Puerperio con y sin bebé

Desde que llegó Biel no puedo evitar comparar los embarazos, partos, y  sobre todo, este puerperio con el de Aritz, que distintos… Del embarazo ya he hablado durante todos estos meses, y del parto tengo pendiente escribir largo y tendido; así que me centraré en los post-partos por hoy.

Tampoco puedo evitar comparar a mis dos hijos, me emociono al mirar a Biel, que tiene los ojos iguales que su hermano, achinaditos como Mamífero. Según como lo mire, sobretodo mientras duerme, parece que esté viendo a Aritz y me parece tan bonito que pueda revivir esos instantes en que vi su carita…

El tercer día cuando me había subido la leche, me di una ducha, y al verme los pechos tan hinchados, recordé como me sentí cuando mis pechos se llenaron y Aritz no estaba. Reviví el vacío, el dolor de tener el cuerpo preparado para alimentar a mi hijo y no tenerle a él. Comparé la subida bestial que tuve con Aritz: que me produjo fiebre, quemazón y dolor durante días al no poder vaciarlos; con la plácida llegada de la leche con Biel: sin dolor, con mi hijo saciado y mi satisfacción al poder alimentarle. Tan diferente estaba siendo todo, que lloré de pena y de alegría a la vez, de tanta espera y tensión acumulada estallé, y solté…

Los loquios, es decir, la sangre y restos que se expulsan después de dar a luz, también han sido distintos. Con Aritz fueron más días, con coágulos, y un nudo en el estómago cada vez que veía la sangre que me recordaba lo vacía que me había quedado. Con Biel apenas me ha molestado, y la cantidad de sangrado disminuyó pocos días después del parto, pasando a ser un manchadito ligero.

Los entuertos, esos dolorcillos que son mini-contracciones para reubicar el útero y que vuelva a su tamaño, han sido mucho más efectivos al dar el pecho. Con Aritz sentía como me palpitaba el útero de tanto en tanto, recordándome las pataditas que ya no sentía. Se me hizo eterno el proceso, y la barriga que tantas emociones removía, parecía que no disminuía nunca. Tres meses después del parto, recuerdo perfectamente como me puse un vestido ajustado y se notaba tanto, que temía que me preguntasen si estaba embarazada…

Esta vez, sin embargo, los dolores de las contracciones al dar el pecho eran potentes, pero creo que no duraron ni una semana, lo mismo que tardó en desaparecer la barriga. En pocos días me quedé con el mismo peso que antes del embarazo, y ni un triste michelín de reservas de energía me ha quedado. Ahora soy feliz al poder vestirme con la ropa de siempre, mientras que en el postparto de Aritz me quedé en un limbo de no estar embarazada pero seguir barrigona.

En este postparto inmediato he sufrido las hemorroides más terribles que he tenido nunca, fruto de un expulsivo brutal de 5 horas, que han sido la secuela más molesta. Además también de unos puntitos por un desgarro de primer grado, ya que Biel salió bruscamente con ventosa… Suerte que tengo el suelo pélvico y el periné en muy buena forma y no he tenido mayores consecuencias, porqué con lo que llegué a empujar… Los primeros días sentía los bajos inflamadísimos, y no era para menos, porque tener el aparato ahí metido succionando un buen rato, y el tirón final, sin anestesia, y de golpe, fue muy doloroso.

Luego quedaron por curar los puntos, que molestaban al sentarme, levantarme, al estar mucho rato andando sentía presión, y escocían, además, uno de ellos estaba al lado de mis amigas almorranas. Para curarlos me lavaba con agua y jabón, y los primeros días también con infusión de tomillo, y secaba a conciencia con gasas estériles. Usé compresas de algodón ecológico y sin plásticos para que estuviese bien aireada la zona y sin productos agresivos. Y algo que me fue muy bien, tanto para los puntos como para las hemorroides, fue un gel de lidocaina, un anestésico local que me calmaba un poco el dolor. A los 10 días más o menos, dejaron de doler, pero picaban muchísimo y sentía la zona muy tirante, sobre todo después de lavarme. A los 15 días ya habían desaparecido y  las molestias también, solamente se perciben unos bultitos allí donde estaban.

El agotamiento y los dolores han sido llevaderos, supongo que las hormonas y tener a nuestro hijo me han ayudado mucho. Las primeras semanas sentía que los bajos me pesaban, mucha presión, como si se fuese a salir todo por ahí… Sobre todo después de andar un rato, al agacharme, sentarme, tener a Biel en brazos o en el fular un par de horas en pie…Esas molestias supongo que eran de la salida tan abrupta por el canal de parto, y desaparecieron también a partir de la segunda semana. Creo que la recuperación han sido buena y ràpida, y en gran parte se debe a que me sentí muy cuidada y respetada en el parto,  por lo que no he tenido que sanar emocionalmente ninguna herida, y he tenido mucha suerte en lo físico.

Con Aritz tardé mucho en recuperarme físicamente, tuve dolores pélvicos durante tiempo, tan molestos que pedí que me revisasen con una ecografía para ver si quedaban restos o algo estaba mal. Además tuve infección de orina, cándidas, una gripe, el cuerpo trastocado, la mente desubicada, las hormonas locas, además de anemia y la dichosa periodontitis. Me sentía agotada, tenía muchos achaques y síntomas que seguramente se magnificaban por la situación emocional en la que estaba. Puérpera, pasando mi cuarentena sin bebé, y escuchando desde primer momento eso de: eres jóven, ya tendrás otro.

Cuidar de un bebé es difícil, agotador física y mentalmente, y hemos tenido algunas crisis durillas, con lloreras y desesperación de mamá Mamífera al no saber que hacer. No tenemos tiempo para hacer lo mínimo, no duermo más de dos o tres horas seguidas, incluso menos, y estoy en un bucle permanente de: teta-pañal-consolar llantos y volver a empezar… Hay momentos en los que te preguntas hasta cuando aguantarás, pero, no se como, tiro adelante. A ver como se me da cuando me quede sola… supongo que simplemente, sobreviviré.

Pero, en general, el cansancio, la tristeza, el malestar, los dolores… todo, está siendo infinitamente más llevadero, más dulce, hasta los peores momentos, no tienen nada que ver. Tener a nuestro hijo con nosotros me da fuerzas para aguantar el dolor, el sueño, la desesperación y cualquier bache que venga. En cambio, sin Artiz no tenía dónde agarrarme, solamente por amor a él y por Mamífero me prometí seguir adelante.

 

 

Dulce espera…

Sigo con Biel en la tripa, y he pasado muy buena noche, sin contracciones, o al menos no tan fuertes como para que me despertasen.  Por la noche, antes de acostarme si que tuve, coincidiendo, como siempre, con las horas en que Biel más movido está. Ayer por la tarde-noche caí rendida y hice una siesta pre-cena que me fue muy bien. Igualmente, he dormido muy profundamente y muchas horas, casi 12, ha sido reparador. Ya sin ningún síntoma de constipado desde ayer, me siento a tope de energías y me encuentro muy bien en general.

Sigo manchando poquito a poco,  muy poca cantidad, y casi siempre después de ir al baño. Ya no es tan líquido como ayer, por lo que pienso que puede ser que lo que esté expulsando sea el tapón mucoso. Es más consistente y en vez de tener un color rosado es marroncito y a veces con hilillos de sangre. Por lo que se, si es el tapón, tampoco es indicativo de que se vaya a poner en marcha o no el parto. Estamos en las mismas, puede ser dentro de unas horas o todavía tardar semanas. Preferiría que fuese más pronto que tarde, pero no me angustia, que sea cuando él decida.

Me veo y no me reconozco, no solamente por los cambios físicos, sino por la tranquilidad con la que estoy pasando estos días. Yo siempre he sido nerviosa, ansiosa y algo impaciente, y siempre me había imaginado en el final del embarazo con incertidumbre y atacada.

Me acabo de exprimir un zumo, y tal como lo he dejado en la mesa le he dado un golpe (torpeza máxima de preñada) y la he liado mucho, manchándolo todo, pijama y manta del sofá incuidos, y el suelo que tan limpio estaba, anegado…no ha quedado ni una gota para beberme, pero ni me he inmutado, ni he maldecido, lo he recogido todo, me he cambiado de ropa, y a otra cosa. Así de zen estoy.

Creo que alguna hormona fantástica me está ayudando a que esto no sea así porque no me creo lo bien que lo llevo. Puedo tener la mente en blanco sin problemas, estarme estirada mirando el techo una hora sin darle vueltas a nada. Es genial, porque los nervios no son nada buenos para ponerse de parto 🙂

Además tengo la tranquilidad de que todo está preparado, (por fin conseguimos imprimir el plan de parto e instalar la sillita en el coche!!). Si hay que ir al hospital, solamente tenemos que coger las bolsas e ir a recibir a nuestro hijo. Normalmente me pondría nerviosa el simple hecho de no saber, de tener que improvisar un viaje de madrugada al hospital, pero ahora es algo que deseo con ilusión, sea a la hora que sea.

