Hoy toca fotopost para enseñaros la barrigota de 36 semanas 😀
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Abrazos mamíferos ❤
Ya hemos superado las 32 semanas, y a poco de cumplir las 33 ya! 🙂
Esto avanza, da miedo y muchísima ilusión pensar en que ya es muy poquito lo que queda para tenerle en nuestros brazos… Se me hace un nudo en la garganta cuando visualizo ese momento, no puedo creerlo todavía…
Ahora estoy lavando la ropa de la cama, sus toallas, baberos, y toallitas de tela. Poco me queda por hacer, una lavadora más de ropa blanca, lavar la tela de la sillita del coche e instalarla, ordenar cosas, preparar su bolsa y la mía para el hospital, imprimir y enviar mi plan de parto, y comprar algunas cosillas que todavía no tenemos… poca cosa, la verdad.
Pero aunque es poco lo que me queda, veo que pasan los días muy rápido, y que ya la energía me da para poco más que cocinar y mantener un mínimo orden y limpieza en la casa. Suerte que Mamífero me ayuda muchísimo, aunque está trabajando mucho, saca horas y tiempo de sus días de fiesta para hacer lo más pesado de la casa.
Durante estas semanas, como os he ido contando, me vio el ginecólogo, y tenía también una cita con la matrona que ella anuló y pasó a finales de mes. Esta semana conoceremos a mi nueva matrona en el hospital en el que nacerá Biel, y también empezaremos las clases de maternidad, estas con la matrona de siempre.
Tenemos por delante un mes cargadito de pruebas, visitas y clases de maternidad, y me da bastante palo… Tengo ganas de que pase enero, tenerlo todo listo, y simplemente poder esperarle, prepararme para el parto, y relajarme todo lo que pueda.
Así estaba mi barriga a las 31 semanas, ahora es algo más grande, pero no hemos podido hacer más fotos… No se aprecia, pero el ombligo está planito, ha desaparecido xD
Estas últimas semanas la barriga ha dado un buen estirón, aunque algunas personas me han dicho que no tengo demasiada. Yo me la veo grande, y cuando me miden la altura uterina, está dentro de la normalidad. Lo que pasa es que se disimula un poco porque la tengo más ancha que prominente hacia fuera. Creo que es porque, según parece, Biel suele estar en posición horizontal, y la cinturita que tenía ha desaparecido para darle espacio al peque.
Ya los movimientos y las patadas son muy fuertes, y a veces incluso dolorosos, y veo bultos de pies y manitas salir de mi barriga! Ahora los giros son más lentos, parece que le cuesta más moverse, pero sigue dando vueltas ahí dentro. El hipo, que tiene muy a menudo desde el segundo trimestre (hasta 3 o 4 veces al día), ha pasado de ser unos leves saltitos, a que me bote la barriga de manera exagerada 🙂
En cuanto a malestar no me puedo quejar, la verdad. Si que este trimestre es físicamente mucho más cansado, ya no aguanto tanto tiempo de pie, ni sentada tampoco, y hasta por la noche tengo que cambiar de postura frecuentemente porque el volumen y el peso extra incomodan. Pero no tengo ningún síntoma exageradamente molesto, o anormal.
El dolor de espalda es soportable, se me carga con el paso de las horas, lo normal. Habiendo tenido tantos dolores de espalda en mi vida y muchos ataques de ciática, esto no es nada, realmente. De vez en cuando se me resienten un poco los nervios al estar un par de horas sentada, pero se me pasa si me levanto y ando un poco. De vez en cuando tengo alguna rampa en la planta de los pies, o se me montan los gemelos según como muevo las piernas, sobre todo estando en la cama.
Lo más molesto podría decir que es el dolor de costillas según la posición que tome Biel, siento una presión muy grande, pero son ratos. Y luego, como males menores, están la acidez, el peso extra (que apenas he cogido 6 quilos y medio), la poca agilidad, el cansancio, la necesidad de dormir muchas horas para recuperarme, flujo más abundante…. Algo que cada vez siento más, y me angustia, es la sensación de ahogo cuando hago algún esfuerzo, entro en un ambiente muy caldeado, o hablo y hago algo a la vez. Los picores de barriga y espalda solamente los siento días puntuales, y son muy leves, por lo que creo que me está yendo muy bien la manteca de karité.
Algunos días como mucho, y otros apenas me cabe un platito escaso de comida. Y el apetito, lo mismo, algunas veces comería sin parar, y otros como porque toca. Supongo que al tener las digestiones más lentas, hay momentos en los que estoy más vacía, mientras que otras comidas se me solapan con la digestión anterior y por eso no me entran cantidades normales de comida. También debe influir la posición de Biel, ya que en algunos momentos siento el estómago muy oprimido.
Sigo con el hierro, que me sienta bastante mal, pero es muy necesario. Por las noches, sobre todo, se me hace muy pesado en el estómago, y me da muchísima acidez. He descubierto unos cuantos remedios que funcionan bastante bien: comer manzana, zanahoria, almendras, o masticar chicle me calman bastante. Y para los momentos más desesperados: leche. Yo no la tomo, entre otros motivos porque me desagrada mucho el sabor y me sienta mal, así que he tardado en descubrirlo. Lo paso mal tomándola, pero la verdad es que da buen resultado, con un par de dedos de leche, soluciono el problema y puedo dormir.
Hace un par de días me apareció una pequeña almorrana, algo molesta, pero no es dolorosa, ni sangra. Por suerte no tengo problemas para ir al baño que puedan dar lugar a que aparezcan muchas más. Y sigo, claro con las encías sangrando, parece que algo menos, pero siguen mal. Aumenta la presión en la vejiga, por lo que voy al baño más a menudo. No he tenido ninguna contracción, ni siquiera de Braxton Hicks, y si ha habido, ni las noto… Como veis, son síntomas de embarazo muy normales y soportables, estoy contenta 🙂
La semana pasada fuimos a comprar el portabebés, hemos optado para los primeros meses por un fular elástico. Es de algodón, muy suave, y me parece muy cómodo e ideal para hacer piel con piel desde que nazca. Este tipo de fular, al ser elástico, se puede llevar preanudado y colocar después al bebé. Yo quería algo más sencillo para no andar aprendiendo nudos y porque me parecía más sencillo de colocar un mei-tai o una mochila. Me daba bastante apuro el tema de los nudos, pero hablando con Mamífero me animó ya que el se siente muy capaz ( es que es un experto en nudos), decidimos que era lo mejor.
Llegamos a la conclusión después de hablar con varias asesoras de porteo y mamás en los grupos. Estaba ya casi decidida por una mochila que me recomendó una amiga, pero las asesoras me dijeron que no era adecuada para recién nacidos, y que además, los portabebés atados a la cadera hacen sufrir el suelo pélvico. Así que nos decidimos por probar primero el elástico (hasta los 9 quilos) y después, si nos sigue pareciendo la mejor opción, uno tejido (hasta final del porteo). Seguiré investigando si realmente no existe otro portabebés más sencillo de colocar y tenga todas las características que buscamos, sobre todo para cuando sea más grandecito y quiera subir y bajar a menudo.
Este es el fular que hemos comprado, en color naranja para que Biel se relaje como si siguiese dentro del útero, calentito y cómodo. Por cierto, lo compramos en una tienda que se llama La lloba i la lluna, en Vic, la llevan dos chicas muy majas, una de ellas asesora de porteo. Además de portabebés, podéis encontrar ropa artesana preciosa, complementos, y además hacen muchos talleres interesantísimos 😉
No me disgusta mi cuerpo, me encanta estar redondita, pero no me siento especialmente guapa en este embarazo. Será porque voy vestida como una cebolla al ser invierno, con capas y capas de ropa ancha (de Mamífero sobre todo) por el frío. Tengo cara de cansada casi siempre, y cuesta sentirse atractiva en estas condiciones. Además la abstinencia pasa factura, se hace muy largo y pesado… Menos mal que a Mamífero le gusta mi cuerpo embarazado, y se lo toma con filosofía, como algo temporal.
Anímicamente estoy bastante mal, no por el embarazo, porque siento que todo marcha estupendamente. Tengo problemas con alguien muy cercano, he dedicado mucho tiempo y energías estas semanas intentando hacerle ver lo absurda e innecesaria que está siendo la situación, y no ha servido de nada porque se empeña en complicarlo más y más. He evitado el conflicto mucho tiempo, callándome para no entrar en discusiones. Es algo que he sobrellevado durante toda la vida como he podido, y empeora con el paso de los años.
Mamífero y Biel me dan fuerzas para no hundirme, y el consejo que más escucho de quienes conocen esta situación, es que debo tomar distancia, no solo física, sino emocional. Me está afectando demasiado, y siento que afecta a mi-nuestra salud… Es una pena que tenga que pasar el final del embarazo con estas preocupaciones, ansiedad y nervios. Ahora que debería estar más relajada que nunca, preparando y esperando la llegada de un hijo tan deseado… 😦
Me he planteado incluso dejar este blog, ni ganas de escribir tengo… No he hablado apenas sobre esta persona, precisamente por no herirla, e igualmente, se ha ofendido. Pero este es mi refugio virtual, y no lo voy a dejar de momento, porque necesito el desahogo, y me aporta muy buenas sinergias que compensan con creces. Aunque me censure, y me ahorre muchos detalles por no molestar a nadie, me reservo el derecho a tener mi espacio. Y a quien le moleste, que no lea, y menos si es para sacar conclusiones de algo que le han contado, sin saber realmente lo que está pasando.
