Nuestra experiencia con las pezoneras

Como os conté en las entradas sobre nuestro primer mes de lactancia (podéis verlas aquí: primera, segunda, y tercera parte), estamos usando pezoneras para que Biel pueda cogerse bien al pecho, ya que tiene un frenillo tipo 4 que le acorta la lengua, dificultando que pueda alimentarse adecuadamente sin esta ayuda. Por el tipo de frenillo, no nos recomendaron la intervención, que es algo más complicada que el simple corte de la piel bajo la lengua, y eso tampoco nos garantizaba que se solucionase su problema. Nos queda entonces, esperar a que crezca su boca y mejore su agarre por si solo.

Las asesoras de lactancia nos recomendaron seguir con las pezoneras hasta que viésemos que a Biel le sea posible mamar sin ellas, y no tener prisa en sacarlas. A mi me preocupaba en un principio que le diesen algún problema, pero no tiene ningún efecto negativo para su desarrollo. Me quedaba todavía la inquietud de que eso afectase a nuestra lactancia, a la producción de leche y el correcto vaciado del pecho, o que, después de tanto tiempo con pezoneras, Biel no supiese agarrarse sin ellas.

Por lo primero, me quedé tranquila al saber que las pezoneras de ahora, que son de silicona muy fina, no interfieren en la correcta succión. Las de antes (de caucho o látex) eran más gruesas y si que podían causar problemas, pero estas son como un guante para el pezón. Podéis ver lo distintas que son las pezoneras de caucho (izquierda) o las de silicona (derecha). Yo uso esta misma, de Medela, tienen 3 tallas, y es importante elegir las adecuadas para que la lactancia no se vea afectada.

Hay muchas marcas y formas de pezonera, y suelen llevar una parte más achatada que se orienta a la nariz del bebé, para no se ahogue si se dan la vuelta o se despegan, algo que pasa muy a menudo.

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Estaba tranquila entonces con el hecho de poder mantener una buena lactancia de esta manera, pero claro, depender de las pezoneras es un engorro… Tienes que llevarlas siempre encima en su estuche, lavarlas, humedecerlas (porque secas no se enganchan nada a la piel), colocarlas bien haciendo el vacío para que no se caigan…

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Y hecho todo esto, poner al bebé al pecho, que seguramente, te dará un manotazo tirando la pezonera al suelo, y vuelta a empezar… Y si eso nos pilla fuera de casa, y porteando, es una dificultad añadida. Eso hace que tanto la madre como el bebé hambriento, pierdan tiempo y ganen ansiedad…con lo fácil que es sacarse la teta y a comer!! Por no hablar de que varias veces en la toma (o muchas si está cansado o inquieto), se saldrá la pezonera (suele ir llena de leche, mojándolo todo…), y la tendrás que colocar tantas veces como haga falta.

Y es que, claro, el instinto de monete de los bebés hace que se agarren literalmente al pecho, y si hay elementos circundándolos, los cogerán seguro. Muchas veces Biel la coge y cierra el puño bien fuerte, enfadado, y es un drama: llora de hambre porque no tiene dónde agarrarse, y no suelta la pezonera que acaba de quitarme. Otras veces la saca, y la coge con ambas manos y sigue chupando de ahí el pobre, hasta que se da cuenta que aquello no da leche… Y cuando se duerme al pecho (el 80% de las tomas), al dejar caer la cabecita, se suelta la pezonera y se desvela, o le queda a la altura del ojo o algún otro lugar molesto que le despierta. Vamos, que son un buenísimo invento, a nosotros nos han salvado la lactancia, pero tienen sus inconvenientes.

