Black Friday, Rebajas, Navidad…

Otra gran estafa del capitalismo: vamos a hacer que suban nuestros beneficios, y baje vuestro capital. Y lo mejor, estaréis contentos por haber comprado a menor precio (ejem, no hace falta que os explique las estafas del BF o las rebajas ¿no?) ése artículo que en realidad no necesitabas, pero es que ¡estaba tan barato!! 3037653871_05aa6aa8b9_b.jpg

Este invento se creó para que los comercios, que en ésta época andaban en números rojos, diesen un resultado positivo a fin de cuentas (números negros, por eso Black Friday). Además, se anima a empezar antes con las compras de Navidad, por eso de que ahora está más «barato».  Pero en realidad, lo que hacemos es comprar dos veces, porque seguro que algo te falta por comprar todavía antes de Navidad. Y se acaba adquiriendo algo que no te planteabas comprar, por lo que, se gasta más de lo previsto sin que te des cuenta.

Recordemos, también, que después de Navidad vienen Rebajas, con sus Re-rebajas. Y así van empalmando todo el año, entre temporadas, y festividades de regalar o consumir masivamente. Hace poco pasamos Halloween-La castanyada o Tots Sants, pero durante el año tenemos numerosos momentos en los que se incita a gastar: San Valentín y Sant Jordi en Catalunya, dia de la Madre, del Padre, vacaciones de verano, cumpleaños, santos…

imagesPensareis: eso impulsa la economía, eso está bien. No del todo. ¿Quienes se benefician realmente? Los pequeños comercios, o autónomos no se pueden permitir hacer campañas como el Black Friday o rebajar tanto sus artículos. Son medidas que solamente pueden tomar quienes facturan mucho, y mueven tanto producto, que lo consiguen a precios ínfimos, por eso pueden «rebajarlo». Una pequeña empresa, un autónomo o artesano, no puede reventar los precios, porque del pequeño beneficio que le genera una venta, tiene que dedicar un gran tanto por ciento a costes.

Cuando consumes, por norma general, no estás ayudando a tu vecino, en la mayoría de ocasiones ni siquiera a tu propio país, aunque lo compres en el centro comercial de tu ciudad. Si hacemos un poco de investigación, y vemos desde dónde viene el producto, quién (por no entrar en el como) lo fabricó, quien lo distribuye y de dónde es la empresa en la que lo compraste. Veremos que ese producto seguramente ha «viajado» mucho (poco ecológico), y no ha generado casi ningún beneficio a nivel local, como mucho, el puesto de trabajo de el/la dependient@ que te lo vendió. Y con eso, no se impulsa un país, porque cuando la economía está de capa caída, esos son los primeros puestos de trabajo que desaparecen.

Siempre que veo actos masivos de consumo, pienso: en las cosas necesarias no hay rebajas, por ende, todo lo que compres en rebajas, es prescindible. En la comida, la tarifa de la luz, el alquiler-hipotecas, el gas, los libros de texto, gasolina, medios de transporte, o algo tan básico como el pan… Cosas tan necesarias y de consumo diario-obligado, no nos harán rebajas, porque saben que lo consumiremos igualmente.

En las campañas de recogidas de alimentos, por ejemplo, no hay un 2×1: pague uno y done otro. Ahí no hay rebaja, no se impulsa el consumo solidario. La gente no acude masivamente a donar nada, y es comprensible dada la economía de muchas familias. Deberían ser las mismas empresas que deshechan tantos alimentos, las que lo diesen a un fondo de ayuda social. Debería ser de ley que cuando a un agricultor o ganadero no obtiene beneficio por vender su producto (debido a la especulación capitalista del mercado), ese fuese a parar a quien lo necesite, cueste lo que cueste su transporte.

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Los que me conocéis, sabéis que no compro nada que no necesite, que me duele el consumo por lo que implica tanto a nivel ético como por el medio ambiente. Algún capricho me pego, claro que si, pero son contados con años entre medias. No es que no pueda permitírmelo, que también porque no nos sobra dinero, sino porque mi lógica me lo impide si no es necesario.

 

Por eso, alucino cuando veo lo loca que se vuelve la gente en días así, en rebajas, o en Navidad.  A veces creo que no soy de este planeta, no entiendo a la gente que necesita una tele mejor, un móvil cada año, renovar el armario o una prenda de ropa para una día particular, gastar medio sueldo en regalos de Navidad cada año… De hecho, cuando salgo a la calle el día de Reyes me deprime ver los contenedores a tope, me da tristeza. ¿Soy la única que es consciente de que es una barbaridad la basura que se genera año tras año?