Esto último no tiene que ver con el embarazo en si mismo, pero si que me afecta emocionalmente. Lo cuento porque no puedo decir que esté estupenda cuando estoy en un momento muy triste. Si no fuese por ese conflicto, creo que me sentiría muy animada porque, por fin, empiezo a creerme que todo irá bien. Tengo las emociones a flor de piel como toda embarazada, estoy agotada, y con los nervios propios de tener el parto tan cercano. Por suerte, apenas tengo miedos, a parte de los grandes (que le pase algo a Biel…). Creo que estoy muy preparada para enfrentarme al nacimiento de nuestro hijo, me siento capaz y fuerte.
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Abrazos mamíferos ❤
¡Hemos llegado a la semana 24!!
Superadas las 23+6, que fue cuando perdimos a Aritz, lo que viene a partir de ahora es nuevo, y muy emocionante 🙂
En la semana 21+6, fuimos a la visita con la comadrona. Escuchamos su latido, pero muy poquito porque el peque estaba de fiesta, se movía mucho y hacía que el cacharrito hiciese ruido y se perdiese el sonido de su corazón. Mamífero lo grabó, y quería colgarlo pero no puedo compartir por aquí archivos de audio, ¿alguien sabe como?
Me ofreció ponerme las vacunas de la gripe y tosferina, a lo que me negué, y tuvimos una larga conversación. Le dije que estaba informada, que no me veía como un grupo de riesgo ni era mi manera de actuar vacunar por miedo a «por si acaso». Las evidencias en las que me baso, así como mis motivos para no vacunarme os los expongo en esta entrada.
Fue un poco tenso… la de la gripe coincidimos en que era prescindible, pero según ella, la ley de Murphy podía hacer que mi hijo enfermase de tosferina (ella está ahí, esperando a que no me vacune…) y entonces YO me sentiría culpable. No me pareció ni argumento, ni buenas maneras coaccionarme mediante el miedo, y más sabiendo que hemos pasado por abortos y perdido un hijo…
Es una decisión que yo ya había meditado y tomado en el pasado embarazo, estando debidamente informada, y no es ético que te amenacen e infantilicen por algo que puedes decidir hacer o no. A eso se sumó un interrogatorio lamentable sobre si vacunaríamos al bebé, algo en lo que ni ella ni nadie debe meterse. Al ver que tanto Mamífero como yo somos muy críticos con la vacunación temprana y sistemática, y tras mucho insistir en las bondades de la vacunar, acabó por decirnos que tenemos suerte, ya que la pediatra que nos tocará es bastante «antivacunas». Como si nos hubiese tocado la lotería con la pediatra, o ella pudiese darnos el «permiso»… La comadrona respetuosa y amable a la que estábamos acostumbrados ha enseñado su lado paternalista, y se ha roto la magia…
Me programó las próximas visitas, la ecografia vaginal y las analíticas del segundo trimestre, con el maravilloso o’sullivan… No me hace ninguna gracia hacerlo por la cantidad de azúcar que hay que tomar, y se que se puede hacer habiendo tomado un desayuno copioso en vez de ese zumo (así lo hacen en muchos países, aunque no todos someten a las embarazadas sistemáticamente a esta prueba link de El parto es nuestro), o bien, controlando el azúcar en casa durante un tiempo.
Pero me he dejado hacer por el método: «azúcar en vena» en vez de pedir una alternativa. Porque sabía que me pondría pegas y solo conseguiría cabrearme, y ya habíamos tenido suficiente con lo de las vacunas. Yo que me paso los días evitando dulces y reduciendo carbohidratos, por salud, (y sobre todo teniendo en cuenta que tengo problemas de encías, y propensión a los hongos durante el embarazo) me voy a tomar la ración de azúcar de un par de días en una sentada… La bebida azucarada contiene 50 gramos, y la OMS recomienda, aunque la mayoría se exceden, que no se superen los 25 gramos diarios. Es una verdadera barbaridad, por nosotras y por nuestros bebés, además de ser una prueba poco fiable en sus resultados.
También nos dijo que empezaba el curso de educación maternal justo al día siguiente, que podíamos ir a ese grupo o empezar con el siguiente dentro de mes y pico. Decidimos ir al de más adelante, ya que ese día Mamífero trabajaba, y queremos ir juntos. En el embarazo de Aritz fuimos solamente a 3 o 4 clases, y fueron bastante bien. El enfoque de mi comadrona es muy pro-parto natural, el primer día nos puso un par de vídeos de partos en casa. Solamente éramos 4 mujeres, y dos hombres, y era agradable ser tan poquitos. Nos preguntó si queríamos epidural, a lo que dos contestaron que rotundamente si, y yo y otra chica dijimos que de entrada no. Ella, habiendo parido 4 veces, nos dijo que había disfrutado mucho más en los partos sin epidural, y que, pese al dolor (que para mi es lo de menos), lo recomendaba.
Fui también al dentista, a hacerme la higiene, y no pudo hacer demasiado. Tengo las encías tan inflamadas y sensibles que no se atrevió a hacerlo demasiado a fondo… Me dijo que lo tengo fatal, y que me tocará hacer otro raspado después del embarazo, cada vez confío menos en sus métodos…
Por lo demás, la barriga me ha crecido de 92 centímetros en la semana 21, a 94 en la 24. Y este mes, he engordado un poquito más, de los 55,600Kg, he subido a 57,400 🙂
El bebé sigue juguetón por las noches, es muy movido, ¡y me encanta! Me encuentro muy bien, sin ardores, ni molestias excesivas, nada más siento la espalda más cargada, sobre todo los días que ando un poco más de la cuenta o hago algo extra.
La madrugada que cumplí las 23+6, vi un poquito de sangre al ir al baño, una gotita de nada, y me asusté muchísimo. Me remonté al primer manchado que tuve con Aritz, y al día del parto… y me entró pánico, pensé que de ahí todo iría mal, que algo pasaba conmigo que hacía que no aguantase el embarazo más allá de esa fecha. Sé que no tiene ningún sentido, que fue una coincidencia, pero me quedé muy intranquila. Lloré y pedí que no pasase nada, hablé con mi hijo, y le dije cuánto le queremos…
Después del mal rato, comprobé que no había sangrado, había sido nada más una gotita, y no tenía ninguna molestia, ni contracciones, por lo que intenté tranquilizarme. Es difícil no preocuparme cada vez que voy al baño, pero no he vuelto a ver ninguna manchita más, por suerte.
Ayer fuimos a comprar las cositas que faltaban con mi madre y mi tía: ¡ya tenemos cuna y armario para el bebé! Nos regalaron además un montón de cosas: toallitas, toalla de baño, sábanas, baberos, una mantita, unos gatitos-sonajero… Y un par de bolsas más de ropa del hijo de una amiga que es preciosa!! (gracias S! ❤ ) Solamente queda por comprar el lote de pañales y el mei-tai, por lo que estoy más tranquila. Mamífero está montando los muebles, y yo ya me voy a poner a organizar cosas y lavar la ropita 🙂
En dos semanas veremos al ginecólogo y me harán también la ecografía vaginal para ver como va el cuello del útero, ya os contaré 😉
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Abrazos mamíferos ❤
Hoy lunes, estoy ya de 21+5, así que según mi app. nos quedan, aproximadamente, 128 días de gestación. Ya hemos superado 151, o sea que es pan comido! El bebé debe de medir unos 28 cm de nalgas a coronilla, y ya debe de estar rondando el medio quilo de peso, una mini personita 🙂
Esta tarde tengo cita para la higiene dental, que no me hace ninguna ilusión porque tengo las encías muy sensibles, pero así me lo quito de encima… creo que va a ser como una película gore… y mañana con la comadrona, que ya es más agradable. Así que Mamífero ha compaginado sus días de fiesta para venirse conmigo de ruta médica, como de costumbre…
Cuando me medí esta semana la barrigota, me llevé una grata sorpresa: ¡ha crecido 3 centímetros!! Aunque no he cogido nada de peso, o sea que el que crece es el pequeñín. El ombligo se me está «achinando», y por la parte de arriba ya está empezando a desaparecer, ¡no hay casi hueco! En este embarazo me está creciendo mucho más la barriga, y a partir de la semana 20, veo que está avanzando muy rápido. Tengo hace un par de semanas, mucha necesidad de comer queso, me lo pide el cuerpo, supongo que está relacionado con el repentino crecimiento del niño.
Había notado que estaba más grande mi barriga, sobre todo por la ropa, que ya no me entran muchos jerséis ni camisetas. Y también porque he empezado a tener la espalda bastante cargadita… Al hacer las cosas cotidianas como fregar platos, cocinar, etc.. me doy cuenta que al tener un espacio (la barriga) de separación que salvar, tengo el centro de gravedad más alejado de la «actividad». Eso hace que estire más los brazos y adopto posturas que me cargan la espalda por la zona de los omóplatos. Así que tendré que ir vigilando la higiene postural… Además, estoy un poco torpe, no calculo bien las distancias con mis nuevas dimensiones, y pierdo el equilibrio con facilidad 😦
Hace un par de días tuve un susto, porque bajé una caja del altillo del armario, y al dejarla caer en la cama, rebotó y fue directa hacia mi barriga. No fue un golpe muy grande, pero me quedé un poco preocupada. En el embarazo de Aritz, me saltó mi gata Maru, jugando, encima de la barriga y no le pasó nada al bebé. Y unque sé que están protegidos ahí dentro por su bolsita, y que no fue gran cosa, una se asusta… En principio me tranquilicé porque el bebé se movía, aunque las primeras horas estuve intranquila. Pero no he tenido ningún dolor ni he manchado, así que no ha sido nada.