EDITO: Para enlazaros esta entrada, en la que he añadido y aclarado varios puntos sobre el uso consciente de pezoneras 😉

Yo iba probando a ver si Biel podía cogerse al pecho sin ellas, para que no se olvidase de como hacerlo, pero no, ya no reconocía el pezón. Y pese a saber que no hay ningún problema en seguir la lactancia el tiempo que sea con pezoneras, me daba mucha pena que hubiese olvidado como hacerlo… Hasta hace un par de semanas, que consiguió cogerse tras varios intentos, pero al ver que no succionaba correctamente me avisaba con un par de gruñidos de frustración (que desembocaban en llanto si no le colocaba la pezonera) que aquello no le funcionaba. Seguí ofreciéndole sin pezonera, muy de tanto en tanto para ir viendo su reacción, pero sin insistir ni agobiarle a menudo para que no cogiese aversión, y siempre me decía que no.

Hasta que la semana pasada, que estaba dándole el pecho, y en una de estas, se cae la pezonera y noté algo distinto, cuando miré, estaba enganchado al pezón directamente! 😀 Me emocioné mucho, sobre todo porqué había sido de una manera tan natural, sin pretenderlo, y salió perfecto! Siguió mamando un par de minutos más solamente, pero me esperanzó mucho ver que él solito se había reencontrado con mi pezón. Y para mayor alegría, hace unos días, hizo una toma entera sin pezonera, sin quejarse! Le di a probar a ver si lo cogía, y a la primera. Al ver que él seguía sin rechistar, lo dejé que acabase la toma, y tan a gusto.

Sigue sin cogerse bien del todo, haciendo chasquidos, pero siento que al tener la boca algo más grande, le cuesta mucho menos que antes. No hace tanto esfuerzo como cuando nació, que me machacaba los pezones de lo fuerte que tenía que chupar para que no se le escapase y sacar algo de leche. La toma no fue más larga de lo normal, y quedó saciado, no como en las primeras semanas de lactancia sin pezoneras que podía pasarse el día mamando y quedarse con hambre.

No sabéis la alegría que siento al ver que ha mejorado por si solo, y que seguramente, algún día podremos prescindir de las pezoneras. Para él será una gran mejora, porque con las pezoneras traga mucho aire y lo pasa mal con los gases… Poco a poco, iremos haciendo más tomas sin ellas hasta dejarlas, sin prisa, pero avanzamos!!  Eso me ha dado seguridad, porque al depender de las pezoneras, era un poco agobiante si Biel se ponía intranquilo en cualquier lugar, tener que ponérmelas para consolarlo. Ahora se que en cualquier momento que lo necesite, puedo darle el pecho sin hacerle esperar. Muchas veces solamente quiere un par de chupadas para tranquilizarse o acabar de dormirse, y era un engorro depender de tener siempre una pezonera limpia a mano.

Espero que esta aventurilla pezonil tenga pronto un feliz desenlace, para que ambos estemos más tranquilos y teteando mucho tiempo sin silicona entre ambos 🙂

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Abrazos mamíferos ❤

Primer mes de lactancia III

 

Podéis leer la primera aquí y segunda parte aquí.

Seguimos yendo al centro de salud cada semana para pesarlo, le he he cogido aversión a esa balanza, la Pediasauria, la enfermera…Me preguntaban cada vez como era mi leche, si era aguada, que de qué color era… pues es normal, como la leche tiene que ser!! Como dice Laia, ¿acaso hay vacas que dan leche desnatada? ¿Porqué vamos a dudar de nuestra propia leche? Cuantos niños de lugares pobres crecen (incluso familias enteras) y se quitan el hambre gracias a que la mamá tiene leche, y nosotras aquí, poniendo en duda la calidad de nuestro mejor alimento…

Laia me pidió que le mandase un vídeo de Biel llorando para valorar el frenillo, y si, tal como sospechaban, tiene un frenillo submucoso tipo 4. Es un tipo de frenillo que no se ve a simple vista como los otros, y por eso, es difícil de diagnosticar. No es la típica piel que se ve debajo de la lengua, la lengua está simplemente más pegadita toda ella. Además, muchos pediatras no saben verlo (o no quieren para ahorrarse la intervención), pero se ve perfectamente cuando lloran por la manera como se arquea la lengua, y lo cortita que es (a Biel la lengua no le toca el paladar).

