporta#oladeluzmundial).
¿Qué os parece, os apetece? Yo que soy muy de poner velitas ya me he unido al evento 🙂
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No se si me he dejado algún evento, si alguien sabe de alguno más, sean en España o fuera ( ya que me leéis desde muchos países ), os agradeceré que me lo hagáis saber y lo añadiré a la entrada. El objetivo de éste post es que estas actividades lleguen al máximo de familias posible, así que me ha parecido buena idea recopilar la información. He ido un poco justa de tiempo, ya que algunos son dentro de pocos días, así que no he podido avisar de que voy a mencionar vuestras páginas o grupos. Espero que os parezca bien la idea, y por supuesto si he cometido algún error o no os parece bien que os incluya, podéis hacérmelo saber y modificaré lo que haga falta.
Os deseo un feliz Octubre enviando mucho amor a nuestros pequeños. ❤
L@s que podáis asistir a algún encuentro (yo no puedo), espero que lo disfrutéis, encontréis apoyo, y soltéis mucho. Y si os apetece, compartid por aquí como ha ido la jornada 😉

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Abrazos mamíferos ❤

Puerperio sin Aritz

Los primeros días sin nuestro hijo en mi vientre fueron un doloroso proceso de reubicación. No me sentía cómoda viéndome en el espejo, no me reconocía, mi cuerpo estaba en un impás. No sentía ése cuerpo como mío. La ropa que llevaba durante el último mes me quedaba grande, y la de antes no era tampoco mi talla. Después de dar a luz, se me ensancharon mucho las caderas, un par de tallas de golpe, así que no me iban mis pantalones. Mi nuevo físico me desconcertaba, tenía sentimientos contradictorios al respecto. Por un lado no me gustaba mi barriga recordándome su ausencia, pero también la veía con nostalgia, cómo un único recuerdo suyo. Mi útero palpitaba, encogiéndose, sentía cómo todo se reubicaba y descedía lentamente… Era descorazonador sentir movimientos dentro de mi que me recordaban tanto a mi hijo. La primera ducha sin él, la primera comida, la primera noche… Cada acción y todas las siguientes me recordaban que él no estaba con nosotros.

Cada vez que me quedaba un rato sola, lloraba, me hundía, me enfurecía, me desbordaba la cruda realidad y me consumía la impotencia. Yo dejaba las lágrimas salir, y pasaba horas en la más profunda tristeza, vivéndola, dejándole el espacio que necesitaba. Cuando mi pareja notaba que había estado llorando, me abrazaba, me acompañaba y nos desahogábamos juntos.

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Los desajustes hormonales propios del puerperio, ya te dejan bastante emocional aunque no hayas tenido un parto traumático. Y cuando no tienes a tu bebé para compensar con ésos subidones de oxitocina y endorfinas, la situación y la carga hormonal te superan. Los días de sangrado y los dolores de los entuertos lo hacían más insoportable. Es mucho tiempo, y quieres retomar el ritmo habitual, pero el cuerpo te recuerda tus limitaciones.  Estaba no-embarazada, pero tampoco me ubicaba en ningún punto del ciclo menstrual. Me hacia sentirme todavía más perdida, ajena a mi cuerpo. Estar casi durante cuarenta días expulsando todo aquello que acompañaba a mi hijo dentro de mi, era como despedirme lentamente, día a día, de lo poco que en éste mundo físico quedaba de él. Ahora me doy cuenta de que, simbólicamente es sanador, el cuerpo tiene su ritmo, no pasas de cero a cien en un día. Es un proceso paulatino de reencuentro contigo misma y de adaptación a la nueva realidad.

Un par de días después del parto, tuve un poco de fiebre, y se empezaron a hinchar mis pechos… Mi mente, y mi cuerpo esperaban a mi hijo, todo estaba preparado, y él no estaba. Tuve leche durante un par de semanas, fue doloroso físicamente, y emocionalmente devastador… Pero de ésto ya hablaré en otro post más detalladamente. Además, como os conté en la entrada Resultados de la necropsia de Aritz, tuvimos que hacer las gestiones para autorizarla, lo que supuso tener que volver a ese hospital dos días después del parto, ver a mi ginecólogo, y volver para recoger los resultados un mes más tarde.