No suelo hacer regalos, (si, soy lo peor), exceptuando a nuestros sobrinos la Navidad pasada, y algún otro de manera puntual. De hecho, me duele que me los hagan por compromiso, no quiero que alguien se devane los sesos pensando ¿qué le gustará? Y que destinen su tiempo y dinero en regalarlo a cualquier comercio. Prefiero hacer y que me hagan regalos cuando son realmente necesarios, o aquellos que sabes que harán especial ilusión, no porque toca.

Hace años que pienso en el tema de la Navidad y como la gestionaré con mi/s hijo/s. Sé todo eso de la ilusión, de la magia, de la carita que ponen los peques cuando ven los regalos… Si, adorable, entrañable. Pero es un mecanismo más para que nos sintamos cómodos ante una realidad poco ética y sostenible. Es excesiva la carga emocional que tienen esos días los niños, el nivel de estrés que les genera, y la saturación material que reciben en poco tiempo.

Cuando era pequeña no era de pedir cosas cuando las veía en las tiendas, o en los anuncios, ni de hacer listas interminables a los Reyes. Me saturaba bastante el peregrinar recogiendo regalos por Navidad, me daba la sensación de que era demasiado, y que no me daría tiempo a disfrutar de todo antes de volver al colegio. Si, se lo que pensáis: soy rara, estoy acostumbrada a que me lo digan.

Creo que las cosas se tienen que valorar y disfrutar a dosis, y si se exceden las medidas, se desequilibra todo. Por eso muchos adinerados son infelices, cuanto más quieren, más necesitan, o menos valoran lo que tienen.

No me gusta la idea de contribuir a ese negocio, la Navidad no es eso, se puede demostrar el afecto de mil maneras inmateriales que no implican jugar a ese juego. Tampoco me parece ético «premiar» con regalos, ni condicionar a que se actúe según las normas para recibirlos.

Eso genera adultos que necesitan ese mecanismo de compensación 354036519_6170784c28_o.jpgcontínuamente en su vida para sentirse llenos. A la sociedad en general me remito: nos deprime quedarnos sin vacaciones, sin ropa nueva, sin darnos «ese capricho que nos merecemos», sin ir al cine cada tanto, sin tomar un café/cerveza/whatever con los amigos… Y en realidad se puede ser feliz con tan poco…

A menudo me preguntan: ¿no te aburres en casa? No, nunca. En tu pueblo no hay «nada»¿No necesitas ir a la ciudad? …¿para qué? Por mi misma puedo hacer un montón de cosas que me entretienen y no requieren dinero. Si, en mi pueblo no hay tiendas, ni cines, ni restaurantes o bares de copas… Pero tiene muchas cosas gratis que en la ciudad no encuentras.

Está bien aprovechar una rebaja para comprar algo puntual que realmente sí necesitamos, el problema es saber discernir si realmente lo necesitamos y no autojustificarnos. Y en eso, tenemos las de perder, porque el márketing es muy poderoso, así como el estatus o sentirse dentro de la sociedad.

Un ejemplo de eso son los móviles, hoy día, si no tienes un móvil con cámara y acceso a internet, estás fuera, ni siquiera te enterarás de que quedan al lado de tu casa porque no tienes whattsapp. Yo hasta el año pasado no lo tenía, porque fui reciclando los movilsaurios que me daban, y solamente conozco a un amigo, que tire con un móvil sencillo: para llamar y mandar sms.

Es triste que sigamos esas normas homogeneizadoras, es una locura seguir en esta línea de consumo, tal como está el panorama… Estaría bien que, al menos, si nos movemos por impulsos y consumimos sin necesidad, lo hiciésemos conscientemente, y no autoengañarnos o que nos engañen. Al menos, podríamos preguntarnos qué vacío intentamos llenar con éso, y qué gana el sistema teniéndonos felizmente ocupados pensando en lo que compraremos.

Felices compras 🙂

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Abrazos mamíferos ❤

 

Mujeres empoderadas = sistema amenazado

Leyendo el blog de El pollito mamífero, que recomiendo encarecidamente, me dio por pensar, todavía más, en los mecanismos de control masivo que hacen que percibamos nuestra naturaleza mamífera como algo que debemos obviar.