En muchos casos, según he leído, no afecta para nada o se soluciona el problema de lactancia con el propio crecimiento del bebé, y espero que eso sea lo que nos pase a nosotros. Al tener este frenillo a Biel le cuesta más trabajo succionar, además no hace el vacío correctamente (por eso los chasquidos) y se le sale de la boquita mucha leche. Por eso estaba tanto tiempo al pecho, me hacía grietas y no ganó peso esa primera semana. Al parecer con las pezoneras, además de ayudar a los pezones a curarse, Biel succiona mejor al tener más dónde agarrarse y eso hace que gane peso correctamente y esté menos ansioso.

Volvimos a pedir cita para que otro pediatra (Pediasaurio para nosotros) valorase el frenillo, y se quedó tan ancho diciendo que no tenía… Le pregunté que entonces por qué le costaba mamar, y la respuesta es para apuntarla en el libro de incoherencias más aberrantes dichas sobre la lactancia… agarraos donde podáis: Que a veces, el agujerito por donde sale la leche está medio tapado y hasta que no se destapa, pues les cuesta coger peso. La respuesta de Laia fue contundente: que este señor estudie anatomía, hay más de 10 conductos por los que sale la leche… Tendrá la carrera de medicina, pero sobre lactancia no sabe nada.

Esto es una locura, no se cuántas lactancias se habrán cargado estos pediasaurios diciendo estas barbaridades, y pautando suplementos biberón alegremente, sin aconsejar métodos alternativos para dar la leche, o recomendar suplemento de leche materna en vez de fórmula… Además, culpando siempre, a la mujer, sus tetas, su leche, y todo lo femenino, de los problemas de crecimiento de los bebés. Cualquier mujer sin recursos para encontrar apoyo, o con poca confianza en sus tetas, abandonaría, y no sería culpa suya perder la lactancia. Porque no es nada fácil dar pecho cuando surgen dificultades, duele, estás cansada, con las hormonas revueltas, y encima, minan tu confianza o no te apoyan. En vez de empoderarnos, darnos información y buscar alternativas, nos hacen sentir como unas irresponsables porque nos «encabezonamos» en dar teta aunque nuestros bebés no ganen peso… Pero los irresponsables son ellos, los profesionales sanitarios desactualizados, o desinformados en lactancia, que aún sabiendo que carecen de formación, se atreven a opinar. Ni siquiera te mandan a la matrona que sí se forma para ello, o a un grupo o asesora de lactancia, es lamentable…

También, existen matronas como la mía que aconsejan dar chupete a un recién nacido cuando todavía no está establecida la lactancia. A riesgo de confundir al bebé con el chupete y el pezón, o que baje la producción de leche (la estimulación es lo que hace regular la producción). Los bebés no usan el pecho de chupete, sino al revés, el chupete sustituye al pecho, y es muy peligroso para la lactancia materna confundir estos roles. Aunque no lo usen propiamente para alimentarse, es importante que se enganchen cuánto quieran para mantener la producción adecuada a sus necesidades. El pecho no es comida únicamente, calma su necesidad de succión, les relaja, les da calor, cobijo, seguridad, les ayuda a sobrellevar dolores y enfermedades, facilita el sueño, les transmite defensas y es una via de contacto directo con su madre. Además, si hubiésemos dado chupete a Biel que tenía problemas para succionar, podría haber agravado mucho el problema. Si a un bebé que coge poco peso le calmas la necesidad de succionar y no lo pones al pecho tanto como quiere, se calmaría, pero estaría perdiendo energía y tiempo que necesita para alimentarse.