La primera semana, cogí un resfriado fortísimo, y también me apareció un eccema muy molesto en la cara. Además tenía mucho dolor pélvico.  Aprovechando que hablé con mi comadrona, le pedí cita para verme, revisarme y hablar un poco. Me hizo un tacto para ver si se iba cerrando el cuello del útero, y me hizo muchísimo daño. Le insistí en que el dolor que tenía me preocupaba, que lo tenía desde antes del parto. Cada vez que orinaba, me sentaba o levantaba, sentía fuertes pinchazos. Así que me hizo una tira de orina y salíó que tenía infección. Me indigné, ya que lo intuía, mi ginecólogo me dió largas los últimos meses del embarazo (habiendo tenido infecciones recurrentes durante el embarazo), llevaba un par de meses quejándome, yendo a urgencias, y no hicieron cultivo hasta que fue demasiado tarde…

Empecé a notar también, que además de sangre, empecé a expulsar unos trozos de tejido de un par de centímetros. Me preocupé, ya que mi ginecólogo traccionó el cordón umbilical, y eso podría haber hecho que quedasen trozos de placenta, con el peligro que éso conlleva. Me agobié mucho, no quería volver a ése hospital, y la posibilidad de tener que pasar por un legrado, después de todo, me ponía de los nervios.

Conseguí que me diesen hora un par de días después para una ecografia, para descartar que hubiesen restos. Mientras tanto, y gracias a la asociación Dona Llum, tuve la suerte de que una comadrona fantástica, me ofreciese su numero personal. Así que pude consultarle a ella, le envié fotografías de lo que iba expulsando, y me aconsejó con mucho cariño y profesionalidad. Me recomendó también tomar probióticos, ya que con los antibióticos (siempre debe hacerse, pero nunca nadie me lo dijo) la flora se desequilibra y por eso después de cada toma, enlazaba con los hongos. Mientras esperaba al día de la ecografia, me dijo que estuviese atenta y acudiese a urgencias si tenía hemorragias fuertes, dolores intensos, mal olor, fiebre… Ella me transmitía seguridad y mucho de soporte emocional, simplemente haciéndome sentir escuchada, y se preocupó de ir sabiendo como evolucionaba. Esa atención tan personalizada y humana no la he encontrado jamás en la seguridad social.

En la ecografía no encontraron restos de placenta, todavía quedaba algo por expulsar, pero se suponía que eran sólo coágulos. Así que volví a casa algo más tranquila, y vigilando los síntomas hasta que acabase la cuarentena.

Pasaron un par de semanas y, aunque noté mucha mejoría después del antibiótico y el probiótico, y conforme fui expulsando los coágulos los dolores aflojaron, no acababa de sentirme bien del todo. Además estaba débil, después de tanto sangrado, seguro que tenía anemia. Así que pedí cita con mi doctora de cabecera. Ella consultó mi historial, y vió que el día del parto me habían hecho citologia y cultivos y di positivo en cándidas e infección de orina. Menos mal que decidí insistirle a mi comadrona y ella me encontró la infección semanas antes, que si fuese por los del hospital todavía la tendría…  Me dijo que los antibióticos que tomé eran los adecuados para la bacteria que tenía, así que la infección debía de estar solventada. Me recetó óvulos para los hongos, pero como no tenía molestias (los probióticos debieron irme muy bien para regular la flora), me dijo que no hacía falta que los usase si no volvían a aparecer.

Fue muy amable, escuchó todos mis síntomas, y me programó analíticas y estudio hormonal para ver como estaba de todo. Me dijo que era normal tener el cuerpo «loco», y que en mi caso, el estrés que había sufrido podía desencadenar que me bajasen las defensas y enfermase. En los resultados me detectaron algunas hormonas alteradas, debido a que hacía muy poco del embarazo y aún tardarían en volver a la normalidad. Las defensas altas, por las infecciones recientes. Y anemia, así que empecé a tomar hierro durante un par de meses.

Después me revisé en el dentista, que me dijo que tenía periodontitis. Debido a las hormonas del embarazo me había avanzado muy rápido. Eso me deprimió bastante, quería estar sana, y me daba la sensación de que no acabaría nunca. Así que me tuve que hacer un raspado completo, muy desagradable y caro, pero era necesario de cara a un futuro embarazo tener las encías sanas.

Sufrí durante meses, pesadillas por la noche y flashbacks durante el día con imágenes del parto. Los días, las horas, los minutos…. se hacían eternos. Deseaba que pasase el tiempo para estar más lejos de ése presente tan doloroso. El peor momento del día era la noche, irme a dormir sintiéndome vacía… se me hacía muy duro. Me había acostumbrado a dormirme hablándole, acariciándome la barriga, darle las buenas noches y decirle cuánto le queríamos… Recordaba como era coger postura en la cama y sentir como él se recolocaba, adaptándonos el uno al otro. Me sentía muy sola sin él, me costaba horrores dormirme.

Por las mañanas no era mucho mejor, despertarme literalmente de una pesadilla, tensa y agotada, y darme cuenta que mi vida era una pesadilla en sí misma. No sabía si era peor seguir dormida o despertarme. Mi pareja, que siempre se despierta antes que yo, iba viniendo a ver si me podía despertar. Me dejaba toda la tregua que pedía, fue muy comprensivo. Vivir ésa realidad era insoportable, todo me recordaba a mi hijo, al parto… Cuando estaba embarazada de Aritz, por la mañana, me quedaba un rato estirada, pendiente de sus movimientos, ésos momentos eran pura felicidad. Después venía mi pareja con el desayuno, y le explicaba orgullosa, todo lo que había hecho nuestro hijo. Así que el cambio drástico de rutinas hacía que por la noche tuviese insomnio, y por las mañanas estaba tan agotada y deprimida que no podía levantarme.