Está haciendo un tiempo estupendo, primaveral, y disfruto mucho de la buena temperatura, del silencio, de los momentos en casa sola que luego no tendré. Esta mañana he salido a recoger la ropa de ayer y a tender la lavadora de hoy en manga corta, espectacular. Disfrutando del solecito, escuchando los pájaros cantar, y con todas las ventanas y balcones de la casa abiertos, disfrutando del aire templadito. Los gatos están contentos también con este clima tan agradable, tomando el sol y oliendo el aire de la calle.

Hoy Mamífero me ha dado dos buenas noticias tal como me he despertado, que bien sienta eso!! Le han dado 3 días de fiesta de lunes a miércoles, porque no se fían de que que haya más falsas alarmas. Nos va a ir muy bien para hacer cosillas para animar la cosa, a ver si Biel quiere nacer, y con la tranquilidad de tener al papi en casa. Además, el martes tenemos ecografía y miércoles otra vez monitores, así que ya nos va bien. La segunda, y mejor noticia es que ya han hecho el recuento de días que podrá estar en casa cuando nazca el peque, juntando los días de paternidad con las vacaciones. En total, serán 35 días fantásticos para estar los tres juntos conociéndonos y adaptándonos a la nueva realidad. Me emociono mucho al pensarlo, ¡serán las mejores vacaciones que hayamos hecho en años!!

Vosotras como llevasteis la recta final, ¿de los nervios, o modo zen? ¿me contáis vuestras experiencias con la expulsión del tapón mucoso?

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Abrazos mamíferos ❤

 

Pródromos de parto, ¡falsa alarma!!

Ya llevamos unos días en los que todo el mundo está en vilo, a Mamífero en el trabajo le preguntan los compañeros cada día, y la jefa si le ve andando con prisas ya piensa que me he puesto de parto. Se acerca la luna llena, y ayer la miraba pensando que va a ser la última que pase con Biel en mi tripa. Según me ha dicho hoy Mamífero, ayer al atardecer que vimos la puesta de sol, él estaba pensando que a lo mejor era la última que veía sin Biel aquí fuera. Antes de ir a dormir, me preguntó como estaba, porque voy teniendo dolores al largo del día y por la noche aumentan, y está pendiente de ir corriendo al hospital. Siento que hay muchas expectativas, y me sabe mal que él esté intranquilo, y todos los que están pendientes también.

Yo la verdad es que estoy muy zen, lo estoy llevando mucho mejor de lo que pensaba. No tengo ansiedad, ni me preocupa cuando va a ser, solamente tengo ganas de que pase, y lo espero con ilusión. No tengo miedo, ni me preocupa el parto. Se que va a ir bien, Biel está sano y que nos tratarán estupendamente. La verdad es que he pasado más nervios durante el embarazo, o antes de las ecografias que ahora que esto ya llega a su fin. Pienso en que se acaba este embarazo tan duro y siento paz, alivio y tranquilidad, no me angustia en absoluto.

He estado un par de días resfriada, hacía muchísimo que no cogía nada, y ha llegado en el momento más pesado del embarazo… Ayer por la noche estaba rara, que es cuando me da el bajón, dolor de cabeza de la mocosidad, y contracciones, así que no le di más importancia. Esta madrugada, además de los despertares de costumbre, a las 3 me ha dado una arcada, que no ha llegado a más, pero el estómago se me ha quedado revuelto hasta la mañana.

Me he despertado poco antes de las 7 con dolorcitos  suaves como de costumbre y la barriga revuelta, pero no me ha parecido nada fuera de lo normal. Me he tomado un vaso de leche de arroz para que se me asentase el estómago con la intención de intentar después, dormir algo más. Entonces he notado que mojaba las braguitas, pensaba que era flujo pero al notarlo más líquido he mirado, y he visto que estaba teñido con algo de sangre, color rosadito.

He respirado hondo y no me he puesto nerviosa, me he agachado para comprobar si salía más (por si había roto bolsa), y no parecía salir en mucha cantidad. Al poco rato he tenido dolores como de regla, pero era muy suavecitos. Mi guardiana Maru se ha pegado a mi ronroneando, y Flip me vigilaba a un palmo, ambos sintiendo que estaba rara, pero tranquilos, dándome paz. He avisado a Mamífero que se estaba preparando para ir a trabajar, y le he dado un buen susto, pobre… Su reacción a los pocos minutos ha sido vomitar en aspersión el café que se acababa de tomar. Que pena me ha dado que estuviese tan nervioso, y a la vez me ha parecido muy cómico, sobre todo porque la ha liado parda al no poder aguantarse. Después de esto, Maru se ha ido a darle mimitos a Mamífero que estaba peor que yo xD

No sabíamos que debíamos hacer, lo que si que tenía claro es que quería comprobar que no fuese fisura o bolsa rota, para no correr riesgo de infección como pasó con Aritz. Así que he llamado al hospital, y he hablado con la matrona de guardia, muy amable, que me ha dicho que lo mejor era que fuésemos y lo comprobarían.

Mamífero ha avisado en el trabajo, y como no tenia dolores fuertes, hemos ido con la calma, esperando a ver si las contracciones se hacían más fuertes y rítmicas. He intentado desayunar, pero nada más me ha entrado un yogur. Luego hemos acabado de pasar la música que quiero tener para el parto, preparado la comida y las últimas cosas que llevar al hospital, hemos dejado a los gatos con suficiente comida y agua… Y nos hemos pegado una ducha, a ver si se activaba la cosa con el agua caliente, y pensando en ponernos guapos y limpitos para recibir a Biel.

Al principio estábamos casi convencidos de que aquella era la última ducha con Biel en mi barriga y que volveríamos a casa con él en brazos, ¡que ilusión pensar en eso!! Pero después de la ducha los dolores han disminuido, y ya hemos empezado a pensar que a lo mejor nos volvíamos a casa poco después. De camino me ha entrado mucha hambre y he podido desayunar, mejor ir con las pilas cargadas por si acaso.

Hemos llegado casi a las 11 de la mañana al hospital, había bastante gente en urgencias con una hora y media estimada de espera. Pero a mi en seguida me han llamado y tras cuatro preguntas de rigor, nos han pasado a paritorios. Una auxiliar de enfermeria me ha tomado las constantes, y después ha venido la matrona de guardia. Me ha tomado una muestra del líquido para comprobar si era o no fisura, y me ha puesto los monitores media hora para ver como iba.

He tenido unas 4 contracciones en ese tiempo, y el corazón de Biel respondía bien. El resultado ha dado negativo, o sea que no he roto bolsa, así que me ha hecho un tacto para ver si había empezado el trabajo de parto con esas contracciones o si no. Ha sido muy doloroso y me ha recordado a los tactos horribles del embarazo de Aritz… Con el agravante de que la mujer ha tenido que apretar muchísimo para llegar al final (me ha pasado como a mi compañera del Pollito Mamífero…). Y cuando no se llega al final, pues claro, es que el cuello está posterior y bien cerradito…

La conclusión ha sido que no estaba en trabajo de parto, sino con pródromos, con el cuello algo acortado, pero todavía no en marcha. El manchado, según la matrona, se debería a que las contracciones que voy teniendo ya están ablandándolo y por eso sangro un poquito. En resumen: que podíamos volver a casa, y a esperar que las contracciones sean más seguidas y dolorosas. Eso puede ser hoy mismo, como me puedo pasar así un par de semanas más, así que a echarle paciencia, e intentar ayudar a que se ponga en marcha la cosa (chocolate, andar, risas, amor, canela, hacer sentadillas…).

De momento sigo manchando lo mismo, y con los dolorcillos que para mi no son de parto, esperando que vayan a más. Y mientras tanto, tengo a Mamífero atacado y preocupado por si me pongo o no de parto, ¡que mal me sabe!! Creo que ahora intentaré dormir algo no vaya a ser que por la noche esto se active y me pille con la batería baja.

Ahora lo que me preocupa es seguir sangrando durante muchos días(dados los antecedentes de mi anterior parto) y no saber hasta qué punto es normal. Se por experiencia que por más que aumente el sangrado, si el cuello sigue cerrado, me harán volver a casa, y no quiero que pase como con Aritz que acabó con infección por la fisura de la bolsa y desprendimiento de placenta por las contracciones.