Volviendo a nuestro caso, Laia nos consiguió un sacaleches para que empezase a suplementar con mi propia leche, algo que me dio mucha paz de espíritu por poder dejar de darle fórmula a Biel. Con esto comprobé que tengo muchísima leche y que obviamente, mis conductos lecheros (seguro que tienen un nombre más técnico…) están perfectamente destapados. Puedo sacar 100ml. de un pecho en unos minutos, y todavía queda leche para que Biel siga mamando si quiere. Seguí con el dedo-jeringa unos días, aunque no me hizo demasiada falta, porque Biel se queda saciado después de la toma del pecho directamente.

Ahora, seguimos con las posturas que le facilitan la succión, y las pezoneras que también parece que le ayudan a hacer tomas más productivas. La postura a caballito es la que mejor nos va a ambos, y además ayuda a que Biel haga el eructo fácilmente porque traga bastante aire al no hacer el vacío correctamente. La verticalidad para mamar le va muy bien para que se le asiente la toma, por lo que amamantar en el fular u otro portabebés en posición ventral, es ideal.

Las tomas de la noche las hacemos siempre estirados de lado, es como estamos más cómodos y Biel se relaja mucho así, le gusta saber que nos dormiremos juntos y que allí seguiré si necesita mamar más. Intento también hacer posturas ventrales, que eviten tener que luchar contra la gravedad y así no cansarme (os dejo este interesante artículo que me pasó una amiga por si queréis saber más). Y voy probando posturas a ver qué nos resulta mejor, o improvisando según convenga… He llegado a darle pecho sentándolo en el mármol de la cocina mientras me preparo el desayuno o en el cambiador para calmarle el berrinche post-cambio de pañal. Ahora dar teta es algo natural y agradable, también agotador cuando está muy demandante claro, pero por lo general, disfruto con mi monete mirándome a los ojos mientras come, esa cara de enamorado de su teta es impagable!

Entre las pezoneras y las posturas que le facilitan el trabajo, las tomas ya son más normales. Ahora ya no está tanto rato al pecho, y normalmente pasan 2 o 3 horas entre toma y toma ni está ansioso, pero lo necesita más tiempo o más a menudo yo le dejo hacer, está claro que ellos saben lo que necesitan mejor que nadie. Confío en el instinto de supervivencia de mi hijo: si quiere, que mame, cuantas veces haga falta y durante el rato que quiera.  Ya se detectar cuando se coge bien, y se que no se queda con hambre, que hago lo correcto (gracias a que me empoderó Laia ❤ ).

La siguiente semana que fuimos a pesarle, ya sin suplementos, Biel ganó 180 gramos, nos dieron el visto bueno, que estaba dentro de la tabla de pesos, por lo bajito, pero dentro de la normalidad. Respiré tranquila, necesitaba saber que íbamos bien. Y esta última semana ha cogido la directa aumentando 340 gramos, que subidón de peso y de ánimo!! Y lo hemos conseguido gracias a un buen asesoramiento, y a base de mucha teta. Esperamos que todo siga así de bien, incluso mejor, y que Biel pueda alimentarse bien sin ninguna intervención. Más adelante veremos como evoluciona y cuando podemos retirar las pezoneras. Tenemos pendiente ir a un grupo de apoyo a la lactancia, además de para devolver el sacaleches, para que nos vea la profesora de Laia en persona y darle las gracias por su ayuda.

Nuestras aventuras tetiles son una más de las muchas que han pasado tantas madres, algunas solas, otras con poco apoyo de su entorno, y muchas, por desgracia, acaban desistiendo… Como dice otra mamá bloguera en esta entrada, los ángeles de la guardia de la teta son de muchos tipos, y gracias a ellos, muchas seguimos en ello. Por suerte yo he tenido unos cuantos, mucho apoyo, fe en mi hijo y en mi capacidad de alimentarle.

Mi infinito agradecimiento a todos los que han creído en el teta-power y me han animado a seguir, y sobre todo a Laia por su apoyo y sabiduría, a Mamífero por estar sosteniéndonos y a mi hijo por demostrarme que estamos en lo correcto.

Espero que sigamos teteando hasta que uno de los dos se harte!!