Con mi pareja pude hablar de todo lo que sentía, lloramos juntos todo lo que necesitábamos, y estuvimos muy unidos. Por suerte, él estaba de baja, así que pudimos permitirnos vivirlo en casa, juntos y sin prisa. Desde el principio, tuvimos muy claro que queríamos sanarlo, y quedarnos con la parte bonita. La felicidad que nos trajo su llegada a nuestra vida, como nos unió, la alegría de los meses de embarazo y de cada pequeño avance, todo lo que hemos aprendido… Por respeto a nuestro hijo, no queremos recordarle con tristeza, él nos trajo luz, así que debemos recordarle con una sonrisa. Para poder llegar a ése punto, tenemos que soltar todo lo negativo, y conseguir estar cada día más en paz con lo que sucedió. Tenemos claro que el dolor y su ausencia son imborrables, pero intentamos vivirlo con naturalidad, sin pretender no estar rotos, pero tampoco anclarnos en la rabia o la depresión.

Necesitábamos, nos faltaba, tener un recuerdo suyo. Nos dolía quedarnos con las manos tan vacías. Le dije a mi pareja que quizá podíamos pedir que nos guardasen sus huellas, o una fotografía, y estuvo de acuerdo conmigo en pedirlo. Nos daba miedo que fuese demasiado tarde, pero queríamos intentarlo. Nos hacía muchísima ilusión podernos hacer un tatuaje en su honor con sus huellas. Y lo pedimos, nos costó y no nos aseguraron nada, (os lo cuento aquí). Todavía tenemos pendiente hacernos el tatuaje, en cuanto podamos.

Tanto él como yo, preferimos pasar esos momentos en la intimidad. No quisimos ver ni a familiares ni amigos. A lo mejor otros buscan apoyo, pero nosotros no lo necesitamos. En casa nos sentíamos cómodos, seguros y libres de empezar el duelo a nuestro ritmo. No es que nos encerrásemos en nuestra tristeza, es que no nos sentíamos preparados para compartirlo. Pero, yo parí el 7 de diciembre, así que, en poco tiempo se nos echaba encima la Navidad. No nos apetecía en absoluto. Ése año tenían que ser unas fiestas especiales, con nuestro hijo, y todos nos habían preparado regalos para él. Así que se hacía muy cuesta arriba, nos hubiese gustado posponerlas, parar el tiempo, saltar ésos días…

Poco más de un mes después del parto, el 10 de enero, empecé a manchar un poquito, y tres días más tarde vino mi primera menstruación. Me alegró mucho poder volver a coger el «ritmo», identificarme otra vez con mis ciclos. Fue muy suave, yo siempre las he tenido muy abundantes, de una semana larga y mucho dolor. Las siguientes también fueron así, solamente un día fuerte, un par de manchado ligerito y sin dolor. Me sorprendió gratamente que fuese tan fácil y agradable volver a menstruar. A partir de entonces, ya podíamos empezar la cuenta atrás, 3 ciclos para volver a buscar un nuevo embarazo. Me daba vértigo, mucho miedo… pero era la única ilusión que teníamos a la que acogernos. Así que le echamos paciencia, ganas, ilusión, y valentía. Así que empezamos a hacernos a la idea de hacia dónde iba nuestra nueva vida… y nos ha llevado a reencontrar la felicidad con el bebé que estamos esperando.

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Abrazos mamíferos ❤

Foro: superando un aborto.

Quiero compartir con vosotr@s, para los que no lo sepáis, que el foro http://superandounaborto.foroactivo.com/, es un cálido refugio para familias en duelo. Es un sitio dónde además de participar activamente contando nuestras experiencias o consultando cualquier duda, hay muchísima información. Encontrareis subforos que hablan de infertilidad, manejo expectante del aborto, libros y enlaces de gran ayuda, nuevos embarazos, pruebas médicas, duelo… y podéis usar el buscador para ir a los mensajes que contengan la palabra clave que os interesa. Os lo recomiendo muy mucho, porque en nuestra situación es muy valioso tanto disponer de los recursos y la información, como tener un espacio de desahogo y comprensión.Seguro que si entráis, seréis bien acogid@s ya que allí hablamos el mismo idioma emocional, y tanto l@s administradores como l@s miembros del foro son encantadores. Espero que os sea de tanta ayuda como lo ha sido, y sigue siendo para mi. Desde aquí mi agradecimiento a los fundadores de superando un aborto y a todos sus integrantes, gracias por existir.  Nos leemos, por aquí o por allí 😉

 

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