Esta semana, he notado un gran cambio que me tiene contenta y hace que me pase largos ratos mirándome la barriguita y hablando con él. Ya se notan los movimientos del bebé por fuera de la barriga, se ven bultitos de un lado a otro, cuando está de fiesta ahí dentro. Y le saludo tocándole y hablando, y parece que le gusta que le siga el rollo, debe ser divertido no sentirse tan solo ahí dentro. Normalmente, me da un golpecito allí dónde pongo la mano, pero desde hace un par de días, tenemos un juego nuevo que él ha inventado. Da un golpe donde tengo la mano, y después otro en otra parte, entonces le hablo y toco allí dónde le he sentido. Él me contesta volviendo a tocar, como si confirmase que sabemos «donde estamos», y da otro golpe en otro sitio… y así repetidamente hasta que se cansa. Y yo me paso el rato disfrutándolo, es algo sencillo que me hace muy feliz, poder interactúar con él.
Ya está tan grandecito que empiezo a notarlo por encima del ombligo y en ambos extremos de la barriga a la vez. A veces me sobresalto porque le estoy sintiendo en un lado, y de golpe me da un golpe en el opuesto, y no me lo espero. A veces, me da tan fuerte que me parece que es algo que me ha tocado por fuera, pero es él, que llama mi atención 🙂
Me he dado cuenta de que es un niño muy nocturno, como su madre. Aunque ahí dentro no haya horarios que seguir, si que tiene unas pautas muy marcadas de actividad. Cuando me despierto, está un rato activo mientras estoy «vagueando» en la cama un poco más, pero en cuanto me levanto, se queda tranquilito. Por el día, mientras que hago cosas en casa sigue bastante quieto, y ya por la tarde noche (normalmente coincide cuando estoy preparando la cena), le empiezo a notar más animadillo, pero a ratos, se calma. Después de cenar, se vuelve a activar, y está un buen rato mientras reposo la cena, jugando. A partir de ahí, empieza la fiesta, y su clímax de actividad es de madrugada, a partir de las 4-5 de la mañana, ¡mi barriga parece un palomitero! Es una pasada la energía que tiene a esas horas, y yo que ya soy de desvelarme, no puedo dormir, tengo que ver que hace… Se puede pasar hasta las 7 de la mañana dando botes y girando casi ininterrumpidamente, ¡que energía!
Me encanta imaginar qué estará haciendo y sintiendo dentro de mí, y me parece que lo pasa genial. Puedo sentir como va de un lado a otro, gira, pega brincos… Y con el espacio que tiene todavía, debe ser un hogar estupendo: calentito, mullido y sin ninguna necesidad por cubrir. Tiene que ser una etapa de la vida realmente feliz estar en el útero… Por eso los bebés se tranquilizan tanto estando en brazos de la madre, con su calor, su corazón, el balanceo continuo, y cerquita del pecho para no sentir hambre. La vida para ellos pasa, de golpe, de tenerlo todo cubierto a empezar a sentir sensaciones desagradables como: frío, hambre, ruido, luces, gravedad, olores, desprotección… Y una vez fuera deben sentir el mundo como un lugar inmenso, inseguro.
Todavía le quedan unos meses de disfrute dentro de mí, y espero darle lo mejor, ahora y después. Lo que nos queda por delante serán unas semanas llenas de alegrías, y complicidad. Ya siento que nos vamos conociendo más, día a día. Estoy disfrutándole mucho, es precioso sentirle tan conectado a mi, y tan vital.
Hace tiempo, vi unas imágenes espectaculares de a la vida en el vientre materno que me dejaron impactada. El autor era el fotógrafo científico sueco Lennart Nilsson (aquí su web) que ya en 1965 logró mediante un endoscopio fotografiar un feto humano intraútero. Las imágenes son preciosas, os dejo este reportaje por si queréis ver más. Además de trabajos sobre naturaleza, cuerpo humano y fondo marino, hizo valiosos estudios con la fotografía microscópica, mostrando virus como el del SIDA o células cancerígenas.
Os dejo con esta preciosa fotografía de un feto a las 18 semanas de gestación, espero que os guste 🙂
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Abrazos mamíferos ❤
Hemos llegado al ecuador, las 20 semanas, el cincuenta por ciento del «trabajo», ¡¡está hecho!!
Estas semanas han sido muy bonitas, sintiendo al/la bebé moverse, cada semana con más fuerza 😀
Cada mañana nos damos los buenos días, pongo mi mano y el/ella me responde, y así me quedo un rato. Si me toco a un lado de la barriga, allí me da un golpecito, y así jugamos. Además solo lo hace conmigo, si el papá pone la mano en un lado de la barriga, y yo me toco el otro, me pega en el lado de mi mano. Es increíble como sabe perfectamente quién le toca… Igualmente, espero que vaya cogiendo más «confianza» con su padre, que nos cuesta mucho que le pille en movimiento.
Fui a la revisión del dentista, y como me temía, vuelvo a tener las encías muy mal… Me deprime mucho porqué en Abril terminé con el raspado… Estoy haciendo todo lo que me recomiendan: enjuague y pasta de dientes para prevenir la inflamación, cepillo interdental, y muy cuidada la higiene y la alimentación… Pero según el dentista es hormonal… ya que sarro es imposible que tenga. Una amiga me recomendó probar el oil-pulling, que consiste en hacer enjuagues de 20 minutos con aceite vegetal una vez al día. He estado haciéndolo un par de semanas con mucha fe, ya que, por más que haga caso a los dentistas, no mejoro para nada. Pero estoy igual… es desesperante. Probaré otros remedios naturales, pero creo, que este problema persistirá mientras esté embarazada. Esto y más os lo conté ayer en Dientes, dientes…
Desde la semana 17 que fuimos al ginecólgo, no hemos tenido más controles ni ecografías. La visita fue muy corta, escuchamos su corazoncito, ni cinco segundos (mira que es «soso» el tio…). Me dijo que el día de la ecografia morfológica, le dijese a la doctora que me mida la longitud del cuello del útero. La verdad es que tengo interés en saber si eso pudo desencadenar el parto prematuro, ya que conozco un par de casos en mi familia de incompetencia cervical. De ser así, para evitar que dilate antes de tiempo, me pondrían un cerclaje o un pesario hasta que se pueda desencadenar el parto con seguridad.
La ecografia me toca a las casi 21 semanas (20+5), y a las 22 me verá la comadrona, y también me haré la higiene dental. Las semanas que vienen serán intensas, ¡la agenda está a tope! Y tenemos muchas ganas, en cuestión de 5 días le volveremos a ver y sabremos si es niña o niño. En el embarazo de Aritz desde el principio tuve la intuición de que era un niño, y así fue. Ahora, me da que es una niña… Además algunas personas me han dicho que han tenido sueños e intuiciones de que es niña… ¡lo sabremos la semana que viene!
Realmente me es indiferente, no tengo ninguna preferencia, así que, nos pondremos contentos sea lo que sea. Lo que más ilusión me hace es poderle llamar por su nombre. Si es niña, tenemos el nombre muy claro, y si es niño, hay un «finalista», ya que su padre tiene uno que le gusta. Y me gusta también a mi, pero no sé, no me he hecho a la idea todavía… Pasé años (antes de buscar el embarazo, y lo que tardamos en concebir) pensando en los dos nombres que elegimos, el de niña, y Aritz si fuese niño. Y como ya hemos usado el de niño, no me ha dado tiempo a pensar en otro nombre. Así que si es otro niño, tocará una buena jornada de reflexión.
Ha sido un mes con algunas visitas de familiares importantes, en la época idónea, ahora que me encuentro tan bien.
Vino mi padre que vive en Tenerife, con su mujer, ya hacía mas de un año y medio que no nos veíamos. En el pasado embarazo no pudo venir, y al menos en este me ha visto ya medio gordita. Estuvieron un día en casa, y volverán el verano que viene, ya para conocer a su niet@.
Otro día fuimos a Barcelona a comer con la madre de mi pareja, que desde mi último embarazo, en Mayo, (el que fue un aborto al final) no nos habíamos visto. Nos hizo una paella buenísima, y nos enseñó todo lo que tenía para nosotros guardado desde el año pasado. Mucha ropa y cosas de segunda mano que nos consiguió mi cuñada (bañera, sillita, carrito, parque de juegos, mochila…), y todo lo que compró para Aritz.
Por la tarde fuimos a visitar a la abuela de mi pareja que vive allí cerca, y se puso muy contenta de vernos porqué nos vemos muy poquito. Volvimos a casa por la noche, con el coche a tope, y la mañana siguiente, estaba todo tan lleno de bolsas que parecía que habían venido los reyes. Estuve un par de días entretenida mirando la ropita, clasificando, haciendo hueco en los armarios… Estas semanas empezaré a lavar y ordenar todo, y tengo faena porque hay muchísima ropa. Tenemos de todo hasta el año del bebé, es una tranquilidad muy grande, les estamos muy agradecidos.