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Abrazos mamíferos ❤

Primer mes de lactancia II

(Podéis leer la primera parte aquí)

Yo sabía que no hay leches malas, ni aguadas, ni relojes en las tetadas, ni cuentos de vieja… Pero me sentí fatal por no haber «engordado» a mi hijo y haberle hecho pasar hambre, aunque yo lo tenía colgado al pecho todo el día… Así de fácil y gratuito es desempoderar a una madre y hacerle dudar de la calidad de su leche.  Según Pediasauria, ella sabía que en los cursos de lactancia enseñan e insisten (y por algo será) que no existen leches malas, pero, según su gran experiencia, ha encontrado mamás que no logran engordar a sus hijos, y algunas, además, insisten, las muy inconscientes (ironía modo on)  en seguir con la lactancia… O sea, que la mujer se había actualizado yendo a cursos, pero en vez de aprender, y delegar los casos que se le escapaban del entendimiento a alguien con suficiente formación, se pasaba lo aprendido por el forro…

Insistí en que a lo mejor era un problema de agarre, frenillo, intolerancias alimentarias… Pero ella fue tajante y dijo que lo primero era que cogiese un peso correcto, que después ya valoraríamos otras cosas. En ese momento me desmoroné y lloré delante suyo. Puse todo mi empeño por seguir con la lactancia pese al dolor, y parecía no servir de nada… Sabía que si empezábamos a suplementar con biberón, la lactancia estaría vendida. Pero como era realmente urgente que aumentase de peso, fuimos corriendo a comprar leche de fórmula y biberón.

No pudimos optar a comprar una buena leche, ecológica, porque era mediodía y debíamos empezar ya. La única que había disponible era de una gran marca que no mencionaré, a la que boicoteo todo lo que puedo, que tiene cualquier cantidad de guarrerías añadidas e ingredientes de la peor calidad. Mamífero se puso a leer los componentes y al segundo le pedí que parase… Se me partía el alma de saber que le iba a dar todo eso a nuestro hijo, cosas que ni yo no tomaría…

El único biberón que había en el supermercado era de bebé «grande», hasta entonces, no sabía que habían «tallas» de biberón… no estaba informada ni preparada mentalmente para usar eso, incluso tuve que buscar información de como se prepara o esteriliza un biberón. Respeto a las familias que dan biberón plenamente informadas y por voluntad propia, pero yo, en ese momento, sabía que no era necesario y odiaba tener que dárselo. Ni siquiera quise prepararlo, y me morí de rabia al ver como Biel se tomó 30 ml. después del pecho, con hambre, y que, además después quedó saciado y tranquilo (aunque ese primer biberón lo echó entero poco después), durmiendo durante 3 horas, algo que no había sucedido antes. 

Esa misma tarde mandé a Mamífero a comprar un biberón que según dicen, emula al pezón materno, para que no se malacostumbrase, aunque claro, no es teta… Quería hacerlo con la técnica del dedo y la jeringa, pero me agobiaba no saber como medirlo (debía apuntar cuánto tomaba), si podía o debía esterilizarla… me saturé. Y escribí a Laia (no os perdáis su blog mdemamma!) a ver que me aconsejaba ella hacer en las siguientes tomas. Estuvimos hablando por teléfono, y me desahogué mucho, me sentí comprendida, sostenida, y con fuerzas para luchar por nuestra lactancia. Según ella, seguramente Biel tenía tomas poco productivas debido a un frenillo, y podríamos solucionarlo, al margen de la poca ayuda de la pediasauria. Me dio esperanzas, y me aseguró que no pasaba nada por un par de biberones, que seguro que era algo temporal, eso me tranquilizó mucho.