Siempre he pensado que las mujeres tenemos poder, ese tipo de poder que no genera riqueza material, sino algo mucho más allá.  El patriarcado junto con el capitalismo, velan para que no nos demos cuenta de eso. Al sistema le preocupa que nos empoderemos, que vivamos según nos dicta el instinto y nuestra biología.

Un ejemplo de nuestro poder, es la lactancia materna. Se han empeñado, en convencernos de que lactar es algo antiguo, que podemos hacerlo con leche artificial, sin problema alguno y con muchos beneficios. No me malinterpretéis, para nada, quiero menospreciar a las mamás que deciden dar lactancia artificial, las respeto, cada una es libre de decidir. Solamente, me gustaría reflexionar acerca de como nos han manipulado para que olvidemos que tenemos algo muy valioso a nuestro alcance.

LA FALSA LIBERACIÓN DE LA LACTANCIA ARTIFICIAL, Y LA ESCLAVITUD LABORAL

Se supone que dar biberón libera, ya que la mamá deja de ser la única que puede alimentar a su hij@. Y como libera, fue visto con buenos ojos por sectores «feministas», ya que podíamos desempeñar nuestra carrera laboral sin estar atadas al hogar. Nos vendieron la equiparación del hombre y la mujer a nivel profesional, cuando todas sabemos que el mundo laboral no es igualitario. Los salarios y las oportunidades distan mucho entre hombres y mujeres, es un hecho. Te das cuenta cuando en una entrevista, siendo mujer, te preguntan si piensas tener hijos, si tienes cargas familiares, si estás dispuesta a flexibilizar y adaptar tu horario laboral por encima de tu vida personal, e incluso, te pueden «obligar» a nivel contractual, a no reproducirte. Primer error: creerse más libres por dejar de ser «esclavas» de nuestros bebés y pasar a serlo de nuestro trabajo.

La verdad, es que impera el interés económico y social, tenernos amarradas a un trabajo, adormecidas y consumiendo. Esto no  va de la independencia económica de las mujeres. Las familias, difícilmente llegamos a fin de mes, así que continuamos dependientes en muchos sentidos. Ya sea de nuestra pareja, de nuestra familia, o de la guardería, necesitamos recursos, cuidadores, pues la conciliación no existe.3580605813_8779e1f294_b

Nos quieren productivas, fuertes y recuperadas del parto, con nuestros hijos en la guardería. De nada sirve que tu instinto te diga que te duele el alma dejando a un bebé lactante lejos de ti 8 o 9 horas, que sabrá nuestro instinto materno, que locas las hormonas…  Debes de ir en contra de eso, y si no puedes, es que estás desequilibrada, depresiva… Muchas madres sienten culpabilidad (incluso los padres la sienten) se sienten juzgadas y obligadas a hacer lo correcto. El sistema quiere que nos sintamos vulnerables, y no nos da medios para conciliar la vida familiar con la laboral. No está en su lista de prioridades buscar una solución colectiva, que compatibilice maternidad e intereses sociales, que sea beneficiosa para todos.

Lo que ha funcionado durante toda la historia de la humanidad para cuidar de nuestras crías, nuestro instinto protector, resulta que ahora, es algo que no sirve para nada. Pero no, no debemos ignorarlo, ese es otro de los grandes errores. Ya lo sé, diréis que hay que trabajar, que muchas familias tienen muchas cargas y no se pueden permitir quedarse en casa. Es cierto, lamentablemente, hay que decidir. El dilema no reside en si debes o no quedarte en casa, sino en que, si te quedas, lo haces gratis. Y no es justo.

Para que nadie se lo tome como una crítica personal, aclaro: no estoy en contra del biberón, ni de las guarderias, ni de los padres que así lo deciden. Mi crítica es hacia el carente apoyo por parte del Estado, que nos da bajas de maternidad ridículas, que no considera oportuno poner medios para conciliar. Dar lactancia artificial, es una opción muy respetable, si se toma libremente, y no por obligación o por el poco apoyo a la lactancia materna. 

LA LACTANCIA ES MUCHO MÁS QUE ALIMENTAR, ES UN DERECHO DEL BEBÉ

No se da valor a los cuidados, a la comida casera, al tener una figura (sea padre o madre) paterna en casa, a la vida en familia, el calor del hogar… Todo es sustituible, se puede pagar una cuidadora, guardería, o los abuelos pueden cuidar a los niños. Se puede comer comida procesada, o salir a comer fuera. Existen muchas alternativas, pero siempre dependes de que lo hagan por ti.