También vino mi prima de Algeciras, a la que no veía desde el verano pasado, con mis tíos y mi madre. Nos trajeron la ropita que mi tía le había tejido a Aritz, y todo lo que compraron el año pasado ella y mi madre. También un montón de ropa holgadita para cuando no me quepa la mía, calcetines de invierno y ropa interior, que ya necesitaba renovarla. Un par de semanas después, volvieron a venir mi madre y mi tía, para ver la ropa de bebé y ayudarme a clasificarla por tallas (me lío mucho, ¡la veo toda tan pequeña!). Además, nos trajeron arroz con bogavante, buenísimo, que hizo mi tía, y un televisor enooorme, que les sobraba, y que ahora reina en nuestro comedor. Nos están ayudando mucho toda la família, ¡no se que haríamos sin ellos!!
En cuanto a síntomas, poco que contar, me encuentro muy bien. Y me alegra que no pueda contaros mucho, es buena señal que todo vaya tan bien. Solamente alguna noche he tenido reflujo y ardor de estómago, dependiendo de lo que cene. Cuando me pasa, lo único que me alivia un poquito es comer manzana. Empiezo a notar la espalda un poco más cargada según que días, pero no es demasiado, el pasado embarazo lo pasé peor. Siempre he padecido de la espalda: escoliosis y cifosis, y mi punto débil es el nervio ciático. He tenido calambres (rampas) en los pies y gemelos un par de días solamente. En el otro embarazo tuve muchas, y eso que me comía hasta 2 y 3 plátanos al día… Y los picores de la espalda persisten. He empezado a poner manteca de karité y parece que me alivia un poco más.
Estoy empezando a comer bastante más, tengo mucho más hambre. Esta última semana he empezado a tener mucho antojo de chocolate, me gusta sólo el negro. Pero como es excitante, dulce (y le hago la guerra a todo lo dulce) y además ácido, no me conviene tomar mucho… Así que me como un cuadradito o dos cuando me entra la gula, y me quito las ganas. Ha empezado la temporada de otoño, y me encanta todo lo que se le asocia culinariamente… Éstas semanas he cocinado y comido con gusto: boniatos ( pollo con salsa de boniato), calabaza… y estoy deseando ir a coger avellanas (por aquí hay muchos avellanos). También me encantan las manzanas al horno (thay muchas para coger por aquí) y ahora que empieza el fresquito, me apetecen calentitas… Van muy bien para la flora digestiva, así que he estado comiendo muchas, junto con yogur natural, sin endulzar. Y ya he hecho caldo para acompañar al mal tiempo. Empieza la temporada de comidas de cuchara, ¡que me encantan!! Sólo me falta comprar castañas y granadas y completaré el menú otoñal!
Durante estas 4 semanas, he ganado un quilo y cien gramos, que creo que es lo adecuado. Y he pasado de los 87 cm de contorno de barriga, a 89. Una semana si, y otra no, aumento un centímetro, y el peso también en semanas alternas. La barriga, como veis en las fotos, ya está bastante grande 🙂
Sigo notando que el/la bebé prefiere el lado izquierdo para descansar. Cuando se mueve me da por todos lados y tengo la barriga bastante centrada. Pero la mayoría de veces que está tranquil@, o dormid@, se me abulta más el lado izquierdo, como si se recostase ahí. Como duermo para ese lado, supongo que se ha hecho su «camita» ahí ❤
Ya no tengo tanto sueño, comparado con el primer trimestre. He empezado a alargar muchísimo las noches. Lo bueno es que, cuando me duermo, descanso bien y del tirón, ya no me despierto a medio dormir con insomnio. Cuando tengo algo que hacer por lo que tenga que «madrugar», lo paso un poco mal, pero luego hago una buena siesta para compensar.Tengo mucha energía y ganas de hacer cosas, así que el tiempo me está pasando bastante rápido.
Emocionalmente, estoy bastante serena. Con los altibajos normales de una embarazada claro, sensible… ¡no me pongas un vídeo de un parto que lloro! Pero lo llevo bastante bien. Haber pasado la barrera psicológica de las 17 semanas, que fue cuando tuve mi primer sangrado en el embarazo de Aritz, y seguir adelante sin ningún síntoma preocupante, me está animando mucho. Cada semana que pasa estoy más aliviada y tranquila. Este embarazo, aunque es de alto riesgo, está siendo físicamente menos duro. A estas alturas con Aritz ya había tenido muchas amenazas de aborto, estaba en reposo, me encontraba muy mal, y al no poder hacer nada, el tiempo me mataba. Ahora me siento saludable, con fuerzas, y con muchísima esperanza de ver que es todo tan distinto, me siento muy positiva. Creo que ya empezamos a ver un final feliz más claro, tanto el papá como yo.
Como veis, por fin nos hemos animado a hacer algunas fotos, que ya tocaba… Espero que os gusten e ir haciendo más para compartirlas con vosotr@s. Espero seguir así de bien, estoy deseando superar la siguiente meta, llegar a las 24 semanas, y vivir a partir de ahí, la parte del embarazo que no pude con Aritz. Tengo muchas ganas de que llegue el frío intenso, y de pasar este invierno bien redondita, abrigada y cerquita del fuego ¡esperando a nuestr@ bebé!
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Abrazos mamíferos ❤
Cuando estás esperando un bebé, la gente conocida, y también completos desconocidos, sienten una necesidad imperiosa de acariciarte la barriga. Existe un magnetismo, una misteriosa atracción hacia las embarazadas, seguramente sea por la ternura que despierta saber que ahí dentro hay un bebé creciendo. Pero sigue siendo la bariga de la mamá lo que tocan… Si vas con tu barriga a una tienda, a la consulta médica o a cualquier sitio, es probable que la gente se acerque, entable una conversación contigo, e incluso se atrevan a tocarte. Normalmente la conversación es siempre igual: ¿de cuánto estás? ¿es niño o niña? ¿te encuentras bien? ¿es el primero?… Tu respondes correcta y sonriente al interrogatorio, aunque sea la enésima vez que te lo preguntan ese día, aunque no te apetezca hablar, tengas prisa, o pienses que ese o esa desconocid@ no tendría porqué saber tanto de ti. También puede ser que tengas un mal día, de esos que no quieres que te miren, (a mi me pasa a menudo y no precisamente porque me sienta mal, soy así de rarita), y te encuentras siendo el centro de atención de las miradas cuando te gustaría pasar inadvertida… Hasta ahí todo bien, no quiero ser grinch, ya sé que ser un poco antisocial es problema mío, y los demás no tienen la culpa. Además no me puedo quejar, estar embarazada es una bendición, y los que se acercan suelen ser amables, y alegrarse por tu situación. Pero me agobia que deje de ser propiedad privada, para ser algo así como un bien de interés turístico, no me adapto.
No suelo ser muy receptiva a conversaciones con desconocidos, no me siento cómoda. Pero entiendo que despierte interés estando embarazada e intento ser amable aunque no me apetezca, por pura convención social. Pero no puedo con la gente que se toma demasiadas confianzas: toca, opina, pregunta demasiado y se mete en jardines… Sobre todo, me siento invadida cuando tocan y no son gente de confianza, ya que lo hacen siempre sin pedir permiso.
Normalmente, la gente no va tocando las barrigas o partes del cuerpo a desconocidos, por eso, no entiendo por qué por el hecho de estar embarazada, se creen con ese derecho. Cuando esperas un bebé, estás más sensible, y a mi, que me ponen tensa estas situaciones, no me gusta que mi bebé sienta que estoy incómoda. Cuando me lo han hecho, siento como se queda quiet@, (me pasa siempre como cuando estoy mal), esperando a que me relaje y me siento doblemente mal por hacerle pasar por eso.
A muchas mujeres no les importa lo más mínimo, les gusta que las miren, las toquen e incluso besen su barriga. Se sienten queridas, mimadas, admiradas por los demás y a gusto con las atenciones que despiertan. Pero a algunas mujeres, no nos gusta nada que nos toquen la barriga. A mi no me gusta el contacto físico con personas desconocidas o de poca confianza, de hecho con las de confianza tampoco soy excesivamente tocona ni cariñosa. Acepto que lo hagan las personas de más confianza, pero no los de fuera. Yo lo vivo como una invasión de mi espacio íntimo. Como si, por las buenas, te tocase un pecho, opinase de lo grande o pequeño que es, si te ves bonita o no con él… Me parece innecesario e incluso de mala educación.
Nunca me ha gustado que me miren, me analicen físicamente, me comparen…. Por desgracia, me lo han hecho toda la vida: por ser demasiado delgada, tener bastante pecho, piernas delgadas, manos huesudas… todo eran juicios de valor hacia mi cuerpo. Y ahora que me he reconciliado con él, veo que siguen opinando sobre mi peso, mi culo, mi barriga… No me parece sano para mí misma ni para los demás, opinar sobre el físico, que es como es. Dirán que soy exagerada, que tengo un complejo, que no es para tanto… Pero nadie le va diciendo a un calvo que tiene poco pelo, a una rellenita que tiene michelines, o a alguien alto que ha crecido demasiado (aunque si lo hagan en broma si tienen la confianza, o a las espaldas por criticar).
Por educación, intentamos no meter el dedo en la llaga, así que solamente pido lo mismo. Si, tengo barriga, es obvio, punto. Creo que la sociedad en general, está demasiado centrada en lo que se ve. Es triste que se comente como tienes el pelo, lo bien que te queda ese vestido, que has engordado o adelgazado… Y tan pocas veces, se tenga una conversación profunda.