Me animó a darle el suplemento con la técnica dedo-jeringa ya que me preocupaba mucho que perdiese el instinto de succión al no estar establecida del todo la lactancia. Y no quería confundirlo más: primero con las pezoneras, luego biberón.. Yo ya veía que mi hijo no encontraría los pezones nunca más… Así que empecé a darle el suplemento de fórmula con esa técnica. Se trata de introducir un dedo y al lado la punta de una jeringa, y cuando succione, ir inyectándole leche poco a poco. Biel lo aceptó muy bien,  y al día siguiente ya había ganado 30g., pero nos hizo volver un par de días más adelante para seguir controlándole, e ir apuntando cuánto tomaba de suplemento.

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El primer día tomó entre unos 20 y 30 mililitros, según la toma, y en los días posteriores, fue disminuyendo, a veces 20, otras 10, y en algunas ni siquiera quería nada después de mamar. Eso era buena señal, significaba que mamaba mejor gracias a las pezoneras, se quedaba saciado, y el suplemento llegaría a ser prescindible. Como en esos días la pediatra vio la mejora que quería, le dije que quería suplementar con mi leche, que así sabríamos si realmente mi leche era «la culpable», y le pareció correcto, aunque ella seguía sospechando de mi «mala leche»…

Tuvimos que ir muy seguido, cada pocos días a pesarlo, por lo que no se veía mucho aumento de peso, pero si que iba subiendo. Yo estaba segura de estar haciendo lo correcto al insistir con el pecho, en ningún momento hice caso de la pauta de restricción de tomas o tiempo que me dijo Pediasauria. El pecho siempre a demanda, y cuando no quería más le ofrecía suplemento con la jeringa, que normalmente casi ni lo probaba. Aún así, yo me ponía de los nervios en cada visita, porque se ponía en cuestión mi capacidad de alimentar a mi hijo. Y aunque no dejé de creer en mi leche, seguía temiendo que Biel no cogiese peso, que tuviese algún otro problema y no lo detectasen por estar culpando a la lactancia…

Solamente nos hicieron llevar una muestra de orina una semana más tarde para descartar que no tuviese una infección. Eso fue otra aventura, porqué coger la muestra a un bebé es complicado… Te dan unas bolsitas (varias por si acaso) con una ranura que va pegada a la piel de alrededor del pene/vagina, esa es la parte sencilla… Se la pegas, le pones el pañal y esperas a que haga pipí, algo que no les suele gustar teniendo una bolsa  (lo incómodo que tiene que ser tener una bolsa de plástico apretujada en el pañal…). La dificultad es que no se puede contaminar la bolsita para que no salga el resultado alterado, por lo que no debe estar demasiado tiempo (si no hace hay que ir cambiándola), y si se hace caca, algo normal, no sirve la muestra. Otra problema añadido es que no se salga la orina de la bolsita y la acabe absorbiendo el pañal… Nos pasaron todas las opciones hasta que conseguimos una mini-muestra, menos mal que con un poquito ya sirve. En cuanto la conseguimos, debíamos meterla en un botecito con la misma bolsa y guardarla en la nevera hasta la visita. El resultado nos lo dieron al momento con una tira de orina en el CAP, que por suerte fue negativo.

Seguiré contándoos nuestra aventura mamífera en la siguiente entrada! 😉

 

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Abrazos mamíferos ❤

Primer mes de lactancia I

 

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Empezamos la lactancia muy bien, o eso pensaba yo, cogido a la teta en su primer minuto de vida. En esa primera toma, me salió un morado en la areola, debajo del pezón derecho. Allí mismo, la enfermera que estuvo durante el parto se dio cuenta, me lo puso bien y se cercioró de que estuviese bien cogido. Dolía, si, y bastante, pero todos me decían que era lo normal, que hasta que se acostumbra el pezón, duele. Yo sabía por lo que había leído que no es buena señal sentir dolor, significa que algo falla.

El día y la noche que pasamos en el hospital recibí mucha ayuda de las matronas y enfermeras que estaban por allí. Siempre que pasaba alguna por la habitación preguntaban como iba la lactancia y se quedaban el rato que hiciese falta para ayudarnos, pero fue muy poco tiempo el que estuvimos allí. Rectificamos posturas, puse atención al agarre, ya sabéis, intentando que Biel pusiese la boquita de pez bien abierta para coger el máximo posible de areola. Un par de días más tarde, volvimos al hospital para hacer la prueba del talón, me lo puse al pecho para que estuviese tranquilo, y la matrona aprovechó para darme algunos consejos para perfeccionar la postura.

