Sobre mi parto…

Se que muchos estáis esperando que escriba mi parto, Mamífero es el primero que me lo recuerda a menudo 😉

Si,tengo que hacerlo, quiero hacerlo. Fue el día más bonito de mi vida y merece una entrada, por lo menos. Lo que pasa es que tengo que dedicarle mucho tiempo y energía recabando datos, traduciendo tantas emociones a palabra escrita… Sacando de mi subconsciente desde los pequeños detalles, hasta lo más importante y significativo que se me ha olvidado. ¿Cómo puede ser? He olvidado detalles importantísimos de un día tan esperado!!!

Será que no estaba en plena consciencia, que eso para mi no pasó. Lo viví con tal intensidad que mi cerebro no pudo participar. Mamífero dice que cuando me preguntaban si quería cambiar de postura o algo, yo siempre decía: no se. Y no lo recuerdo, pero, claro, no sabía, no pensaba. Estaba en un trance similar al de la meditación en el que la mente va en piloto automático. La cabeza estaba lejos, yo era puro cuerpo.

Un parto sin epidural se vive desde otro plano, visceral, con la cabeza ida. Ese «planeta parto» del que tanto se habla, existe, y lo que pasa ahí, ahí se queda. No importa el dolor, no es tan grave.  No importan las horas, el tiempo es relativo. No importa si lloras o gritas, no eres consciente. No importan las caras de quienes te atienden, no las recuerdas. No importa si estabas atenta a lo que pasaba, estabas dónde debías, conectada con tu cuerpo y tu bebé.

Del parto de Aritz tengo grabados a fuego cada segundo, cada detalle, recuerdo el lugar al milímetro, cada contracción… Todavía puedo revivir el dolor emocional y físico, tal cual lo sentí entonces. Vivir algo tan duro genera un estrés postraumático que hace que los flashbacks y la ansiedad al recordarlo voluntariamente o no, te acompañen siempre. En cambio, del nacimiento tan feliz y respetado de su hermano puedo escribirlo en apenas un par de líneas.

Si le doy vueltas, recuerdo momentos, y puedo hilvanar los hechos para darle un sentido a mis divagaciones. Tengo que hacerlo con tiempo, calma, y ayuda de Mamífero. Él estuvo presente en todo momento, y puede recordar más cosas. A veces, hablando, le pregunto como fue tal cosa, o me da detalles e información que yo no sabía. Es extraño que otro recuerde mejor tu parto que tu misma! Por eso quiero escribirlo algún día, a todo lujo de detalles, para no acabar de olvidar esas horas tan mágicas 🙂

A líneas generales puedo deciros que:

  • El olor de un recién nacido, de TU cachorro es indescriptible y embriagador.
  • Cuando nace tu hijo no te crees lo que está pasando, es como si, de golpe, cayeses del planeta parto a la Tierra.
  • Fue un parto respetadísimo, me trataron con mucho cariño y profesionalidad aún en los momentos más críticos.
  • La dilatación fue maravillosa, agradable, íntima, fácil y bastante rápida… me sentí como en casa.
  • Mi hijo es un campeón, aguantó un expulsivo de 5 horas sin ningún tipo de sufrimiento, y una salida muy dura para él.
  • El dolor no fue insoportable, en serio, no le tengáis miedo. Recuerdo mucho más doloroso el parto de Aritz, simplemente, porque estaba aterrorizada.
  • Lo peor fueron el calor y la sed, es lo que más me desconcentraba y fue muy agobiante.
  • El agotamiento se disipa en el momento en que tienes a tu bebé en el pecho, es impresionante como el subidón hormonal ayuda en la recuperación.
  • Algo que todos me preguntan: Si, repetiría un parto natural sin epidural, sin duda. En ningún momento pensé en pedirla, no sentí que no pudiese con ello.