Volviendo al embarazo, muchas, nos sentimos abrumadas por tanto comentario, tanta atención, comparaciones, vatinizaciones… Podemos sentirnos extrañas con nuestro nuevo cuerpo, estamos todavía adaptándonos a los cambios. Y antes de que nos hagamos a la idea, ya estamos recibiendo un montón de comentarios, sin que por nosotras mismas, podamos habernos valorado objetivamente. Para algunas, el aumento de peso, las estrías, los cambios permanentes que se puedan dar… son una preocupación, y centrando las conversaciones en lo físico, les podemos generar más ansiedad. Para otras, como me pasa a mi por lo que he pasado, el embarazo es una situación delicada, no estás tranquila. No te interesa estar hablando de cosas superficiales, tienes otras preocupaciones.
La maternidad es un tema profundo y con mucha chicha si te gusta estar informada como a mi. Pero de lo que te hablan es de la ropa, el cochecito, la habitación del bebé, teta o biberón… Te va a cambiar la vida, amenazan, estarás muy cansada, te advierten, aprovecha ahora que después… Cosas que todos hemos dicho y oído cientos de veces, nada nuevo. Sobran tantas frases hechas y consejos que no has pedido, repetidos hasta la saciedad. Pocas veces nos preguntan como nos sentimos, o si lo que nos dicen nos hace bien, o nos agobia más. Estamos sensibles, y podemos sentirnos vulnerables e inseguras, así que, si vas a decirle algo a una embarazada, tiene que ser algo que la empodere, que le de seguridad. Mejor guardar opiniones, consejos, valoraciones, comparaciones y experiencias para cuando ella lo pregunte.
No es mi intención que nadie se sienta mal, sino dar mi visión, mi opinión, mi sentir… Aclaro que, este post no va dirigido a ti: si a ti, que me tocas la barriga con ilusión y lo haces con complicidad porque tenemos confianza. Ni tampoco escribo porqué me han molestado tus consejos, experiencias… Lo dejo en el aire, para que sepáis que existen mujeres que podemos sentirnos incómodas o saturadas con ciertas cosas. Ante la duda, no pasa nada por preguntar. Respecto a tocar barrigas ajenas, incluso si crees que tienes la confianza, puede ser que en ese momento no le apetezca, tenga un retortijón, o no quiera y punto. Normalmente, si una quiere que notes a su bebé, te lo dice: toca, que se está moviendo, o ¿te apetece sentirlo? Así que, no hay que abusar, que la barriga sigue siendo parte de nuestro cuerpo.
Dato interesante: en algunos lugares como en Pennsylvania, tocar barrigas de embarazadas, está penado por la ley. No creo que se deba llegar a este extremo, pero es una muestra de lo invasiva que puede llegar a ser la gente, y lo incómodo que es para muchas mujeres. Ahí lo dejo… http://www.ibtimes.com/pregnant-bellies-are-illegal-touch-says-new-pennsylvania-law-1442756
En mis dos embarazos largos, he tenido la suerte de estar más redondita durante los meses de invierno. Eso me ha dado la ventaja, de poder pasar desapercibida entre abrigos y jerséis anchos, y no tener que estar esquivando manos ajenas. Además, la gente ha sido bastante respetuosa por lo general. No me ha pasado demasiadas veces entonces, pero cuando me han tocado sin avisar, lo he pasado francamente mal. No quieres ser desagradable, pero tampoco debes aguantar y estar incómoda. Muchas veces he pensado, que de habérmelo dicho amablemente, quizá no me hubiese sentido tan invadida, y hubiese accedido, pero el hecho de que se crean con derecho, me pone nerviosa. Así que, por favor, no cuesta nada preguntar, es de buena educación 🙂
espero no tener que hacerme una camiseta de estas…
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Abrazos mamíferos ❤
Estamos muy contentos, ayer 27 de septiembre, (semana 17+5) mi pareja sintió a nuestro bebé moverse por primera vez. Ya hacía días que cuando se movía le avisaba, pero no teníamos suerte, dejaba de patear. Y por más rato que esperásemos no había manera de pillarlo. Además, todavía es tan pequeñit@ que según para dónde se mueva, solamente lo noto yo. Pero, por fin, ayer por la mañana le llamé porqué estaba muy juguetón/a, y lo ha podido notar muy bien. Me ha emocionado poderlo compartir con él, que pueda sentir también a su hij@, y sé que a él también le ha hecho mucha ilusión . Aunque yo le cuento todo lo que siento, tiene que ser un poco frustrante no poder sentirlo en primera persona. No es lo mismo llevarlo dentro e ir notándolo a lo largo del día, que por fuera un, pero es la única opción que tiene, y me encanta que pueda interactuar con su hij@ también.
Los movimientos del bebé, para mí son la sensación más bonita y mágica del embarazo. La tranquilidad que da sentirlo, y esa sensación de conexión tan íntima… es una experiencia única. Doy las gracias por empezar a notar sus movimientos tan pronto, porque me da mucha seguridad.
Es una entrada un poco escueta, pero nada más quería escribirlo para tener un recuerdo, y compartirlo con tod@s vosotr@s.
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Abrazos mamíferos ❤
Los primeros días sin nuestro hijo en mi vientre fueron un doloroso proceso de reubicación. No me sentía cómoda viéndome en el espejo, no me reconocía, mi cuerpo estaba en un impás. No sentía ése cuerpo como mío. La ropa que llevaba durante el último mes me quedaba grande, y la de antes no era tampoco mi talla. Después de dar a luz, se me ensancharon mucho las caderas, un par de tallas de golpe, así que no me iban mis pantalones. Mi nuevo físico me desconcertaba, tenía sentimientos contradictorios al respecto. Por un lado no me gustaba mi barriga recordándome su ausencia, pero también la veía con nostalgia, cómo un único recuerdo suyo. Mi útero palpitaba, encogiéndose, sentía cómo todo se reubicaba y descedía lentamente… Era descorazonador sentir movimientos dentro de mi que me recordaban tanto a mi hijo. La primera ducha sin él, la primera comida, la primera noche… Cada acción y todas las siguientes me recordaban que él no estaba con nosotros.
Cada vez que me quedaba un rato sola, lloraba, me hundía, me enfurecía, me desbordaba la cruda realidad y me consumía la impotencia. Yo dejaba las lágrimas salir, y pasaba horas en la más profunda tristeza, vivéndola, dejándole el espacio que necesitaba. Cuando mi pareja notaba que había estado llorando, me abrazaba, me acompañaba y nos desahogábamos juntos.
Los desajustes hormonales propios del puerperio, ya te dejan bastante emocional aunque no hayas tenido un parto traumático. Y cuando no tienes a tu bebé para compensar con ésos subidones de oxitocina y endorfinas, la situación y la carga hormonal te superan. Los días de sangrado y los dolores de los entuertos lo hacían más insoportable. Es mucho tiempo, y quieres retomar el ritmo habitual, pero el cuerpo te recuerda tus limitaciones. Estaba no-embarazada, pero tampoco me ubicaba en ningún punto del ciclo menstrual. Me hacia sentirme todavía más perdida, ajena a mi cuerpo. Estar casi durante cuarenta días expulsando todo aquello que acompañaba a mi hijo dentro de mi, era como despedirme lentamente, día a día, de lo poco que en éste mundo físico quedaba de él. Ahora me doy cuenta de que, simbólicamente es sanador, el cuerpo tiene su ritmo, no pasas de cero a cien en un día. Es un proceso paulatino de reencuentro contigo misma y de adaptación a la nueva realidad.
Un par de días después del parto, tuve un poco de fiebre, y se empezaron a hinchar mis pechos… Mi mente, y mi cuerpo esperaban a mi hijo, todo estaba preparado, y él no estaba. Tuve leche durante un par de semanas, fue doloroso físicamente, y emocionalmente devastador… Pero de ésto ya hablaré en otro post más detalladamente. Además, como os conté en la entrada Resultados de la necropsia de Aritz, tuvimos que hacer las gestiones para autorizarla, lo que supuso tener que volver a ese hospital dos días después del parto, ver a mi ginecólogo, y volver para recoger los resultados un mes más tarde.
La primera semana, cogí un resfriado fortísimo, y también me apareció un eccema muy molesto en la cara. Además tenía mucho dolor pélvico. Aprovechando que hablé con mi comadrona, le pedí cita para verme, revisarme y hablar un poco. Me hizo un tacto para ver si se iba cerrando el cuello del útero, y me hizo muchísimo daño. Le insistí en que el dolor que tenía me preocupaba, que lo tenía desde antes del parto. Cada vez que orinaba, me sentaba o levantaba, sentía fuertes pinchazos. Así que me hizo una tira de orina y salíó que tenía infección. Me indigné, ya que lo intuía, mi ginecólogo me dió largas los últimos meses del embarazo (habiendo tenido infecciones recurrentes durante el embarazo), llevaba un par de meses quejándome, yendo a urgencias, y no hicieron cultivo hasta que fue demasiado tarde…
Empecé a notar también, que además de sangre, empecé a expulsar unos trozos de tejido de un par de centímetros. Me preocupé, ya que mi ginecólogo traccionó el cordón umbilical, y eso podría haber hecho que quedasen trozos de placenta, con el peligro que éso conlleva. Me agobié mucho, no quería volver a ése hospital, y la posibilidad de tener que pasar por un legrado, después de todo, me ponía de los nervios.