En casa, seguí todas las pautas, pero seguía doliendo, tanto el momento del agarre como el resto de la toma, sobre todo el pezón izquierdo. Además, nos costaba mucho que Biel se cogiese bien, hacíamos muchos y dolorosos intentos antes de que pudiese empezar la toma. Aunque intentaba ofrecerle el pecho antes de que estuviese hambriento, tanto repetir el agarre le impacientaba mucho, a mi me agobiaba, y al final, cuando se cogía mamaba con mucha ansiedad.

Días después, me di cuenta que aquello que dolía tanto en mi pecho izquierdo era una grieta. Cada toma con ese pecho era una pesadilla, pero aguantaba, él necesitaba comer y no me podía arriesgar a dejar de darle ese pecho. En la visita post-parto a domicilio con mi matrona del CAP, de la que ya os he hablado, le comenté que tenía una grieta y dificultades con el agarre. Intentamos con ella delante probar la posición de rugby, no nos salió, pero ella no insistió… No me dijo nada nuevo, ni se implicó demasiado, y eso que es la profesional sanitaria que debe asesorar en estos temas…

Le dije también que veía a Biel muy ansioso, que quería pecho a todas horas (luego supe que además del problema de agarre, estábamos pasando el primer brote de crecimiento), y no se quedaba satisfecho nunca. Y me contestó, alegremente, que probase a darle un chupete a ver si se calmaba… Que a veces solamente necesitan succionar y que estaríamos mas tranquilos así. Es cierto que a veces solamente quieren pecho para calmarse, pero yo hablaba de ansiedad real, no de chupar un rato para dormir tan ricamente.

En serio, no hagáis caso de estos consejos, son muy peligrosos, y más con un recién nacido de menos de un mes. Además de ser una interferencia a la correcta succión cuando todavía se está instaurando la lactancia, puede tener más consecuencias.  Para mi no era una opción porque prefiero calmarle con el pecho y creo que es crearle un hábito para nuestra comodidad que después deberemos forzarles a dejar, y no va con mi estilo de crianza. Si queréis darle chupete a vuestro bebé para que se calme, está bien, pero no lo hagáis para tapar un problema, sobre todo, si vuestro instinto (como lo hacía el mío), os dice que algo pasa. En nuestro caso, como veréis si seguís leyendo, si hubiese calmado a mi hijo con un chupete saltándome tomas, podría haber sido muy grave…

Aguanté un par de semanas viendo las estrellas, con el pezón al aire casi todo el día para que se curase, poniéndome aceite de oliva, vigilando la postura… Por supuesto, con el apoyo e implicación de Mamífero que me ayudaba a colocarlo bien y le aguantaba las manitas para que no me arrancase mis maltrechos pezones. Por las noches a veces me saltaba alguna toma de ese pecho porque intentar que se cogiese bien nos llevaba mucho tiempo, pero abusar del otro pecho hizo que el otro pezón empezase a doler también… Llegaba a llorar de dolor, el agua caliente en la ducha me ardía, el roce con la ropa era como tener cristales clavados, y temía las tomas. Me dolía mucho físicamente, pero lo que más temía era que no lograse establecer la lactancia y acabar dejándola.

Biel podía estar una hora al pecho, vaciarlo, y seguir con el otro, para continuar pidiendo como si estuviese muerto de hambre, continuamente, todo el día y la noche. Además lloraba mucho, desde las 7 de la tarde, hasta la madrugada muchos días. Primero pensamos que eran cólicos como os conté en esta entrada , y si, tenía gases porqué al mamar tragaba demasiado aire. Cuando encontramos la manera de que expulsase los gases, caí en que era una crisis de crecimiento y por eso demandaba tanto pecho. Cuando ya casi llevábamos un par de semanas así, estaba claro que algo más pasaba, y me empecé a preocupar en serio.