Comparto con vosotros una foto de la dilatación, estando de unos 7 centímetros. Ese rato lo recuerdo muy bien, y con mucho cariño. Con la luz ténue, y Mamífero (que no aparece porque estaba haciendo la foto) sentado detrás de mi. Solos los dos, hablando, riendo, comiendo, bebiendo… e imaginando que en pocas horas tendíamos a Biel e brazos. Estoy sentada en la pelota, colgada del fular (que bien me fue ese combo), y comiendo anacardos entre contracciones 🙂

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Quiero también, dejar constancia en el Hospital de Olot de lo bien tratada que me sentí, y felicitarles por la gran labor que hacen para adecuarse a las necesidades de las familias en los nacimientos. Fue clave la buena actitud de la matrona, que creyó en mi cada momento, animándome, acompañando, sin intervenir, respetando mi voluntad y explicándome amorosamente cada paso a dar. Me hicieron sentir muy capaz, fuerte, y adulta. Algo que por desgracia, no pasa en todos los nacimientos, en los que se ningunea e infantiliza a la mujer, dejándola en el plano de la niña que no sabe parir.

Pedí una hoja de aclamaciones el día que me dieron el alta, pero todavía no he podido rellenarla….  Intenté recordar los nombres de las mujeres que nos acompañaron en el nacimiento de Biel para mencionarlas, pero no los he podido retener 😛

Cambiar de hospital y escoger ese fue lo mejor que pude hacer, y repetiré,  en un próximo parto. El personal tanto de paritorio, como de la planta de maternidad son excelentes, están bien actualizados en cuanto a cuidados en el nacimiento y postparto, y la lactancia. Ojalá todos los centros y personal evolucionen en esta línea, que la violencia obstétrica termine, que nadie más tenga que sufrir la mala praxis y faltas de respeto en momentos tan delicados.

Espero tener tiempo pronto para compartir con vosotros el nacimiento de Biel, que fue muy emocionante y intenso. Con mi empoderamiento, mis falquezas, y el final más feliz.

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Abrazos mamíferos❤

Primer mes de lactancia I

 

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Empezamos la lactancia muy bien, o eso pensaba yo, cogido a la teta en su primer minuto de vida. En esa primera toma, me salió un morado en la areola, debajo del pezón derecho. Allí mismo, la enfermera que estuvo durante el parto se dio cuenta, me lo puso bien y se cercioró de que estuviese bien cogido. Dolía, si, y bastante, pero todos me decían que era lo normal, que hasta que se acostumbra el pezón, duele. Yo sabía por lo que había leído que no es buena señal sentir dolor, significa que algo falla.

El día y la noche que pasamos en el hospital recibí mucha ayuda de las matronas y enfermeras que estaban por allí. Siempre que pasaba alguna por la habitación preguntaban como iba la lactancia y se quedaban el rato que hiciese falta para ayudarnos, pero fue muy poco tiempo el que estuvimos allí. Rectificamos posturas, puse atención al agarre, ya sabéis, intentando que Biel pusiese la boquita de pez bien abierta para coger el máximo posible de areola. Un par de días más tarde, volvimos al hospital para hacer la prueba del talón, me lo puse al pecho para que estuviese tranquilo, y la matrona aprovechó para darme algunos consejos para perfeccionar la postura.

En casa, seguí todas las pautas, pero seguía doliendo, tanto el momento del agarre como el resto de la toma, sobre todo el pezón izquierdo. Además, nos costaba mucho que Biel se cogiese bien, hacíamos muchos y dolorosos intentos antes de que pudiese empezar la toma. Aunque intentaba ofrecerle el pecho antes de que estuviese hambriento, tanto repetir el agarre le impacientaba mucho, a mi me agobiaba, y al final, cuando se cogía mamaba con mucha ansiedad.

Días después, me di cuenta que aquello que dolía tanto en mi pecho izquierdo era una grieta. Cada toma con ese pecho era una pesadilla, pero aguantaba, él necesitaba comer y no me podía arriesgar a dejar de darle ese pecho. En la visita post-parto a domicilio con mi matrona del CAP, de la que ya os he hablado, le comenté que tenía una grieta y dificultades con el agarre. Intentamos con ella delante probar la posición de rugby, no nos salió, pero ella no insistió… No me dijo nada nuevo, ni se implicó demasiado, y eso que es la profesional sanitaria que debe asesorar en estos temas…

Le dije también que veía a Biel muy ansioso, que quería pecho a todas horas (luego supe que además del problema de agarre, estábamos pasando el primer brote de crecimiento), y no se quedaba satisfecho nunca. Y me contestó, alegremente, que probase a darle un chupete a ver si se calmaba… Que a veces solamente necesitan succionar y que estaríamos mas tranquilos así. Es cierto que a veces solamente quieren pecho para calmarse, pero yo hablaba de ansiedad real, no de chupar un rato para dormir tan ricamente.