Los bebés necesitan lactancia (materna o artificial) exclusiva hasta los 6 meses, a partir de ahí, sigue siendo el pilar de su alimentación, pero se empieza a complementar con otros alimentos. Tienes volver a trabajar cuando su bebé tiene 4 meses, antes de que se afiance ese periodo. Puedes pasarte a la leche en polvo, combinarlo con la lactancia materna, o bien, extraerte tu leche. Para las que quieren seguir con la lactancia materna, la cosa se complica. El sistema las ha boicoteado, y les sale bien la jugada. Muchas optan por el biberón, o bien por la mixta. Si das fórmula, aunque sea combinada con lactancia materna, posiblemente, haya un descenso de producción al no dar de mamar durante buena parte del día y tener a su bebé lejos. Eso implica tener que dar más tomas de fórmula para que el bebé no pase hambre, lo que agravará el problema. También suele ocurrir que el bebé prefiera la tetina y acabe rechazando el pezón, aunque le des tu propia leche en biberón. Otra vez, tiene mucho que ganar la industria de leche en polvo.

La lactancia, sea artificial o materna, es mucho más que alimento, así que, pasando horas separados de nuestras crías, estamos privándoles de mucho. Es un derecho fundamental de los bebés tener a sus padres cerca. El bebé está acostumbrado desde el vientre a sentirse seguro, contenido, y físicamente cerca de su madre. Así que una separación tan prematura, es un sufrimiento muy grande para ellos.

Necesidad de contacto

Necesidad de contacto

No todos los bebés lo manifiestan, (consultad sobre la indefensión aprendida) y parecen adaptarse. No lo hacemos por su bien, aunque muchos conductistas se empeñen en querer hacernos creer que deben aprender a ser «independientes». Es por el interés en tenernos alienados y emocionalmente distantes del momento tan delicado que es la crianza de un bebé. Debemos de dejar atrás nuestro comportamiento más primitivo, el de proteger a la cría, estar cerca, ocuparnos de su alimentación y todo lo demás en primera persona. Porque seguir nuestro instinto, es ser voluble, no ser racional, y eso asusta, es incontrolable. No queremos ser como los animales, pero somos animales. El sistema nos intenta tener amansados, controlados, adiestrados.

Pero el bebé, libre aún del peso de la sociedad, no entiende esa domesticación, lo único que puede aprender de ello, es que debe ser sumiso y dejar de manifestar sus emociones. Eso no es nada positivo para su maduración, por eso deberíamos poder pasar el tiempo necesario a su lado, hasta que pueda entender que no le vamos a abandonar, que estaremos ahí siempre. Es un aprendizaje que empieza con el gateo, cuando el bebé decide empezar a explorar e ir separándose de la seguridad materna o paterna. Y continúa asegurando esa independencia a medida que va logrando metas por si mismo, pero sigue necesitando el referente protector de sus progenitores cerca.

Lo más respetuoso para ellos, sería que se quedasen a cargo de alguien cuando estén preparados, no cuando nos obliga el permiso de maternidad. En cuanto a permisos, deberíamos tomar ejemplo de países como Suecia (480 días a compartir) o Noruega (392 días a compartir). En ambos países, los padres tienen la obligación de tomarse 70 días por obligación, lo que hace que puedan dar soporte a la mujer puérpera, a la vez que disfrutan y se implican con el bebé.

EL MENOSPRECIO A NUESTROS RECURSOS NATURALES

El cuerpo de la mujer se concibe como algo pecaminoso. Se les pide a las mujeres que cubran su torso porque la sociedad, enferma, ve su pecho como un símbolo erótico, no como lo que son: proveedores de alimento. Se han cosificado, se les ha dado un papel ridículo, para que olvidemos su verdadero valor. Se valora tenerlos tersos, bonitos, sin estrías, por encima de que desempeñen su función: dar alimento y consuelo a nuestros bebés.

Tenemos un recurso maravilloso a nuestro alcance, y lo estamos menospreciando. Le robamos la leche a las crías de otros animales, cuando la leche materna humana es la más indicada para nuestra especie. Seguramente, muchos se negarían a consumir productos lácteos de origen humano, lo verían aberrante. Para mí, lo extraño, es que (dejando a los veganos a un lado), veámos normal consumir carne, huevos, y fluídos de otros animales, y anormal ver a un niño de 5 años mamar.