Conseguí que me diesen hora un par de días después para una ecografia, para descartar que hubiesen restos. Mientras tanto, y gracias a la asociación Dona Llum, tuve la suerte de que una comadrona fantástica, me ofreciese su numero personal. Así que pude consultarle a ella, le envié fotografías de lo que iba expulsando, y me aconsejó con mucho cariño y profesionalidad. Me recomendó también tomar probióticos, ya que con los antibióticos (siempre debe hacerse, pero nunca nadie me lo dijo) la flora se desequilibra y por eso después de cada toma, enlazaba con los hongos. Mientras esperaba al día de la ecografia, me dijo que estuviese atenta y acudiese a urgencias si tenía hemorragias fuertes, dolores intensos, mal olor, fiebre… Ella me transmitía seguridad y mucho de soporte emocional, simplemente haciéndome sentir escuchada, y se preocupó de ir sabiendo como evolucionaba. Esa atención tan personalizada y humana no la he encontrado jamás en la seguridad social.
En la ecografía no encontraron restos de placenta, todavía quedaba algo por expulsar, pero se suponía que eran sólo coágulos. Así que volví a casa algo más tranquila, y vigilando los síntomas hasta que acabase la cuarentena.
Pasaron un par de semanas y, aunque noté mucha mejoría después del antibiótico y el probiótico, y conforme fui expulsando los coágulos los dolores aflojaron, no acababa de sentirme bien del todo. Además estaba débil, después de tanto sangrado, seguro que tenía anemia. Así que pedí cita con mi doctora de cabecera. Ella consultó mi historial, y vió que el día del parto me habían hecho citologia y cultivos y di positivo en cándidas e infección de orina. Menos mal que decidí insistirle a mi comadrona y ella me encontró la infección semanas antes, que si fuese por los del hospital todavía la tendría… Me dijo que los antibióticos que tomé eran los adecuados para la bacteria que tenía, así que la infección debía de estar solventada. Me recetó óvulos para los hongos, pero como no tenía molestias (los probióticos debieron irme muy bien para regular la flora), me dijo que no hacía falta que los usase si no volvían a aparecer.
Fue muy amable, escuchó todos mis síntomas, y me programó analíticas y estudio hormonal para ver como estaba de todo. Me dijo que era normal tener el cuerpo «loco», y que en mi caso, el estrés que había sufrido podía desencadenar que me bajasen las defensas y enfermase. En los resultados me detectaron algunas hormonas alteradas, debido a que hacía muy poco del embarazo y aún tardarían en volver a la normalidad. Las defensas altas, por las infecciones recientes. Y anemia, así que empecé a tomar hierro durante un par de meses.
Después me revisé en el dentista, que me dijo que tenía periodontitis. Debido a las hormonas del embarazo me había avanzado muy rápido. Eso me deprimió bastante, quería estar sana, y me daba la sensación de que no acabaría nunca. Así que me tuve que hacer un raspado completo, muy desagradable y caro, pero era necesario de cara a un futuro embarazo tener las encías sanas.
Sufrí durante meses, pesadillas por la noche y flashbacks durante el día con imágenes del parto. Los días, las horas, los minutos…. se hacían eternos. Deseaba que pasase el tiempo para estar más lejos de ése presente tan doloroso. El peor momento del día era la noche, irme a dormir sintiéndome vacía… se me hacía muy duro. Me había acostumbrado a dormirme hablándole, acariciándome la barriga, darle las buenas noches y decirle cuánto le queríamos… Recordaba como era coger postura en la cama y sentir como él se recolocaba, adaptándonos el uno al otro. Me sentía muy sola sin él, me costaba horrores dormirme.
Por las mañanas no era mucho mejor, despertarme literalmente de una pesadilla, tensa y agotada, y darme cuenta que mi vida era una pesadilla en sí misma. No sabía si era peor seguir dormida o despertarme. Mi pareja, que siempre se despierta antes que yo, iba viniendo a ver si me podía despertar. Me dejaba toda la tregua que pedía, fue muy comprensivo. Vivir ésa realidad era insoportable, todo me recordaba a mi hijo, al parto… Cuando estaba embarazada de Aritz, por la mañana, me quedaba un rato estirada, pendiente de sus movimientos, ésos momentos eran pura felicidad. Después venía mi pareja con el desayuno, y le explicaba orgullosa, todo lo que había hecho nuestro hijo. Así que el cambio drástico de rutinas hacía que por la noche tuviese insomnio, y por las mañanas estaba tan agotada y deprimida que no podía levantarme.
Con mi pareja pude hablar de todo lo que sentía, lloramos juntos todo lo que necesitábamos, y estuvimos muy unidos. Por suerte, él estaba de baja, así que pudimos permitirnos vivirlo en casa, juntos y sin prisa. Desde el principio, tuvimos muy claro que queríamos sanarlo, y quedarnos con la parte bonita. La felicidad que nos trajo su llegada a nuestra vida, como nos unió, la alegría de los meses de embarazo y de cada pequeño avance, todo lo que hemos aprendido… Por respeto a nuestro hijo, no queremos recordarle con tristeza, él nos trajo luz, así que debemos recordarle con una sonrisa. Para poder llegar a ése punto, tenemos que soltar todo lo negativo, y conseguir estar cada día más en paz con lo que sucedió. Tenemos claro que el dolor y su ausencia son imborrables, pero intentamos vivirlo con naturalidad, sin pretender no estar rotos, pero tampoco anclarnos en la rabia o la depresión.
Necesitábamos, nos faltaba, tener un recuerdo suyo. Nos dolía quedarnos con las manos tan vacías. Le dije a mi pareja que quizá podíamos pedir que nos guardasen sus huellas, o una fotografía, y estuvo de acuerdo conmigo en pedirlo. Nos daba miedo que fuese demasiado tarde, pero queríamos intentarlo. Nos hacía muchísima ilusión podernos hacer un tatuaje en su honor con sus huellas. Y lo pedimos, nos costó y no nos aseguraron nada, (os lo cuento aquí). Todavía tenemos pendiente hacernos el tatuaje, en cuanto podamos.
Tanto él como yo, preferimos pasar esos momentos en la intimidad. No quisimos ver ni a familiares ni amigos. A lo mejor otros buscan apoyo, pero nosotros no lo necesitamos. En casa nos sentíamos cómodos, seguros y libres de empezar el duelo a nuestro ritmo. No es que nos encerrásemos en nuestra tristeza, es que no nos sentíamos preparados para compartirlo. Pero, yo parí el 7 de diciembre, así que, en poco tiempo se nos echaba encima la Navidad. No nos apetecía en absoluto. Ése año tenían que ser unas fiestas especiales, con nuestro hijo, y todos nos habían preparado regalos para él. Así que se hacía muy cuesta arriba, nos hubiese gustado posponerlas, parar el tiempo, saltar ésos días…
Poco más de un mes después del parto, el 10 de enero, empecé a manchar un poquito, y tres días más tarde vino mi primera menstruación. Me alegró mucho poder volver a coger el «ritmo», identificarme otra vez con mis ciclos. Fue muy suave, yo siempre las he tenido muy abundantes, de una semana larga y mucho dolor. Las siguientes también fueron así, solamente un día fuerte, un par de manchado ligerito y sin dolor. Me sorprendió gratamente que fuese tan fácil y agradable volver a menstruar. A partir de entonces, ya podíamos empezar la cuenta atrás, 3 ciclos para volver a buscar un nuevo embarazo. Me daba vértigo, mucho miedo… pero era la única ilusión que teníamos a la que acogernos. Así que le echamos paciencia, ganas, ilusión, y valentía. Así que empezamos a hacernos a la idea de hacia dónde iba nuestra nueva vida… y nos ha llevado a reencontrar la felicidad con el bebé que estamos esperando.
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Abrazos mamíferos ❤
Van entrando enfermeras, una distinta cada vez, me preguntan cómo estoy y se extrañan de que esté sola. Son muy dulces y amables conmigo. Una de las que me cogían de la mano durante el parto se disculpa por haberle quitado el papel a mi pareja, dice que le vio desbordado, y que alguien tenía que darme ese soporte. Le digo que hizo bien y le doy las gracias. Aparece también la enfermera que estaba llorando, sigue emocionada. Me pregunta si era nuestro primer hijo, y hablamos un rato de cuánto nos costó concebirle, lo esperado que era… Me remueve mucho, pero me gusta poder hablar de él, le da a su muerte la dignidad que merece. Mientras hablamos se me hace más real y doloroso. Nos emocionamos las dos. Me felicita por lo fuerte que he sido, me dice que ya sé lo que es parir. Me empoderan sus palabras, sé que he estado al límite, ha sido la experiencia más animal de mi vida, y lo he hecho sola, me siento orgullosa de ello. He podido parir, haciéndome ésa afirmación, se esfuman todos los actos desempoderantes de mi ginecólogo. Me cuenta que hace poco, su cuñada perdió a su bebé, y que sabe lo doloroso que es. Pienso en todas las familias que han pasado y pasarán por ésto, que injusto…
La cena llega hacia las 7, y aunque todavía no tengo hambre, me irá bien comer porque todavía me siento débil. De primero otra sopa «buenísima», y de segundo, me sorprenden con una tostada de pan de pagés con tomate y jamón serrano. Recuerdo que durante el embarazo soñaba con jamón, y cómo fantaseaba con comerme un buen bocadillo cuando pariese. Mi madre incluso me dijo que me compraría un jamón cuando naciese mi hijo, para que recuperase fuerzas. No puedo parar de llorar, es tan diferente a como lo había imaginado…
Entran las enfermeras del turno de noche, todas están informadas. Pasan por la habitación, se presentan, me preguntan por el sangrado, reponen los goteros, me toman la temperatura y la tensión… Y aprovechan para hacer preguntas más personales. Todas son encantadoras y muy respetuosas, pero me empieza a agotar la dinámica de retomar el tema a cada rato. Cuando estoy mal necesito estar sola y dejarlo ir todo, y tantas interrupciones me cortan el proceso. Mientras tanto, voy hablando con mi madre por whattsapp para que sepa que estoy bien.