En serio, no hagáis caso de estos consejos, son muy peligrosos, y más con un recién nacido de menos de un mes. Además de ser una interferencia a la correcta succión cuando todavía se está instaurando la lactancia, puede tener más consecuencias.  Para mi no era una opción porque prefiero calmarle con el pecho y creo que es crearle un hábito para nuestra comodidad que después deberemos forzarles a dejar, y no va con mi estilo de crianza. Si queréis darle chupete a vuestro bebé para que se calme, está bien, pero no lo hagáis para tapar un problema, sobre todo, si vuestro instinto (como lo hacía el mío), os dice que algo pasa. En nuestro caso, como veréis si seguís leyendo, si hubiese calmado a mi hijo con un chupete saltándome tomas, podría haber sido muy grave…

Aguanté un par de semanas viendo las estrellas, con el pezón al aire casi todo el día para que se curase, poniéndome aceite de oliva, vigilando la postura… Por supuesto, con el apoyo e implicación de Mamífero que me ayudaba a colocarlo bien y le aguantaba las manitas para que no me arrancase mis maltrechos pezones. Por las noches a veces me saltaba alguna toma de ese pecho porque intentar que se cogiese bien nos llevaba mucho tiempo, pero abusar del otro pecho hizo que el otro pezón empezase a doler también… Llegaba a llorar de dolor, el agua caliente en la ducha me ardía, el roce con la ropa era como tener cristales clavados, y temía las tomas. Me dolía mucho físicamente, pero lo que más temía era que no lograse establecer la lactancia y acabar dejándola.

Biel podía estar una hora al pecho, vaciarlo, y seguir con el otro, para continuar pidiendo como si estuviese muerto de hambre, continuamente, todo el día y la noche. Además lloraba mucho, desde las 7 de la tarde, hasta la madrugada muchos días. Primero pensamos que eran cólicos como os conté en esta entrada , y si, tenía gases porqué al mamar tragaba demasiado aire. Cuando encontramos la manera de que expulsase los gases, caí en que era una crisis de crecimiento y por eso demandaba tanto pecho. Cuando ya casi llevábamos un par de semanas así, estaba claro que algo más pasaba, y me empecé a preocupar en serio.

Entonces recibí un mensaje de una mamá bloguera, Laia (mdemamma) asesora de lactancia y porteo, que me ofrecía su ayuda si necesitaba algo. Le estuve contando las dificultades que teníamos, cuánto le costaba cogerse, y que además, al mamar hacía chasquidos. Biel no hacía bien el vacío, por eso tragaba más aire y se le escapaba mucha cantidad de leche de la boca.

Íbamos hablando casi a diario, se preocupó mucho por nosotros y le estaremos eternamente agradecidos por ello. Me pasó muchísima información, al no poder desplazarnos nosotros, se encargó de hablar con su profesora y entre las dos, asesorarnos a distancia. Me aconsejó probar posturas nuevas, sobre todo el agarre espontáneo, a caballito y rugby, a ver si notábamos mejoras. Me costó mucho experimentar ya que rabiaba de dolor y Biel se ponía ansioso a buscar el pezón ya dolorido, dándole golpes, agarrando con las manos… Pero cuando lo conseguíamos, si que noté que se cogía mejor en esas posturas.

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A caballito

Pero seguía doliendo, y mucho. Así que un día no aguanté más y fuimos en busca de unas pezoneras. No me las puse antes porqué temía que después no supiese agarrarse al pezón, pero no podía seguir así, estaba empezando a cogerle aversión a la lactancia… Y la primera toma que hicimos con pezoneras fue… tan agradable!! Era la primera vez que daba el pecho sin sentir dolor, y eso que todavía tenía los pezones agrietados. Por fin empezaba a disfrutar con esa mirada tan tierna de mi hijo mamando… que se alargasen en tiempo que hiciese falta y cuantas veces quisiera! Eso me dio mucha esperanza para seguir con la lactancia, perfeccionar las posturas, y cuando se curasen los pezones, retirarlas.

A Biel le gustó mucho la experiencia también, no le costó nada cogerse, no tuvo que buscar como con el pezón. Y solamente emitió un quejido (uhm!) cuando vio que debía chupar un par de veces para que saliese la leche ya que estaba acostumbrado a que fuese instantánea. Además, me di cuenta de que al ser más grande que el mismo pezón, abría mejor la boca y parecía sujetarlo mejor, succionaba con más profundidad, sin apenas chasquidos y no se le escapaba de la boca.