Esto de estar dudando creo que es la peor parte… lo bueno es que el bebé ya está cocinado, y si me pongo de parto no hay problema. ¿Vosotras tuvisteis muchas falsas alarmas?

 

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Abrazos mamíferos ❤

 

Embarazo: 38 semanas, hoy monitores.

Hoy, de 38 semanas he ido al primer registro de monitores, y ha salido genial. Consiste en estar durante 30 minutos con una sonda que registra el latido del bebé, y otra que mide las contracciones, ambas atadas con unas cintas elásticas alrededor de la barriga. También te dan un aparatito con un botón que debes presionar cada vez que el bebé se mueve. Con esta prueba, se ve como influyen las contracciones en los latidos del bebé, y si se está moviendo con normalidad, así se sabe si el peque lleva bien esos cambios sin sufrir.

Los latidos de Biel perfectos, ha estado bailongo como siempre, y a veces se salía de la sonda de los latidos y no se le escuchaba hasta que volvía. Ha salido alguna contracción pero muy flojita, y gracias a eso, ahora se cuando me dan, porque la verdad es que casi ni las notaba. Las que tengo por la noche o cuando hago un esfuerzo son más fuertecitas y esas si que las tenía controladas, pero se ve que voy teniendo de las suaves durante el día también. Según la matrona, buena señal, se va preparando el asunto 🙂  El resultado del estreptococo ha salido negativo, cosa que me alegra muchísimo, así pasamos de antibiótico. La muestra de orina está también correcta, así como la tensión y sigo en el mismo peso. La semana que viene, si no me he puesto de parto antes, volveremos a hacer los registros.

Hoy, después de un año sin tomar café (aunque en realidad ya no tomo desde hace unos años, solamente alguno en días puntuales), me ha dado un antojo irrefrenable y me he dado el lujo. Eso si, descafeinado, porque ahora me afecta muchísimo la cafeína, y con leche de avena, y me ha sabido a gloria!! Lo he tomado en la calle, ya que ha sido un día bonito de sol y buena temperatura. Este invierno el abrigo casi ni me lo he puesto, y menos mal, porque ya me cuesta cerrarlo, voy embutida e incómoda con él.

Hemos ido después a comprar un par de cosas al super, y he encontrado algo magnífico!! Unos rollos adhesivos de papel reflectante y pizarra. Hemos cogido los dos, ya que tengo en mente montarle a Biel una habitación rollo Montessori con el espejo, la pizarra y los juguetes a su altura. Todavía queda mucho para eso, pero se que es algo que me costará encontrar, y hemos aprovechado la oportunidad.

Luego, hemos ido a darle una buena limpieza al coche, que ya le tocaba, por fuera y por dentro.  Ya está listo para instalar la sillita de Biel!! Y la siguiente misión era intentar por enésima vez imprimir mi plan de parto, que siempre que lo intentamos fracasamos… Para eso, hemos ido hasta otro pueblo, y nos hemos dado un paseo yendo por el camino largo de curvas en vez de por la carretera, disfrutando de la montañita y la vista de nuestros Pirineos.

Biel ha disfrutado un montón, no se porque, pero le encanta ir en coche, no para de moverse siempre que nos montamos. Lo malo es que con las curvas va de un lado al otro de la panza y he tenido algunas contracciones y he acabado con la barriga cansada. Ya sabemos que hacer si al final no me pongo de parto, seguro que ir a hacer un poco de curvas ayuda 😉

Lo malo ha sido que cuando hemos llegado al pueblo, el locutorio estaba cerrado… así que la misión imprimir plan de parto sigue en el aire. A este paso, me pongo de parto sin tenerlo… A ver si mañana Mamífero tiene suerte (ya lo ha intentado 3 veces sin éxito) y lo puede imprimir cuando salga del trabajo.

Nos hemos vuelto para casa, y justo cuando hemos llegado, ha llamado el paleta para venir a arreglar las humedades. Así que, genial, ha rascado, dado una capa de no se que, y más tarde ha vuelto a poner masilla. Mañana que estará seco, volverá a pintar, así que ha sido rapidísimo, ¡que tranquilidad tenerlo casi hecho!! Me ha confirmado que seguramente el agua es una filtración de la fachada, no es por humedad en el ambiente. Se ve que en otros pisos han tenido muchos problemas también, de todo tipo, y está trabajando en varios de ellos en el edificio. Quisieron entregar los pisos con prisas (típico) y el resultado es que van saliendo las pifias tiempo después.

Esta semana estoy mejor que la pasada en cuanto a energías y dolorcillos varios, gracias a que estoy descansando bien por las noches. A última hora de la noche estoy hecha una piltrafilla, pero es algo normal a las alturas en las que estoy.

Este ha sido el resumen del día, os pongo también un par de fotos con Mamífero y mi cara-pan, y del delicioso primer café del año 😀

 

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Abrazos mamíferos ❤

Más síntomas de embarazo

Después de publicar la entrada de ayer, me di cuenta de que me dejé varias cosas por contar. No son de gran importancia, pero son síntomas y sensaciones que quiero tener recopilados en el blog, para cuando quiera revivir el embarazo, y así de paso, me contáis si os pasan o han pasado también.

Algo que me agobia bastante es la falta de aire, que hace meses que me pasa, pero cada vez es más y más angustiosa. Empezó siendo un ahogo cuando subía escaleras, o hacía algún esfuercillo, lo normal en un embarazo. Y ahora es mucho más fuerte, y me pasa haciendo cosas mínimas, como estar demasiado rato de pie. Sobre todo ahora que Biel pesa sus dos quilos y pico, y se mueve más cuando estoy de pie, siento como se me cansa la barriga con sus zarandeos y me cuesta respirar.

Me pasa también cuando entro en sitios que tienen calefacción, ya de por si la tolero poco, me entra mucho agobio del contraste de temperaturas, y ahora además, me pongo colorada y siento que me falta oxígeno. También si estoy mucho rato sentada, con la presión en las costillas siento que no lleno los pulmones del todo. Como mejor estoy es estirada de lado con las piernas semiflexionadas y un cojín entre ellas, pero también se me resienten las lumbares y el culo por el peso extra. Cualquier postura mantenida demasiado tiempo me acaba dando algún dolorcillo, así que tengo que estar cambiando a cada rato.

Por suerte ni los dolores de espalda ni la ciática me están dando mucha guerra, lo normal siendo el final del embarazo, estirando bien, vigilando la postura y los movimientos, lo llevo bastante bien. Imaginaba que lo pasaría peor con eso ya que siempre he tenido muchos problemas.

No está siendo un invierno especialmente frío, por lo que no me abrigo demasiado y evito los golpes de calor. También siento que por las noches tengo calores, duermo sin ropa apenas, braguitas y camiseta de tirantes, y cuando me despierto para ir al baño en medio de la noche, siento la piel ardiendo, sobre todo la barriga, no llego a sudar, pero desprendo muchísimo calor corporal. Sé que es normal estar alta de temperatura durante todo el embarazo, pero últimamente lo noto más que en meses anteriores.

Otra cosa que me pasa, de esto hace mucho, es que cuando bebo agua, o tomo algo fresquito Biel pega botes. Es debido a que como le queda el estómago encima, debe de sentir el frescor, y se queja pegándole golpecitos al vecino de arriba. Es algo normal que les pasa a casi todas, pero me hace gracia. Especialmente desde que se que está en cefálica, y que justo debajo de mis costillas está su culete, por lo que me lo imagino notando el frescor en las posaderas, y revolviéndose indignado.

Hace un par de semanas, calculo que desde que se giró y encajó la cabeza, me apetece mucho sentarme modo indio. Con las piernas cruzadas y bien abiertas, algo que siempre he hecho, pero que ahora me lo pide el cuerpo, como si necesitase darle más espacio. Creo que hace un efecto similar al de la pelota de pilates, que hace que se encaje bien abajo.

En estas últimas semanas también, he escuchado los movimientos de Biel. Es decir, cuando se mueve bruscamente, me suena la tripa, como un ruido hueco de vísceras (una especie de clic), no se como describirlo…

Han vuelto las náuseas, no son tan fuertes como en el primer trimestre por suerte, ni de lejos. Pero si que por las mañanas con el estómago vacío me dan asquitos, y algún día me han entrado ganas de vomitar, aunque no lo he hecho. Sobre todo cuando como de prisa, Biel se mueve mucho, o tengo muchísimo hambre. También ha regresado el olfato perruno, se ha vuelto a agudizar como en el primer trimestre, por suerte, no vomito con los malos olores ni me mareo tanto con los perfumes como las primeras semanas.