Hace tiempo leí que una doctora había hecho yogur con sus propias bacterias vaginales, que son lactobacilos, como las de los yogures convencionales. La gente se echó las manos a la cabeza, la insultaron, y no aprobaron su experimento, alegando que la vagina contiene otras bacterias y podía llegar a ser perjudicial. Obviamente, de comercializarse ese producto, se realizarían tomando únicamente la parte de la flora bacteriana beneficiosa, pero la idea no cuajó. A mi, me pareció de lo más interesante, e informativo, investigar sobre los recursos naturales de nuestra propia especie.

Sabemos que los animales son maltratados y están en condiciones lamentables en las granjas exhaustivas, hacinados, a tope de antibióticos, sucios, infelices… Pero preferiremos un queso de dudosa calidad, fermentado con microorganismos de origen animal, al que podamos hacer con la leche de una mujer sana y de confianza. Yo lo veo muy contradictorio… No se como lo han hecho para hacernos ver la realidad tan distorsionada.

LA LECHE MATERNA ES UN RECURSO INFINITO QUE PUEDE ABASTECER A MUCHOS

Después de parir a mi hijo, ya fallecido, ya os conté en «Puerperio sin Aritz» que mis pechos se llenaron de leche. No sabéis cuanto me dolió desaprovechar ese recurso, pensar que lo estaba dejando perder… Dolía verla gotear de mi, e ignorarla, dejarla ir, como si fuese algo malo. Mi cuerpo la había preparado, tan valiosa, y nadie podría beneficiarse de ella. No tengo ningún hospital cerca con banco de leche, nadie me hubiese apoyado, tendría que haber comprado un sacaleches, conservarla y desplazarme lejos para donarla. Quizá no la hubiesen aceptado siquiera, o me hubiesen mirado como si estuviese loca por querer ayudar en mi situación. Pero os aseguro que me hubiese beneficiado mucho saber que la leche de mi hijo podía alimentar a otro bebé que la necesitara. Me hubiese liberado del peso de sentir que mi leche estaba allí para nada.

Hablando con mi pareja sobre esto, me ha dicho, que es curioso que nos paguen por donar óvulos o esperma, pero nadie compre leche materna, siendo algo tan valioso. El culpable, como siempre, es el poderoso caballero y patriarca mayor, don dinero. Con nuestras células reproductivas se puede hacer negocio, se pueden «vender» hijos a parejas con problemas de infertilidad. Genera beneficios, por tanto, pagan por ello.

Puedes donar tu leche, es un acto de generosidad, precioso, poder compartir algo tan valioso e insustituible. Pero es un bien tan escaso, que una mamá que la necesite no podrá ir a comprarla o a pedirla sin más, se da en casos extremos. Si todas donásemos, todos los bebés podrían beneficiarse de la leche materna. Pero tener bancos de leche bien abastecidos, implicaría dejar de consumir leche artificial, así que, no es buen negocio.

Dar el pecho, es un acto antisistema, es autoabastecer a tu cría, e incluso a otras, es estar al margen del consumo.

Virgo lactans

Virgo lactans

Tenemos en nuestras manos el poder de autogestionar la alimentación de nuestros hijos, el tiempo que deseemos, somos peligrosas para la industria. Muchas mujeres creen que la producción de leche es limitada, o que va decreciendo con el tiempo, e incluso deja de ser nutritiva. Errores que nos hacen interiorizar. En algunas culturas, es normal ver a niños de avanzada edad mamar. Es un recurso valioso y gratuito que se puede mantener hasta que ambos (madre e hij@) lo deseen. 

Podemos abastecer a muchos, pero nadie se lo plantea como algo deseable. Darnos ese poder, es incompatible con la estructura económica de la industria alimentaria, por eso, nos han convencido de que es mejor una alternativa láctea, que nuestra propia leche. Sería peligroso sabernos tan necesarias para la sociedad. No nos lo pueden permitir, arruinaríamos a muchos empresarios, y sacaríamos pecho, nunca mejor dicho. Nos sentiríamos como lo que somos, algo valioso para nuestra especie. Quizá demandásemos derechos, compensaciones por hacerlo, como una baja maternal digna. La mujer empoderada es un peligro para el sistema. 

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Preciosa fotografía de lactancia en tándem

 

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Abrazos mamíferos ❤