Esa misma semana tuvimos visita con la pediatra (la llamaremos Pediasauria a partir de ahora), para hacer el control de peso. Yo iba tranquila sabiendo que, aunque teníamos dificultades, Biel mamaba a demanda, mucho, y yo tenía muchísima leche, por lo que esperaba que hubiese ganado peso correctamente. Pero no, esa semana Biel no ganó nada, 30g… Pediasauria se alarmó, nos dio órdenes de suplementar después de cada toma de pecho con biberón y volver a pesarlo al día siguiente.

Según ella, hay madres que no tienen buena leche… mamás, si oís esto huíd, no hagáis caso!! Además, como le comenté que lloraba mucho, dijo con muy poco tacto: claro, es que estaba pasando hambre… Como si le estuviese negando el alimento! Y cuando le dije que le daba pecho tantas veces como él quisiera (a demanda), y que se podía pasar una hora mamando, puso el grito en el cielo. Dijo que por eso me salían grietas (claaaro…), que máximo 20 minutos al pecho y nada de querer mamar cada hora, cargándose así el principio de lactancia a demanda. Además de la incongruencia que es negarle el pecho a un bebé que no gana suficiente peso WTF!!! Me mordí la lengua y le dije únicamente: es que yo le doy a demanda… Escucho las necesidades de mi hijo y confío en su capacidad para autorregular su alimentación.

En la siguiente entrada os seguiré contando como siguió la historia…

 

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Abrazos mamíferos ❤

 

Primeros dias con Biel

Saco la cabecita por aquí un momento, el tiempo que el peque me conceda para poder escribir algo (en realidad han pasado días desde que empecé este post hasta que he podido publicarlo… ) sobre estos primeros días de pa/maternidad terrenal. Somos inexpertos, sabemos poco de bebés y nos ha cambiado la vida en todos los aspectos, pero creo que lo llevamos bastante bien.

Biel nació la madrugada del día 24 de febrero, a las 3:50, con 3,020 kg de peso y 47 centímetros, un bebé pequeñito pero bien proporcionado. Al salir del hospital se quedó en 2,800 kg y con nueve días de vida, lo llevamos a la enfermera y ya había subido a 3,070 kg, y había crecido 2 centímetros 🙂

Lo primero que hizo al llegar a esta realidad fue llorar y patear enfadado, lo normal cuando sales a un ambiente tan hostil comparado con la tranquilidad uterina. En su caso, la salida fue especialmente brusca, (algo que ya explicaré más detenidamente cuando pueda ponerme a escribir sobre el parto), pero aún así, el test de APGAR fue 9-10-10.

Me lo pusieron en seguida encima, calentito, húmedo y desprendiendo ese olor tan dulce y especial que me emociona tanto al recordarlo… Estaba espabilado, mirándonos, y moviéndose con energía, y nosotros muriendo de amor… Inmediatamente después, se hizo el apacible silencio cuando se cogió al pecho, que instintivo, y con qué fuerza mamaba… Tenemos un vídeo de ese primer momento, espero poder colgarlo y compartirlo con vosotr@s.

Mientras mamaba me iban cosiendo, y una de las chicas que me asistió en el parto nos fue corrigiendo la postura, nos fue de gran ayuda empezar la lactancia tan pronto y bien asesorados. Luego, nos dejaron solos a los tres un par de horas, en la penumbra, conociéndonos, piel con piel, oliéndonos y enamorándonos de nuestro cachorrito. No nos lo creíamos, él estaba con nosotros, era real, y estaba todo perfecto. La revisión se la hicieron después, sin prisas y sin separarnos, Mamífero le puso su ropita, todo le quedaba grande… y a las 7 de la mañana nos fuimos a la habitación a empezar el primer día de nuestra nueva vida.

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Primera toma en la sala de partos

El primer día en el hospital, tardamos una eternidad en cambiar un pañal entre los dos, y menos mal que estaba mi madre en ese momento, que le lavó el culete en el baño porque no sabíamos por dónde coger esa plasta de meconio. Los primeros cambios de ropa y pañal fueron en equipo, vestir a este monete que se retuerce mientras tanto nos parecía tan difícil… Uno le levanta las patitas y el otro coloca el pañal, uno limpia y el otro lo aguanta para que no meta los pies en la caquita… Pero con las veces que hay que hacerlo al día, al segundo día cogimos velocidad, práctica, y seguridad, así que nos atrevimos a quedarnos a solas con el cachorro y enfrentarnos a sus cacas explosivas, los pipís sorpresa, vómitos y lloros mientras tanto.