No he tenido ni una contracción, ni una!! Ni dolorosas, ni de Braxton Hicks, ni un amago de dolorcillo por el estilo, ni la barriga dura, ni me duele la barriga cuando me canso o Biel se mueve bruscamente… Nada de nada. Dicen que muchas ni las notamos aunque las tengamos, vete a saber. Yo espero seguir así al menos hasta que cumpla las 37 semanas. Se que son normales, que preparan el útero, pero yo soy feliz sin sentirlas. Ya tuve muchas en el embarazo de Aritz, y nunca fueron de las indoloras, pasé directamente a contracciones de parto dolorosas desde la semana 17. Así que no se ni como son las que no duelen. En este embarazo creo que me libraré de ellas hasta el parto o poco antes.

Y bueno, los topicazos del embarazo que están desde primer momento y seguirán son:

  • Muero por un bocata de jamón, es lo primero que quiero cuando haya parido. Cuando paso en el supermercado por la sección de ibéricos, o por alguna tienda de embutidos de por aquí, babeo, literalmente… El cuerpo me lo pide, es superior a mi.
  • Me río mucho, risa tontorrona y fácil que es difícil de parar cuando me da. Es de lo mejor que tiene el embarazo, me pego unas risas con Mamífero, e incluso sola!! que ni estando contentilla, es muy divertido.
  • Me desconcentro mucho, no puedo acabar los libros que tengo a medias… Así que me he pasado a buscar cosillas por internet, leer blogs y cositas amenas porque me pierdo en seguida, tengo la cabeza demasiado a tope. Por lo mismo, estoy despistada, olvidadiza, y torpe también, además de tener el equilibrio anulado del todo.
  • No me crece el bello, y si lo hace, lo hace muy lentamente y en menor cantidad. En el embarazo de Aritz también me pasó, y seguí así unos meses postparto también. Había leído que a muchas mujeres les crece todavía más, pues a mi, al contrario, lo que es de agradecer. En las piernas me crece solamente en algunas zonas, y en las axilas, pues no lo se, porque desde que me depilé hace… ¿3 meses? (algo que he hago de uvas a peras porque no me obsesiona ser una barbie lampiña), no veo pelos. Tampoco me ha salido línea alba, ni creo que lo haga a estas alturas.
  • Como el estómago ha ido desplazándose e instalándose donde buenamente podía, me cuesta identificar el hambre, y es muy raro escuchar que suena en sitios distintos. De las 20 a las 30 semanas más o menos, lo sentía un poco más arriba de los riñones hacía detrás, y lo confundía a veces con dolor de espalda. Ahora está muy arriba, y es difícil a veces diferenciar si tengo mucho hambre o estoy llenísima.
  • Gases, a tope, aumentando el efecto invernadero como las vacas, metano puro. Con las digestiones tan lentas y el poco espacio físico para contenerlos, salen por arriba y abajo sin parar. Y es que, si no salen duele, y no entra nada más, eso seguro, hay que hacer espacio.
  • Estoy amorosa, ñoña, sensible, oxitocínica perdida. Es mirar a Mamífero y me derrito. Le miro y pienso: pero que guapo se está últimamente mi mozo! Y si, está guapo, pero guapo como siempre, pero yo lo veo más. Y ya cuando tiene gestos amorosos, de cuidarme o de padrazo, eso ya es el colmo de la ternura… Como están las hormonas de alborotadas…
  • Me agobio y me preocupo extremamente por tonterías, y me dan taquicardias pensando lo peor. Por ejemplo, si no encuentro a uno de los gatos (cosa que pasa a menudo porque ellos son así, se esconden y no salen por más que les llames), me vuelvo loca dando vueltas por la casa, me da la paranoia de que se han escapado, se han tirado por el balcón, o cualquier desgracia… Y eso que he tenido gatos toda la vida y se que no debo preocuparme por esas cosas, que siempre aparecen en cualquier rincón…
  • Sueño cosas raras, intensas, muchas son pesadillas, y a menudo también sueño que como, mucho en grandes cantidades cosas que me gustan mucho. Sobre todo dulces, y eso que no soy golosa, pero si que últimamente me apetecen guarrerías dulzonas. Yo querría tener sueños bonitos, plácidos, con mi bebé, pero mi cabeza va por libre… He soñado con abortos y momentos angustiantes en el hospital del horror, citas en el dentista terroríficas, abandonos, Mamífero teniendo un lío con otra chica, broncas familiares… Y el otro día soñé con mi parto, pero este no era desagradable, era bonito.

 

Seguro que se me ocurren más cosas… ya haré más posts si hace falta XD

Contadme vuestras cosillas rarunas de embarazada, o las de vuestra pareja, seguro que os pasan un montón de cosas curiosas que antes no, ¿verdad?

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Abrazos mamíferos ❤

 

 

 

Primera clase de maternidad: el parto

Ayer empezamos las clases de maternidad, las imparte la matrona que me ha llevado los dos embarazos (no es la del hospital en el que pariré). Por lo que ya asistimos a casi todas las clases el año pasado, y aunque sea un poco repetitivo por haberlas hecho antes, siempre va bien refrescar la memoria. Este año somos solamente dos mujeres (el descenso de la natalidad es alarmante…), el año pasado éramos cuatro, y Mamífero, claro.

En esta primera clase hablamos básicamente del parto, de como deseamos que sea, como transcurre, como controlar el dolor mediante la respiración, que expectativas tenemos y qué puede ocurrir… También nos puso unos vídeos de parto en casa, los mismos que vimos el año pasado, lo que me parece muy bien ya que es un tipo de parto que normalmente no se enseña, y pocas veces se da en un hospital.

Mi matrona parte de la base de si quieres o no epidural para enfocar el parto de una u otra manera. Y en parte es cierto, porque eso determina muchos factores, pero no es determinante, porque nunca se sabe si finalmente dará tiempo a que te la pongan, o si no la querías y al final no te sientes capaz. Lo más importante es estar preparadas para cualquier eventualidad, y abiertas a todo, como dijo ella misma, que no nos frustremos con el tipo de parto que finalmente tenemos si no se ajusta a nuestras expectativas.

También hablamos de lo que tenemos que llevar al hospital, para el bebé y la mamá, pero eso ya os lo cuento en otro post 😉

Hasta aquí todo correcto, ahora, me voy a permitir opinar y hacer un poco de crítica constructiva…

Mi matrona es bastante partidaria del parto natural, y tal como enfoca las clases, parece que en su hospital las cosas se hagan de una manera muy respetuosa. Según ella: no rompen la bolsa (a mi si me la rompieron y no hacía falta porque el niño se me salía, literalmente…), hacen piel con piel (pero apuntando que si el bebé tiene frío lo visten y ponen en cuna térmica, que es un sinsentido…), no hacen episiotomía sistemática (como debe ser, pero muchas se la llevan…), te dejan moverte mientras dilatas y que hagas lo que sea para estar cómoda (a mi ni me dejaron moverme, ni ir al baño, ni comer ni beber y me hicieron parir en litotomía aunque les pedí que me dejasen poner de cuclillas sobre la cama), como atendemos pocos partos no aceleramos el proceso (yo con un parto de menos de 15 minutos me sentí muy presionada e incluso insinuaron llevarme a quirófano para sacar la placenta)…  y una larga lista de afirmaciones en las que me tuve que morder la lengua…

A lo mejor, si me hubiese atendido ella el parto, hubiese tenido una mejor experiencia… Pero sabiendo que no solamente está ella, y que es una lotería quien te pueda tocar, es un error pintarlo tan bonito cuando hay tanto por mejorar en ese hospital… Y sobre todo, sabiendo que hay compañeros que dan un trato pésimo y que muchísimas mujeres (todas las que conozco que han parido allí lo corroboran) han tenido muy malas experiencias. La actitud de: lo hacemos todo super bien, es peligrosa.  Ni siquiera en el hospital al que fuimos ayer, en el que pueden presumir, tienen ese ego, al revés, desean mejorar.

También nos dijo que en lugares dónde hay mucha presión asistencial se debe de acelerar el parto con oxitocina porque hay mujeres esperando. Pues no, lo que se debe hacer, es exigir a dirección que se adapte el servicio a las necesidades de trabajo. La atención al nacimiento, tiene que ser igual de digna, haya muchas o pocas mujeres de parto.

Otra cosa que nos dijo es que hay mujeres que se ponen histéricas, que están enfadadas, gritan y se descontrolan… Y que a esas mujeres, a veces hay que ponerles la epidural antes de tiempo porque no aguantan, y entonces como la anestesia parará el proceso, claro, ya aceleramos el parto con oxitocina… Obviamente pasa que muchas mujeres estén fuera de si, pero me parece lo más normal del mundo. Si es tu primer parto, sobre todo, tienes sensaciones desconocidas, dolores y mucho miedo, y no todas pueden estar modo zen.