Me llegan unos mensajes de mi pareja, me ha mandado fotos de nuestros animales: los tres gatos, camaleón y tortuga, cada uno con un post it diciéndome que me quieren, que me echan de menos, que me recupere… Y una foto suya también, pobrecito, tiene una carita… Me hace llorar y sonreír a la vez su detalle. Es tan dulce, cómo sabe que les echo de menos, necesitaba verles. Les quiero tanto, son mi familia, y se me hace tan extraño estar sola. Hablamos un rato de como nos sentimos, de lo que hemos cenado, le pregunto por los gatos que seguro que están extrañados de que no esté. Le siento muy cerca aunque no estemos juntos. Es domingo, y solemos ver Salvados y El Objetivo juntos, así que me pongo a intentar verlo. Pero la televisión no va muy fina, y tampoco yo lo estoy, así que no me entero demasiado.
Pasa a verme otra enfermera y me pregunta por mi pareja, le digo que vendrá mañana a las doce que es cuando empieza el horario de visitas. Me responde que son muy flexibles con las visitas, y más en mi caso, que si quiere estar allí a las seis de la mañana, ningún problema. Me pongo muy contenta y se lo digo a él, que se alegra mucho de poder venir antes. Me como el plátano que cogí de casa, nos damos las buenas noches e intento coger el sueño. El cuerpo me pide descanso pero la cabeza no me deja… Cuando me duermo, entra la enfermera del turno de noches, que llega con mucha energía. Camina rápida, pregunta, revisa… espero a que me tome la tensión y la temperatura, y me dice que en un rato vuelve a cambiarme algo. Me desvelo hasta que vuelve, una hora más tarde. Durante la noche viene un par de veces más, es imposible descansar.
Por la mañana, sobre las seis o las siete, entra la enfermera del turno de mañanas y yo tengo mucho sueño…Me pregunta de dónde soy, ella es del pueblo de al lado, pero no le suena mi cara. Me desvelo. Hablamos del duelo que debemos empezar, que estas cosas necesitan tiempo y hablarlo mucho. No he parado de hablar del tema en estas últimas horas y de momento ya estoy saturada…
No para de entrar gente a la habitación: la mujer de la limpieza, el que trae los desayunos, más enfermeras… y mucho ruido y movimiento por los pasillos. Escucho a enfermos que se quejan, y bebés que lloran… Es imposible descansar más. Ataco el desayuno con un hambre voraz, pero es tan deprimente… Dos tostaditas empaquetadas, mantequilla y mermelada, odio desayunar dulce… Y un café soluble descafeinado, con leche de vaca, y yo que no tomo leche… Ahora mismo hubiese dado lo que fuese por un café bien cargado de cafeína… Me pongo música en el móvil mientras desayuno, Múm, y me entra la llorera. Siempre que lloro aparece alguien, y vuelven al rato para saber si estoy bien… No me siento a gusto tan acompañada.
Recibo mensajes de mis padres y mi pareja para saber como ha ido la noche. Les digo que no he podido descansar demasiado, pero que me encuentro bastante bien y ya no sangro tanto. Mi pareja se toma un café mientras hablamos, le pido que me traiga un bocadillo, que todavía tengo mucho hambre. Nos despedimos cuando se va de casa para venir al hospital. Se me hace eterno, cada vez que alguien entra miro impaciente si es él. Por fin llega, le he hechado tanto de menos… Nos abrazamos fuerte, y me enseña con orgullo que ha traído dos bocadillos de jamón, uno para cada uno. Nos lo comemos, y me sabe a gloria… Me ha traído todo lo que le pedí: cepillo de dientes, el del pelo, ropa limpia… Viene con dos braguitas para que elija, ya que sabe que algunas ya me quedan pequeñas y no sabía cuál coger. Se lo agradezco y me río con él de su dilema, piensa en todo…
Esperamos al médico, que nos dijeron que pasaría por la mañana, pero no aparece hasta mediodía. Es otro ginecólogo, este es más amable. Nos dice que lo siente, y nos pregunta qué queremos hacer con su cuerpo… Nunca me había planteado estas cosas… No somos creyentes, así que no tenemos la necesidad de enterrarlo ni de hacer ningún ritual. Así que le decimos que se puede hacer cargo el hospital de su cuerpo. Dice que pueden hacer una necropsia para intentar aclarar las causas de su fallecimiento. Decimos que si, que se la hagan, cualquier cosa que pueda darnos información nos interesa. Visualizo que se lo van a llevar, y me quedo absorta… Me arrepiento tanto de no haberle cogido, nunca sabré cómo es su olor… No pude pedir que le sacaran las huellas, una fotografía… No supe reaccionar, estaba superada, y tampoco sabía como quería vivirlo mi pareja. Deberían habernos dejado a solas para hablarlo entre nosotros, hubiésemos decidido estar con él, dignamente, y quedarnos con un bonito recuerdo.
Se le ve incómodo con la situación, dice que para el personal sanitario tampoco es agradable atender casos así. Nos dice que estas cosas pasan, que era inevitable. Que no me preocupe para un futuro embarazo, no tiene que volver a pasar. Voy asintiendo, pero me parece que todas son frases hechas, no me consuelan. No dejo de pensar que todo se desencadenó por la infección de orina, y recuerdo como dos días antes, mi ginecólogo me ignoraba… Ni siquiera quiso hacerme un cultivo para descartarlo. Me dice que pasaré unos 40 días sangrando, que vigile si hay fiebre, que si tengo algún síntoma de infección, o dolor, corra a urgencias. Durante la cuarentena ni baños, ni relaciones sexuales, y reposo. Después de ésos días me revisará mi ginecólogo. Ahora tenemos que esperar a que nos preparen el informe, el alta, y que me quiten la vía para poder irnos.El enfermero llega una hora más tarde para quitármela, cuando lo hace sale un chorro de sangre. Me impacta un poco porque no me lo esperaba, y le comento a mi pareja que tiene gracia que esto me impresione después de toda la sangre que he perdido.
Aprovecho para lavarme, todavía tengo restos de sangre por todo el cuerpo… Quiero ir a casa para darme una buena ducha. Me miro al espejo y estoy pálida, me doy pena… Le digo que parece que me haya escapado del psiquiátrico tan despeinada y demacrada, doy miedo. Me dice que tengo cara de cansada, pero que estoy guapa. Muero de amor, le abrazo. Mientras me visto, me doy cuenta de como ha cambiado mi cuerpo, no tengo la barriga de antes, pero sigue pareciendo que esté embarazada de unos cuatro meses. Le enseño a mi pareja como me va la camiseta que llevaba antes, que me quedaba ceñida, ahora holgada. Los pantalones que tuve que cortar por la cintura porque me apretaban, ahora se me caen.
Cuando acabo, es la hora de comer, traen la comida , los papeles y una encuesta. La comida es horrible, como algo de carne, y una manzana al horno. Quiero irme ya de allí, relleno la encuesta, recogemos, y bajamos a admisiones a pedir cita para dentro de 40 días. En cuanto salimos encontramos a una pareja de conocidos que en seguida nos felicitan por el embarazo, toca dar la mala noticia… Nos despedimos sabiendo que esto volverá a pasar a menudo.
Necesito un café bien fuerte, vamos a un bar a tomarlo. Mientras tanto, hablamos de como me sentí durante el parto, necesito sacarlo, y él me comprende tanto… Comparte mi indignación por el trato que nos dieron. Me dice que tuvo mucho miedo de que me pasase algo a mí también, temía perdernos a los dos a la vez. Cuando acabamos el café, nos dirigimos al coche y él se fuma un cigarrillo. Hace un día soleado, se está muy bien para ser 8 de diciembre. Comentamos lo guapo que es nuestro hijo, al menos lo hemos vivido juntos para poderlo recordar. No me quiero olvidar nunca, me da miedo perder lo poco que me queda de él, su recuerdo…
Siento que todo empieza de nuevo, una nueva vida muy diferente a la anterior. De camino a casa, me doy cuenta de que éramos tres, y ahora somos dos… Estoy por momentos callada, y después tengo una gran necesidad de comunicarme. Supongo que es por la soledad que siento cuando en silencio recuerdo que él ya no está. Creo que él está igual, no habla tanto, pero siento que no le molesto si saco el tema. Estamos de acuerdo en que hemos de hablar todo lo que necesitemos y apoyarnos el uno al otro. Él es positivo, dice que juntos lo superaremos, y le creo, confío en él más que nunca.
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Abrazos mamíferos ❤
Quince felices semanas de embarazo, por fin, ¡ya empieza a correr el tiempo!
Estoy intentando disfrutarlo y a la vez, me pregunto cada día si ésta vez lo conseguiremos. Cuando me asaltan las dudas, me repito que si, que ya está bien de sufrir y me toca. Aunque no me lo creo, porqué se por experiencia que las cosas no se saben de antemano, que no «tocan» las cosas, sino que suceden, imparables. Pero si, intento ser positiva.