Entonces recibí un mensaje de una mamá bloguera, Laia (mdemamma) asesora de lactancia y porteo, que me ofrecía su ayuda si necesitaba algo. Le estuve contando las dificultades que teníamos, cuánto le costaba cogerse, y que además, al mamar hacía chasquidos. Biel no hacía bien el vacío, por eso tragaba más aire y se le escapaba mucha cantidad de leche de la boca.

Íbamos hablando casi a diario, se preocupó mucho por nosotros y le estaremos eternamente agradecidos por ello. Me pasó muchísima información, al no poder desplazarnos nosotros, se encargó de hablar con su profesora y entre las dos, asesorarnos a distancia. Me aconsejó probar posturas nuevas, sobre todo el agarre espontáneo, a caballito y rugby, a ver si notábamos mejoras. Me costó mucho experimentar ya que rabiaba de dolor y Biel se ponía ansioso a buscar el pezón ya dolorido, dándole golpes, agarrando con las manos… Pero cuando lo conseguíamos, si que noté que se cogía mejor en esas posturas.

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A caballito

Pero seguía doliendo, y mucho. Así que un día no aguanté más y fuimos en busca de unas pezoneras. No me las puse antes porqué temía que después no supiese agarrarse al pezón, pero no podía seguir así, estaba empezando a cogerle aversión a la lactancia… Y la primera toma que hicimos con pezoneras fue… tan agradable!! Era la primera vez que daba el pecho sin sentir dolor, y eso que todavía tenía los pezones agrietados. Por fin empezaba a disfrutar con esa mirada tan tierna de mi hijo mamando… que se alargasen en tiempo que hiciese falta y cuantas veces quisiera! Eso me dio mucha esperanza para seguir con la lactancia, perfeccionar las posturas, y cuando se curasen los pezones, retirarlas.

A Biel le gustó mucho la experiencia también, no le costó nada cogerse, no tuvo que buscar como con el pezón. Y solamente emitió un quejido (uhm!) cuando vio que debía chupar un par de veces para que saliese la leche ya que estaba acostumbrado a que fuese instantánea. Además, me di cuenta de que al ser más grande que el mismo pezón, abría mejor la boca y parecía sujetarlo mejor, succionaba con más profundidad, sin apenas chasquidos y no se le escapaba de la boca.

Esa misma semana tuvimos visita con la pediatra (la llamaremos Pediasauria a partir de ahora), para hacer el control de peso. Yo iba tranquila sabiendo que, aunque teníamos dificultades, Biel mamaba a demanda, mucho, y yo tenía muchísima leche, por lo que esperaba que hubiese ganado peso correctamente. Pero no, esa semana Biel no ganó nada, 30g… Pediasauria se alarmó, nos dio órdenes de suplementar después de cada toma de pecho con biberón y volver a pesarlo al día siguiente.

Según ella, hay madres que no tienen buena leche… mamás, si oís esto huíd, no hagáis caso!! Además, como le comenté que lloraba mucho, dijo con muy poco tacto: claro, es que estaba pasando hambre… Como si le estuviese negando el alimento! Y cuando le dije que le daba pecho tantas veces como él quisiera (a demanda), y que se podía pasar una hora mamando, puso el grito en el cielo. Dijo que por eso me salían grietas (claaaro…), que máximo 20 minutos al pecho y nada de querer mamar cada hora, cargándose así el principio de lactancia a demanda. Además de la incongruencia que es negarle el pecho a un bebé que no gana suficiente peso WTF!!! Me mordí la lengua y le dije únicamente: es que yo le doy a demanda… Escucho las necesidades de mi hijo y confío en su capacidad para autorregular su alimentación.

En la siguiente entrada os seguiré contando como siguió la historia…

 

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Abrazos mamíferos ❤