Cada una aguanta hasta dónde puede, y, por supuesto, si una mujer dilatada a 3 centímetros está rabiando, no la van a hacer esperar para ponerle la epidural a los 7, no tiene porque sufrir si no quiere. Pero no puede ser que ya se de por hecho que esa mujer no va a aguantar las horas que le quedan de dilatación, y que tendrán que acelerar el parto. Las matronas, además de asistir al parto propiamente, están para acompañar y dar alternativas, seguridad y alentar a la mujer e intentar calmarla. No solo con medicinas se calma a una mujer, y claro que hay situaciones en que ni la medicina lo consigue, pero una mujer pariendo, como todos los mamíferos, se siente vulnerable, y es comprensible que se aterrorice o se bloquee. No se la debe considerar una histérica ni infantilizar su conducta, porque es una situación que, por incómoda que sea para el profesional que la atienda, entra dentro de la normalidad.

Por último, no me gusta nada que cuando se habla del parto, el protagonista sea el dolor. Por experiencias que nos cuentan, por lo que se ve en las películas, por lo que nos imaginamos cuando visualizamos un bebé saliendo de nuestra vagina… Todas pensamos en el dolor, el sufrimiento, lo «malo» del parto… Como dijo mi comadrona, somos una sociedad que no está acostumbrada a sufrir dolor, tenemos una baja tolerancia, ya que por cualquier cosa tomamos un analgésico y nos olvidamos del dolor. Estoy de acuerdo con esa afirmación, la mayoría actúan así, pero no comparto esa actitud (yo no tomo analgésicos si no es algo extremo), ni creo que sirva para ejemplificar el dolor de un parto. Principalmente, y esto es vital entenderlo, porque el parto es un proceso fisiológico, no patológico como un dolor de muelas.

Afirmar que en el trabajo de parto se siente un dolor horrible, insoportable, lo peor, es ya, un mal comienzo. Las contracciones duelen porque tenemos el útero rígido (útero espástico como dice la gran Casilda Rodrigañez), por eso cuando este se expresa, sentimos dolor. Pero algunas mujeres han logrado parir con placer. No hay mucha diferencia entre una contracción de parto y un orgasmo, el mecanismo y las hormonas en juego son las mismas. Lo que determina que la experiencia sea más o menos agradable es la predisposición, el ambiente y como lo vivimos.

Normalmente acompañamos a las contracciones de placer, por eso no nos duelen, pero con las de parto nos tensamos. Es como si cortases un estornudo, molesta porque estás creando una resistencia a algo que pasa espontáneamente, pero estornudar no es desagradable en si mismo. La misma palabra, contracción, tiene un significado que desentona con lo que realmente es y le da una connotación negativa. Me gusta más el concepto expansión, que es lo que realmente logran, abrir el canal de parto.

Quizá todo esto os suene demasiado extremo e irreal, y os doy la razón, porque somos animales culturales, y es muy difícil que concibamos las cosas de manera distinta a como nos las han explicado toda la vida. No pretendo decir que el parto no sea un momento extremo y que no exista el dolor, sino que, cambia mucho la percepción de este según como lo enfrentemos. La sensación del dolor se ve condicionada por la mente, y aumenta con el miedo, y el sufrimiento. Por eso existen personas capaces de soportar situaciones muy extremas sin sentir dolor, mediante el control de la mente.

Cuando escucho a profesionales del parto como a mi comadrona hablar de que el dolor del parto es algo tan horrible e insoportable, siento que el enfoque está mal, que se obvia mucha información. Durante el parto se segregan analgésicos de manera endógena, el cuerpo es sabio y no nos causa un dolor que no podamos soportar. Nadie muere de dolor. Es una decisión personal y igual de digna tanto si quieres ahorrarte ese trance, como pasarlo a pelo. Pero me da pena por esas mujeres que temen al dolor, que pasan el embarazo con miedo al parto y rezando para que les de tiempo a ponerse la epidural.

Con afirmaciones así, se generan muy malas expectativas, y es normal que llegado el momento se viva el trabajo de parto con mucha tensión y sufrimiento. A veces, por tiempo, o porque no te hace efecto la analgesia, los partos acaban siendo sin epidural, y es algo para lo que todas tenemos que prepararnos. Imagino lo traumático que debe ser para una mujer que deseaba no sentir dolor, tener que enfrentarse a un parto sin anestesia y sin ninguna preparación previa.

El enfoque de matronas como la que nos atendió en el nuevo hospital es completamente distinto en ese aspecto. El dolor no era el malo de la película, es algo que de entrada, consideran que se puede sobrellevar si se dan ciertas condiciones. Escuchar a nuestro cuerpo, dejarnos ir, y estar en un ambiente seguro es lo principal para que no nos anclemos en él, para avanzar con las contracciones, y no pese a ellas. Es vital informar de que hay muchas maneras de pasar ese momento de una manera agradable, íntima y disfrutar el parto, no sufrirlo.

Motivarían mucho más a las mujeres afirmaciones como: estamos preparadas para parir, podemos soportarlo perfectamente. Que se nos empodere, y nos animen a confiar en nuestro cuerpo. Que no nos quedemos con el concepto de que nuestro cuerpo nos juega una mala pasada y nos hace sufrir sin sentido. El nacimiento es un proceso maravilloso y las contracciones son una ayuda, no el problema.

parto

 

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Abrazos mamíferos ❤

Parto de Aritz, parte IV: te conozco.

Empiezo a estar muy concentrada, lo estoy haciendo bien… pero una mano de ése hombre se posa en mi pubis y la otra en mi periné, estirando, y grito de dolor al sentirlo. Le vuelvo a pedir que no me toque, pero insiste, por más que se lo diga. Pongo yo mi mano, instintivamente, para protegerme de la suya, porque me duele y para sentir si estaba coronando. Me dice que no me toque, me siento anulada, ¿por qué yo no puedo y él si? Es absurdo, es una simple una demostración de poder, y yo tengo que obedecer. Sólo consigue que me desconcentre y pierda confianza en mí misma.

Tanto él como la comadrona parece que empiezan a tener mucha prisa, en plena contracción le pasa un paquete del que saca algo metálico. Mi cabeza me avisa del peligro, no quiero una episiotomia, y veo que va decidido a hacer algo sin explicarme nada. Acerca esa cosa a mi vagina, y mientras le pregunto qué va a hacer, ya me lo ha metido. Son unos fórceps, los mueve y me hace muchísimo daño. Grito que me lo saque, es lo peor que me han hecho nunca, me siento violada. Siento como retuerce y tira de algo, y escucho un «plop»… Me ha roto la bolsa, simplemente porque tiene prisa, y no llevo ni 5 minutos empujando. Me siento como una espectadora sin voz ni voto, este hombre hace lo que quiere sin dignarse a mirarme, ni contestarme si le hablo. Sale el líquido caliente, me vacío de golpe, y siento el peso de mi hijo, noto perfectamente como va bajando por el canal del parto. Empujo un par de veces con todas mis fuerzas, quiero que se acabe para que no me haga más daño innecesario. Siento que estoy en una situación vulnerable, en peligro con éste hombre. Sé que mi hijo está a punto de salir, noto su cabeza dura, abriéndose paso, mi vagina estirándose… Y después de la cabeza, sale de repente como resbalando fuera de mí, escapándose, su blandito cuerpo.

Apenas le puedo ver entre mis piernas, está quieto, callado, y lloro… No me atrevo a tocarlo, es lo más irreal que he vivido nunca. Lo envuelven en una tela azul, cortan el cordón… y por fin, me preguntan si le quiero ver. Me cuesta reaccionar, no sé que hacer, me da miedo la situación… pero estoy segura de que quiero verle y digo que si. Me lo ponen delante, y le miro entre lágrimas… me fijo en cada detalle de su cara, le reconozco… Es como siempre me lo había imaginado, una boca pequeña y ojos como los de su padre, una naricita pequeña de bebé… Le acaricio y es lo más suave que he tocado nunca… Tiene una carita preciosa, todo en él excepto el pelo, está en su lugar, es tan perfecto… Cojo su manita, que es más pequeña que mi pulgar, y sus deditos son tan frágiles y blandos como fideos… Es lo más bonito y diminuto que he visto en mi vida, parece dormido, tan tranquilo… Pero sé que no lo está y me parte el corazón, sé que este momento pasará y me duele tanto separarme de él… es parte de mi, de los dos, se llevará consigo un trocito de ambos.