Ya he pasado por los temidos tres primeros meses, que han sido muy duros, y por fin me encuentro bien. Ha sido un cambio descomunal que empezó a partir de la semana 12, los mareos y náuseas han ido remitiendo, así como el cansancio. Estoy en el trimestre bonito, el de la tripa que crece y todavía no molesta, el bebé que empieza a moverse… Entro en ésta etapa con muchísimas ganas de vivirla, pero a la vez, con miedo a acercarme a las fechas que me hacen recordar lo que pasó. De momento todo va bien, tan bien como iba en el embarazo de mi hijo. Da miedo, todo era tan normal, como ahora, hasta que no lo fue. Éste es un embarazo que me hace revivir mucho más el anterior, ya que me quedé embarazada un mes antes que en el anterior. Se repiten las fechas, las estaciones, los controles médicos…
Os haré un resumen de como me siento y los cambios que he ido experimentando desde las 12 semanas hasta ahora:
Hace un par de días, justo antes de cumplir las 15 semanas, empece a notar a mi bebé, muy levemente porque es pronto. Ya en el anterior lo empecé a notar con 17 semanas, ésas esperadas burbujitas y remolinos sutiles que te hacen dudar si son tus intestinos trabajando o no, para mi son inconfundibles. Soy muy delgada, quizá por éso lo noto tan pronto, y doy gracias por ello porqué ya sabéis como tranquiliza notarles… Todavía es tan pronto que no es tan seguido como para controlar su bienestar, pero siempre es una sorpresa y un gran alivio. Normalmente lo siento cuando estoy estirada, relajada, y alguna vez estando sentada tranquilamente.
Mi pancita empieza a crecer a ritmo acelerado y me encanta, otra señal de que vamos avanzando. Tengo 85 centímetros de barriga a la altura del ombligo (estando de 15 semanas), y noto como las lumbares empiezan a resentirse un poco con el contrapeso. Me tira la piel, sobre todo la espalda, que me pica constantemente. Con mi hijo usé aceite de rosa mosqueta biológico (que me fue genial, sólo tengo una pequeñísima y casi invisible estría), pero estamos muy justos de dinero, así que he optado por el aceite de oliva, mucho más económico. Éstas últimas semanas tenía la barriga más abultada del lado izquierdo, se veía mucho la diferencia, y en ése lado empecé a notar sus movimientos, así que estuvo «instalad@» en ése lado unas semanas. Ahora ya se me ha igualado, y noto sus movimientos indistintamente hacia ambos lados.
Barrigota a las 16 semanas
Me siento a tope de energía, y éso es genial ya que así pasa mucho mejor el tiempo. Ahora puedo limpiar, cocinar, fregar cacharros, lavar y guardar ropa… cosas simples que antes se me hacían imposible, y ahora me apetece hacer para sentirme útil y mantenerme ocupada. Normalmente estoy bien, aunque si me paso, mi cuerpo me avisa, y de golpe, me entra un cansancio monumental que me hace parar, ya que va acompañado de mareos y náuseas. Así que voy midiendo mis energías, e intentando sobre todo, ir haciendo descansos, no estar demasiadas horas de pie, y no llegar a mi límite.
Continúo durmiendo mucho, ¡todavía más si cabe! ya que al haber subido el útero, no me despierto tanto por las noches a hacer pipí. El insomnio ya es más puntual, alguna noche me paso en vela, pero normalmente duermo del tirón y muy profundamente.
En cuanto a la comida, ya puedo disfrutar de ella, no me dan ascos, y me sienta bien casi todo. Tengo bastante apetito, aunque no tan voraz como en el primer embarazo, supongo que es por que ahora estoy en un peso más adecuado y mi cuerpo no necesita tanto al tener reservas. Alguna noche he tenido ardores, así que intento que las cenas sean suaves, aunque todavía no me puedo quejar por éso. El agua me sienta mucho mejor, y ya consigo beber el litro y medio diario que me toca. No tengo antojos concretos, más bien, hay días que me da por comer algo con muchas ganas, pero no es siempre lo mismo. Exceptuando la paella, que la comería cada día, ¡me apetece muchísimo!! pero tengo que limitarme… Un día la hice, repetí dos platos, y al día siguiente me acabé el resto, y conseguí un tapón en mi intestino como nunca lo he tenido…
No he subido mucho de peso ya que en el primer trimestre perdí un par de quilos, pero los he recuperado y he añadido 700 gramos. En el anterior embarazo gané peso muy rápido, algo más de 10kg, los cuales he mantenido, y me van muy bien, ya que tenia muy bajo peso. Ahora me siento mucho más a gusto con mi cuerpo, siento que es un «regalo» que me hizo mi niño. Los pechos me aumentaron un par de tallas, pero no me han dolido especialmente.
Sigo con los tironcillos y pinchazos de vez en cuando por el crecimiento del útero, pero son mucho más leves que en el primer embarazo. Lo que si es más doloroso son los tirones del ligamento redondo, cuando hago movimientos bruscos o estornudo, pero sólo son un par de segundos. Ya empieza a molestarme un poco la barriga a la altura de las costillas cuando estoy sentada mucho rato, pero no es nada por ahora, en unos meses pasará a ser más serio. Por suerte no he tenido calambres, rampas, ni ciática (a la cual temo porqué la suelo sufrir). Así que estoy aprovechando para disfrutar de lo bien que me siento y la maravilla que es un embarazo.
Emocionalmente, sigo inestable como buena embarazada, tanto para bien como para mal. No estoy de mal humor, pero si que los bajones de ánimos son tan abruptos como los subidones. Hecho de muchísimo de menos a mi hijo Aritz, pero ya no me dan lloreras tan a menudo, le recuerdo con amor y siempre le tengo en mente. Hasta la semana 13 tuve en el móvil de fondo de pantalla su ecografia, me costó muchísimo cambiarla, no podía, ni quería dejar de verle constantemente… pero el hij@ que espero ahora merece que le tenga presente también. Aún ahora se me hace raro no verle a él, pero me llena de esperanza ver a mi otro hij@.
Ya tenemos bastante ropita que nos regalaron y nos dieron del anterior embarazo, la mayor parte la tiene mi suegra (mi cuñada nos hizo el gran favor de conseguir muchísima ropa de amigas suyas), y mi madre me trajo la semana pasada una cajita llena de las cosas que ella y mi tía nos compraron. Mi tía, que es una artista, tejió unos cuantos conjuntos preciosos, con sus patucos y gorritos a juego, que son una preciosidad. Y ahora que me encuentro tan bien, quiero ponerme a hacer espacio en mi armario para la ropita, lavarla y ordenarla. En cuanto mi pareja esté menos ocupado (ahora solamente tiene un día de fiesta) iremos a ver a su madre y nos traeremos la ropa que tiene, que todavía no hemos podido ver. Me hace mucha ilusión imaginarme como le quedará, y empezar a darle un espacio en casa.
En mi anterior embarazo, desde el principio tuve infecciones de orina, y al tomar antiobióticos, me atacaba la molesta cándida. En éste, de momento la infección de orina no ha aparecido, pero si que empecé a tener malestar, picor e irritación en la vulva. No tenía claro si era infección o si era que tenía irritación por la progesterona que me hizo aumentar el flujo y eso me podía producir hongos también… Así que se lo comenté a mi comadrona, y me dijo que me aplicase la crema que había usado en mi anterior embarazo para los hongos, un par de veces durante cinco días, a ver si mejoraba. Y si, ¡funcionó!
Ahora lo que más me preocupa son mis encías, por lo que iré al dentista la semana que viene. En mi anterior embarazo tuve mucha inflamación y sangrado, en la revisión del embarazo no le dieron mayor importancia ya que es muy común. Pero después del parto fui a revisarme y me dijeron que tenía periodontitis, con lo que tuve que hacerme un raspado completo, muy caro y desagradable, pero quise solucionarlo para tener las encías sanas en un futuro embarazo. Después del tratamiento mejoré, pero poco a poco he ido notando que iba empeorando otra vez, sobre todo desde que volví a quedar embarazada. Los primeros meses casi no podía lavarme los dientes porqué me hacía vomitar todavía más, y el cepillito interdental que me aconsejaron usar, ahora es casi imposible que me lo pase, ya que me duele y sangra mucho la encía… Así que ahora me aterroriza ir a la consulta, porqué se que no lo puedo dejar, pero también que si tengo que volver a hacerme el tratamiento es un riesgo añadido. Además de que estamos muy mal de dinero, y no hace ni 6 meses que invertimos en mi boca…
En cuanto al seguimiento, tengo consulta con mi ginecólogo dentro de dos semanas, y la siguiente, será la ecografía morfológica. En la anterior visita con mi comadrona, pudimos escuchar su corazoncito, fue una alegría… Ella que es un cielo, me dijo que si en algún momento me angustiaba, podía ir al CAP el día que pasa visita, y aunque no tuviese cita, en un momentito escucharíamos los latidos para que me quedase tranquila. De momento no he sentido la necesidad, pero me reconforta mucho pensar que si algún día me preocupo, ella podrá atenderme ya que entiende por lo que estamos pasando.
En la siguiente entrada os seguiré contando mis experiencias, espero que positivas 😀
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Abrazos mamíferos ❤
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Debido a mis experiencias en busca de la maternidad, tengo muchas historias que me apetece compartir. Espero con ello, ayudar a madres y padres que como nosotros, no lo están teniendo fácil. Me propongo visibilizar ciertos temas como las pérdidas perinatales, el duelo por ellas, el duro camino de la infertilidad, y la violencia obstétrica. Desde el respeto a todas las opciones, ya que lo que cada mujer elija libre y debidamente informada es la mejor opción, me inclino por un embarazo y parto conscientes, en los que se informe y respete el deseo materno, sus tiempos y los de el/la bebé y se empodere a la mujer. Nosotras gestamos, nosotras parimos, nosotras decidimos.
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