Todos están mirándonos , es una sensación horrible, me siento como la protagonista de una película morbosa y mala… Me gustaría tanto cogerle, olerle, hablarle, despedirnos con tranquilidad. Llorarlo en intimidad con su padre, dignamente. Pero no parece que quieran dejarnos ése momento, y a mí no me salen las palabras para pedirlo… No puedo soportar más verlo así, todos invadiendo nuestro momento, y dejo ir su manita. Le envuelven y lo dejan en una mesita, como a una cosa sin valor, me hace tanto daño que le traten con tanta indiferencia…

Me hacen volver a la realidad, dicen que debo expulsar la placenta. Pero yo ya no siento contracciones, todo ha parado de golpe al salir mi hijo. No me duele ya nada, no siento ganas de empujar, no creo que sea el momento todavía… Sé que puedo tardar en expulsarla y no es peligroso, pero no me quieren dejar esperar a que mi cuerpo se ponga en marcha. Me hacen empujar, pero sin contracciones no hago suficiente fuerza, no siento que se mueva nada. Estoy superada, agotada, rota, y les digo que no puedo… No me concentro viendo a mi hijo envuelto ahí al lado, sé que sólo es su cuerpo, pero merece ser tratado dignamente… Se me va la mente pensando dónde se lo llevarán, sólo quiero tenerle en mis brazos.

Mi ginecólogo, que tiene prisa, y viendo que no estoy colaborando, me dice que como no salga pronto iremos a quirófano. Me quiere meter el miedo en el cuerpo para que espavile, es lo que me faltaba… Empieza a tirar del cordón, y sé lo peligroso que es éso, le digo que pare. Si estuviera al cien por cien, le diría tantas cosas… pero como no puedo, y veo por dónde va, empiezo a empujar con todas mis fuerzas. Y sale de golpe, caliente y blandita, cayendo al recipiente metálico. Al final he podido, sin que me intervengan gratuitamente…

La comadrona se me acerca, mi ginecólogo le pide que me haga un masaje uterino. No suena mal, pero de golpe, me clava su puño en la barriga, apretando muy fuerte. Me hace muchísimo daño, no sé si es normal, y se lo digo. Para un momento y me dice que es para que se contraiga bien, y vuelve a hacerlo. Todos se van, me dejan con ella, que me pone oxitocina en la vía, y empieza a recoger y limpiarlo todo. Me siento culpable de todo, no me dedica ni una palabra amable, es todo tan frío… Al terminar, y sin decirme nada, se lleva a mi hijo, como a una cosa más. Y no puedo hablar, no le digo nada, sólo puedo llorar. Se lo ha llevado, ya no le veremos nunca más…

Al menos estoy con él, nos abrazamos y lloramos… Nos hemos convertido en unos padres sin hijo… Faltaba tan poco, habíamos superado tantas cosas, tanto tiempo… le teníamos tan cerca… Nos consolamos mutuamente como podemos, hablamos de lo guapo que era… Le echamos de menos, es imborrable, siempre le querremos.

Yo me encuentro físicamente bien, me parece increíble, sin dolores, sólo agotamiento. Y aunque estoy emocionalmente molida, siento una extraña sensación de calma intensa. Deben de ser las hormonas y las medicinas que me han puesto, porque me extraña sentirme así después de lo que acabamos de vivir. De vez en cuando entra una enfermera a ver como llevo el suero, oxitocina, nolotil, diazepam… No sé cuantas cosas me han puesto, ni me explican, ni quiero preguntar. Una enfermera viene a lavarme los restos de sangre, cambiar los empapadores, y me pregunta si necesito alguna cosa, es muy amable.Tengo mucho hambre, le pregunto si me traerán comida, deben ser las dos o las tres… Me dice que si, pero espero más de una hora y sigue sin llegar. Cada vez que vienen a revisarme se lo recuerdo, ya que empiezo a estar muy mareada. Le digo a mi pareja que baje a comer algo, él debe de necesitarlo también, pero no me quiere dejar. Le insisto, me dice que irá a fumar un cigarrillo, y aprovechará para llamar a su madre.

Yo también llamo a la mía, odio tener que darle tan mala notícia… Siento como le parte el corazón, es su primer nieto… Rompe a llorar y me dice que quiere venir. Le digo que no quiero ver a nadie de momento, ni hablar con nadie más, necesito estar sola para asumirlo. Ella no lo entiende, yo sabía que no le gustaría, pero no puedo. Me duele tanto hacerla sufrir… Le pido que llame ella a mi padre y al resto de la familia, yo no soy capaz,  la iré informado a ella para que les diga como estoy. Ella está preocupada por mi salud, y le digo que estoy bien. Me doy cuenta que hasta entonces no me había planteado realmente el riesgo que he corrido, ni me preocupaba. Entiendo que, como madre, es en lo primero que ha pensado. Le digo que más tarde le diré como sigo, y me despido de ella, que sigue llorando. Mi pareja vuelve con la energía por los suelos de haber tenido que explicarlo… nos volvemos a consolar el uno al otro. Me siento afortunada de tenerle a mi lado en un momento así.

Pasada otra hora, por fin llega la comida, comida de hospital, pero la necesito. Una sopa insípida, pan sin sal, y de segundo, un trozo de pollo seco con patatas chips. Él me ayuda a cortar el pollo porque entre la vía y el cuchillo que no corta suficiente, me apaño muy mal. Me lo como todo, me sienta genial, siento como recobro energías en seguida y me sube la tensión. Ya me siento con fuerzas de levantarme e ir al baño, por fin intimidad y libertad de movimientos, aunque sea arrastrando el suero… Él me ayuda mientras me cambio, me siento protegida. Todavía sangro bastante, pero mucho menos que horas atrás.

Le digo que no hace falta que se quede a dormir, que quiero que descanse y vuelva a casa con los animales. Él se resiste, pero le convenzo, me irá bien estar sola y llorar mucho. Me trae agua y una tarjeta para ver la televisión, y me deja todo lo que puedo necesitar a mano. Nos despedimos con mucho amor, le echaré de menos, pero sólo es una noche.

Una vez sola me voy dando cuenta de lo cansada que estoy, tantas noches sin dormir, tanto dolor… Me duelen la cabeza, y el alma. Me siento vacía, qué cambio, como le añoro… Mi útero palpita, contrayéndose, lo siento todavía grande y tan vacío. Ya no hay nadie allí, no hay pataditas, estoy sola. Es tan extraño pasar de ser dos a una, tan de golpe… Desde la habitación oigo bebés llorando y se me contrae el útero de dolor, es un sonido insoportable. Estoy inmersa en mí misma, ni me muevo, pero la cabeza me va a mil. Quiero descansar, pongo la televisión a ver si me distrae. La veo, pero no le puedo prestar atención.

 

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Abrazos mamíferos ❤

Parto de Aritz, parte III: Tengo que parir.

Se me hace una eternidad lo que tardan en preparar la habitación, siento que pariré allí en cualquier momento. Cuando llegué a urgencias ya estaba de 6 centímetros, sin vuelta atrás. Ahora debo estar muy avanzada porqué casi no tengo descanso entre contracciones y son cada vez más potentes. Voy superándolas como puedo, y excepto mi pareja, nadie me acompaña ni me dicen nada para sobrellevarlo. Me retuerzo en ésa estrecha camilla, no tengo dónde cogerme, no puedo incorporarme, estar así es una tortura… Aguanto las ganas de empujar, no quiero parir, y menos aquí.

Por fin llega el celador, a media contracción, me espera, y aunque necesitaría tomar aliento,sé que son tan seguidas que intento bajar tan rápido como puedo a la silla. Cogemos mis cosas y vamos al ascensor, y aguanto el dolor en silencio. Empiezo a estar muy mareada, tengo calor y sed, el estómago vacío y revuelto… Me parece que estoy a punto de desmayarme, y no puedo ni articular palabra. Salimos del ascensor y siento que vamos rapidísimo girando por los pasillos, bajo la mirada para no marearme más. El celador va saludando a sus compañeros, siento que todos me miran aunque no les veo. Llegamos a un pasillo y pregunta a las enfermeras: ¿es vuestra, verdad? Responden que si, y vamos hasta la última habitación del pasillo. Hay una ventana enorme por la que entra el sol, radiante, como me gustaría no estar aquí.

Vuelvo a la realidad, tengo que parir. Al menos tengo una habitación individual, lo cual es un lujo ya que necesito intimidad. Me tengo que levantar, y aviso que estoy muy mareada. Me ayudan, es una cama alta, y en cuanto me apoyo en ella, siento que es blandita, muy cómoda. Un alivio para mi dolorido cuerpo después de la dureza de la camilla y la silla. Cuando se va, le pido a mi pareja que me de zumo, aprovechando que estamos solos. Sé que no me dejarían beber, pero necesito azúcar para seguir con ésto consciente. Bebo poco, pero me ayuda mucho con el mareo y recobro energías.

Aparecen tres enfermeras y mi querido ginesaurio, que sigue serio y sin apenas hablar. Tiene que estar cabreado porqué le voy a ocupar la hora de comer. Me dice que cuando tenga ganas de empujar, avise e iremos a la sala de partos. No me lo puedo creer, ¿otro traslado? Ahora que estaba medio cómoda… Ya tenía ganas de empujar abajo, pero ahora con el mareo y al haber cambiado de sitio no lo tengo claro. Me pregunta si quiero epidural, le digo que prefiero intentarlo sin. Ya que le dicho que no quiero anestesia, aprovecho para preguntar si puedo comer o beber algo para no marearme más, que no he desayunado y lo necesito. No me dejan, de ninguna manera, y se van.

Estoy cómoda en una habitación sola con mi pareja, por fin algo de intimidad. De repente, no puedo aguantar las ganas de empujar, mi cuerpo lo hace sin que pueda controlarlo. Llamamos al personal. Llegan primero las enfermeras. Son muy dulces, me cogen de la mano, me dan ánimos, me tratan como a un ser humano, con el respeto y la delicadeza que necesita una madre que tiene que parir a su hijo ya fallecido. No puedo estar más tiempo estirada, mi cuerpo me pide verticalidad, pero no puedo moverme sola. Se lo digo a las enfermeras, pero no me entienden porqué me expreso entre gemidos. Consigo, al menos, que me levanten el cabecero de la cama. Ya no puedo evitar gritar, mezcla de dolor y miedo por lo que está a punto de ocurrir… Veo en sus caras empatia, no me juzgan y me acompañan con respeto, éso normaliza bastante la situación y me hace pensar que no tengo que temer a mi cuerpo.

El ginecólogo llega con una comadrona, me alegra verla ya que la conozco de cuando tuve mis primeros abortos, y entonces fue muy amable conmigo. Pero hoy está diferente, no me ha saludado, no me mira a la cara, me saca los calcetines bruscamente y prepara cosas mecánicamente, como si estuviese en el matadero. Se queda en segundo plano a las órdenes de «el jefe», ella, que es la persona indicada y formada para atender partos, hace el papel de ayudante… No me gusta el planteamiento, ya me imagino como van a ir las cosas con él al mando…

Mi ginecólogo está nervioso, todos lo están, ven que el parto es inminente y no tienen nada preparado, ni tiempo para ir a la sala de partos. Por el contrario, a mi me tranquiliza, ya que aquí estoy bastante cómoda y cambiar de lugar me haría estancarme otra vez. El ginecólogo, sin pedir permiso, se sienta a los pies de la cama, la pone a la altura que le conviene y me hace abrir las piernas. No me gusta que esté tan cerca, me incomoda mucho… Su pierna toca con la mía, siento el calor de su cuerpo, es desagradable. Pide el kit de nacimiento, y va dando instrucciones desde la cama, todos corren obedeciendo. Parece que su papel de espectador es fundamental, como si tuviese que estar vigilando que pasa ahí abajo para que pueda parir… No me importa en absoluto que me vea desnuda, lo que me molesta es sentirme observada, siento que frena el proceso. Y sobre todo, su actitud altiva, fría y controladora…  No me fío de él, le veo las intenciones, y le pido que no me toque, siento la piel estirándose y me duele muchísimo el más mínimo roce. Ni siquiera me contesta, y mete bruscamente su manaza en mí, todo lo dentro que puede e intenta rebuscar algo con los dedos… Le vuelvo a repetir que no me toque, ésta vez levantando la voz, no hay necesidad de que me haga éso. Saca la mano sin ni siquiera disculparse. Me muerdo la lengua.

Mi pareja se ha quedado en un rincón de la habitación, a mi izquierda, creo que está en shock y no sabe que hacer. Me gustaría que estuviese cerca, pero no le digo nada, ya que no sé si él estaría cómodo. Entiendo que se sienta abrumado y se quede al margen. A cada lado de mi cama tengo una enfermera, que me cogen de la mano, y hacen el papel más necesario, lo único que necesita una mujer pariendo: apoyo emocional. Les pido por favor ponerme de pie, o arrodillada, mi cuerpo me lo pide. Ellas me entienden, y piden permiso al «jefe», ya que él, aunque me escuche, no se dirige a mi (debe ser una norma no hablar con madres desbocadas por el dolor). Decide que no me deja porqué estaba mareada, y le maldigo por dentro… Si me hubiesen dejado comer o beber no lo estaría. Además, yo me siento con fuerzas para hacerlo en pie, ahora me siento con fuerza y determinación. Sé que puedo hacerlo, pero parece que la opinión de la que tiene que parir no cuenta. Me siento muy poco respetada, no me escucha, quiero acabar y no volver a ver a éste hombre más.

Encuentro una manera de ayudar a mi cuerpo, ya que no me deja moverme, me cojo con una mano de un enganche que cuelga sobre mi cama, y cuando viene la contracción, me levanto con todas mis fuerzas para incorporarme todo lo que puedo mientras empujo. Grito, más que por el dolor, por la tensión, la rabia y el hecho de tener que dar a luz a mi hijo sin vida… El señor dice que no lo haga, que pierdo la energía, que respire y empuje. Le diría de todo, a éste listo que nunca ha parido, si al menos estuviese vertical, no perdería la energía tirando de mi cuerpo cada vez… Ni siquiera se ha molestado en explicarme cómo empujar, pero sí abre la boca es para decirme que lo hago mal.

Las enfermeras intentan arreglarlo en la siguiente contracción, y me animan, me dicen que lo hago bien. A la siguiente me dicen: va como lo has hecho antes, que vas muy bien, y mientras lo hago siguen diciéndome que siga así. Me ayudan mucho sus palabras, sobre todo porqué tienen la única finalidad de que confíe, que me crea en mí misma y no me estanque, ya que debo hacerlo yo sola. Gracias a eso, siento que cada vez empujo mejor. Me doy cuenta que estoy apretando tanto, que también le he apretado demasiado la mano a la enfermera de mi izquierda, y le pido disculpas por ello. Me responde que está aquí para éso, que haga lo que necesite, y sus palabras me empoderan mucho. Me siento afortunada de que estén ellas allí, compensando. Ellas, haciendo bien su trabajo, están dejando en evidencia la ignorancia del ginecólogo, que no confía en mi cuerpo, que interviene porqué no sabe esperar. Me doy cuenta de que una de ellas, se ha quedado más al margen, en un rincón de la habitación. De vez en cuando se acerca para cambiar los empapadores, y me doy cuenta de que está llorando. Veo que intenta contenerse y no puede, me da pena por ella… Se que entiende de primera mano lo que estoy viviendo, siento su complicidad y comprensión. Ojalá no me entendiese tan bien, somos demasiadas las que hemos tenido que pasar por esto…

 

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Abrazos mamíferos ❤

Parto de Aritz, parte II: Quiero despertar de esta pesadilla…

Estamos llegando, veo las majestuosas montañas… Hace sol, debería ser un bonito día de invierno. Me dice que me dejará en la puerta e irá a aparcar, y no me quiero quedar sola, pero no puedo caminar. Bajo y camino lenta y torpemente hacia la puerta. Mientras le espero, veo como va entrando gente. Es domingo y urgencias está bastante lleno. Él llega en seguida, a paso ligero. Entramos, y le pido que hable él, no quiero explicar qué me pasa, otra vez, a la misma mujer de admisiones. Mientras hace cola, me siento en una silla de plástico, en la puntita, qué plástico tan duro… Veo como unos padres están dando sus datos, tienen un bebé y un niño pequeño enfermos, que pena tan pequeñitos y sufriendo… Después va un matrimonio mayor que he visto en la entrada, el hombre se sienta a mi lado, y su mujer me mira de reojo desde la cola… Debo  tener muy mala cara, miro al suelo para que no vean mi cara de dolor. Por fin le toca, no sé que le dice, pero él me señala, y la mujer llama por teléfono. En seguida un celador me viene a buscar con una silla de ruedas, y me deja delante de la puerta de urgencias, en la sala de espera. Hay mucha gente, y siento que todos me miran, por suerte estoy de espaldas a ellos. Espero no encontrarme con nadie ahora… Hay unos carteles que indican el tiempo estimado de espera, los dos lo miramos, las embarazadas con amenaza de parto están de las primeras. De golpe, la barriga se me pone de lado, se la enseño, contenta, porqué ya hacía mucho que no le sentía moverse así. Le acaricio, gracias hijo, me has hecho sonreír.

Abren la puerta, no han tardado nada, y otra vez toca explicar que pasa, odio ésta parte. Estoy de 26+6, sangro muchísimo y tengo mucho dolor. Pasamos a una sala, dónde me tengo que desnudar y el protocolo de siempre: pulso, temperatura, y volver a explicarlo. Ya me conocen de las anteriores veces, y ven que ésta vez es más grave. Me ayudan a subir a la camilla, que es dura como una piedra, completamente plana, y allí el dolor se hace insoportable. En seguida viene la médico, la misma que la última vez que fui me dijo que ni siquiera sangraba… No quiero tacto, pero me lo como con patatas ya que según ella, me miente, es la única manera de saber si estoy dilatando. Me duele mucho más que las otras veces, saca la mano y no dice nada. Evita mi mirada, eso son malas noticias. Inocente, pregunto si el cuello está cerrado, a ver si tengo suerte… pero me dice que no e intenta poner cara amable, después desaparece. Le pregunto nerviosa a la enfermera que qué harían, y me dice que no sabe, pero que en seguida llegará el ginecólogo. Me dice que me pondrá una vía con suero y algo para calmarme, no se si se refiere a los nervios o al dolor, pero me da igual…

Nos dejan solos unos minutos eternos, preocupados e indignados al no saber cómo está nuestro hijo, podrían haber escuchado su corazón… Llega el ginecólogo, justamente es el que lleva mi embarazo. Hace sólo dos días que me revisó con el especulo porqué le insistí con que tenía dolor y sangraba… Entonces me dijo que sólo eran restos, que me dolía la barriga porqué crecía y que debía de estar deshidratada. Me mira sorprendido, y se extraña ya que según él, hace dos días estaba «perfectamente». Se lo dije entonces que no estaba bien, que desde el tacto que me hizo mi comadrona el miércoles el dolor y el sangrado habían ido a más. Pero no me hizo caso, sólo soy una madre primeriza asustada… y ahora no tengo fuerzas para decirle todo lo que pienso.

No me explica nada, está serio, y le tengo que preguntar qué pasa. Me contesta sin un ápice de humanidad que estoy abortando. Me mata, le digo que no puede ser. Tengo que seguir preguntando porqué no me dice nada, ¿podéis darme algo para pararlo? Me dice que no. Me da miedo seguir preguntando, cada vez es peor… Me dice que el «feto», que ya no es un niño como hasta ahora, no es viable. Dice que nos tendrían que trasladar a un hospital con UCI para neonatos, pero que no me lo recomienda. Me cuenta que la semana pasada le pasó lo mismo a una chica con la misma edad gestacional y que aunque la trasladaron, el bebé murió poco después de nacer. Continúa diciendo que no recomienda intentar salvar a un bebé tan prematuro, que tendría demasiados problemas de salud. Para poner la guinda, dice con total frialdad, que él no tiene ninguna obligación legal de reanimarlo siendo tan pequeño. No me puedo creer que esté hablando de un bebé con tan poco respeto, como si fuese un juguete defectuoso. Darlo por perdido antes de saber como está… ¿Cómo un médico puede no luchar por la vida?, ¿cómo se atreve a decirnos que no luchemos por nuestro hijo? ¿Piensa que nos podemos deshacer de él porqué el protocolo dice que no es viable? ¿Porqué le faltan dos semanas? Este ser tan frío y despiadado, ¿se dedica a traer al mundo vidas? Está claro que él no quiere ayudar a nuestro hijo, ya le ha sentenciado. Le digo que quiero el traslado, cuanto más lejos de él, mejor. Yo si que quiero intentar salvar a mi hijo, haría cualquier cosa por intentarlo. Me ve convencida y no le gusta, dice que primero hará una ecografia y entonces hablaremos. Se va, y nos deja esperando con el corazón en un puño.

Por fin, vienen a buscarnos con la silla de ruedas. Otra vez toca bajarme de la camilla, paso los empapadores a la silla, y me siento, que doloroso… Llegamos a la sala del ecógrafo, otra vez subir al potro… Veo que coge el ecógrafo vaginal, que bien, más dolor… Empieza a moverlo, aguanto las ganas de gritar, y se queda en silencio, muy serio. Me pregunta si he roto la bolsa, le digo que en la ducha he notado algo, pero con tanta sangre no he podido distinguir si era líquido o no. Sin decirme nada, se va a llamar por teléfono. Sigue en silencio, hasta que llega un doctor, es el pediatra. Ambos miran la pantalla, y el ginecólogo le dice al pediatra: es negativo. Me quedo helada. No me miran, y les pregunto qué pasa, aunque ya sé la respuesta… No hay latido, ha habido un desprendimiento de placenta, por éso el feto ha muerto. Se me para el corazón, el mundo, se me hace insoportable oír eso y seguir viva… Tiene que ser una broma, o una pesadilla, no le creo. Le digo que no puede ser, que le he sentido moverse hace un rato, no puede ser verdad. Miro a mi pareja, él tampoco se lo cree…

Sigue en silencio, no me da ninguna explicación más. Le pregunto que pasará ahora, y dice que lo tengo que «sacar». Ante nuestras caras de desolación, hace un intento por ser amable y me dice que en un par de reglas podemos volver a intentarlo. Todavía tengo a mi hijo dentro y me está hablando de sustituirlo… Ni una palabra amable. Me siento en una realidad paralela, no puede ser, no puede estar pasando… y éste señor no puede estar tratándonos así, he conocido veterinarios que tratan a sus pacientes con más delicadeza. No se que como irá, estoy asustada, y no me explica nada,  parece que tenga que estar tan acostumbrada como él a la situación. Excepto mi pareja, nadie parece darse cuenta de lo inhumano del trato, al menos, nadie quiere hacerse cargo. Los doctores no tardan demasiado en desaparecer sin decir mucho más, y nos quedamos con el celador. Ya ni siquiera nos tratan como padres, con sonrisas en la cara y felicitaciones, no somos más que un problema del que se quieren deshacer.

El parto de nuestro tan esperado hijo, no será en casa, como queríamos, rodeado de amor, no tendrá un final feliz… sólo será un trámite, el paso de la inmensa felicidad a la desolación y el vacío. No quiero parir, no así… Me gustaría que todo fuese más lentamente, tener tiempo para hacernos a la idea, despedirnos dignamente… Pero mi cuerpo me recuerda, con una contracción, que sigue avanzando.

Me levanto como puedo, con la ayuda de mi pareja. El cuerpo me pesa, la cabeza se me va, mi alma no está conmigo, se quiere ir con la de mi hijo… El pobre celador nos mira compasivo, dice que es una putada, pero que estas cosas pasan. Es lo más empático que nos han dicho hasta el momento.

Volvemos a la sala en urgencias, moverme para volver a subir a la camilla es ya insoportable. Nos dicen que esperemos mientras preparan una habitación, y que me van a ingresar. Odio los hospitales, y lo que estoy viviendo me reafirma. Me he pasado medio embarazo en urgencias, todos los controles y las pruebas salían estupendas, y mi hijo ha muerto. Nos dejan aquí tirados sin soluciones ni explicaciones médicas, sin acompañamiento emocional. Quiero irme a casa y hacerlo a mi manera, pero sé no me dejarían tal como estoy. Ahora tienen miedo por mi salud porqué ha habido desprendimiento de placenta y estoy perdiendo mucha sangre… A buenas horas se preocupan, a mi éso ahora me da igual. He pasado dos meses con contracciones, diciéndoles que perdía mucha sangre, y nadie me hizo caso. Sé que podrían haberlo hecho mejor, pero no me quedan fuerzas ni ganas para pedir explicaciones. Ni siquiera puedo, ya que el cobarde de mi ginecólogo se ha quitado del medio sin decirme ni «hasta luego».

Estoy desolada, igual que mi pareja. Sólo quiero abrazarle y decirle que le quiero. Tenemos un momento de intimidad para llorar a nuestro hijo, y consolarnos el uno al otro… Pero en seguida empiezo a estar muy mal, el dolor me supera.  De golpe tengo muchas ganas de ir al baño, me quiero bajar corriendo de la camilla e irme. Se lo digo a la doctora, y me dice que éso será que tengo ganas de empujar. Tengo el estómago revuelto, e insisto en ir, pero no me deja, dice que me traerá una cuña. ¿en serio? ¿no merezco un momento de intimidad? Necesito estar sola y no me dejan.

Vuelve con ella, y me hace levantar el culo para ponerme ése trasto metálico horrible que se me clava dolorosamente en mi ya dolorido coxis… Lo dejan esperando a ver si hago algo, como si fuese posible en ésa postura, con ése dolor, y todos mirándome. La situación me parece denigrante, cruel… Le digo que lo saque, y pienso que se lo metan ellos por donde les quepa, o lo usen de cojín y vean lo cómodo que es.

 

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Abrazos mamíferos ❤