Nuestros días ahora transcurren en esa rutina: mamar, cambiar pañal y volver a empezar. Y aprovechar cuando duerme para hacer todo lo demás, amoldándonos a su ritmo. Biel mama cada 2-3 horas, a veces alarga algo más (no muchas veces) y otras menos, y es casi continuo. La primera noche en el hospital apenas dormí una hora, pero me sentó de maravilla. Me despertaba a cada movimiento o ruidito suyo, y me costaba volver a coger el sueño de lo feliz que era teniéndole al lado… Y aunque estaba recién parida y llevaba tres días sin dormir, estaba fresca y me sentía con fuerzas (¡benditas hormonas!).

Colechamos desde el primer momento, y aunque teníamos la cuna de colecho adosada a la cama, Biel necesita contacto contínuo, por lo que duerme en nuestra cama. Es muy cómodo tenerle al lado y no tener ni que moverme para comprobar que está bien o calmarle si se despierta. Le doy el pecho estirada por lo que descanso bastante entre tomas, y muchas veces nos dormimos los dos mientras mama. Hoy hemos decidido darle la vuelta al colchón, dejándolo horizontal, y hemos anexado la cuna a los pies de la cama. Con esto, hemos conseguido tener una cama de colecho de 1’80 para estar los tres bien anchos 🙂

La lactancia como veis, nos va estupendamente, en el hospital nos dieron muchos consejos y ayuda. He ido perfeccionando la postura y con eso, ha mejorado el agarre, con el pecho derecho nos cuesta algo más, por alguna razón no se coge tan bien como con el otro y tengo una pequeña grieta. Algo que nos aconsejaron es no dejar que llegue a tener hambre, ya que cuando llega a ese punto se desespera, le cuesta encontrar el pezón, y succiona demasiado fuerte. Estando pendientes de sus señales nos anticipamos al llanto y todo es más fácil.

Por lo general, se queda muy satisfecho después de cada toma y duerme apaciblemente, solamente tiene un ratito al día (entre la hora de la cena y la de dormir) en el que le llora inconsolable, suponemos que es porque al final del día acumula gases y le duele la barriguita. Cuando se desespera da mucha penita e impotencia, la leche me gotea de los pechos y me da por llorar a mi de verle sufrir y no poder aydarle… Es desesperante y te sientes tan mal cuando no puedes calmarle 😦

La peor de noche fue su segundo día de vida, creemos que fue por la subida de la leche y el cambio que supone digerir más cantidad. Para que no pase ese mal rato estoy tomando infusiones de manzanilla con anís (para evitar los gases), e intentamos que vaya sacándolos a cada toma, le masajeamos la barriguita, le ayudamos subiéndole las piernas a que se tire pedetes o haga caca, le cogemos por la barriguita boca abajo… Parece que algo mejora, ayer, además le dimos un baño antes de la cena, y apenas se quejó, pero si que le costó dormirse. Se ha despertado cada hora quejoso, y de madrugada ha hecho una caca explosiva que ha rebasado el pañal.

Somos afortunados, Biel es un niño tranquilo y sano, y aunque si que estamos mucho más cansados, no es tan grave. Realmente, es mejor de lo que esperaba, pensaba que estaría más superada por todo, y no, me siento con fuerzas y buen ánimo para seguir así los años que haga falta. Únicamente me dan bajones cuando no puedo calmarle, y es porque se me junta con mi cansancio al final del día, la falta de sueño contínua y el dolorcillo de los puntos y los achaques del puerperio. Por suerte, Mamífero es un padre genial, se le da muy bien calmarle, y él siempre está ahí para lo que haga falta.

Lo pasamos muy bien con él, reímos con sus caras, nos emocionamos con él, y se nos cae la baba… Mamífero no para de hacerle fotos, y yo aunque me pase la mitad del día con él pegado a la teta, lo disfruto. Mirarle me llena de paz y no me puedo quitar la sonrisa de la cara, puedo pasarme horas mirándole, acariciándole y agradeciéndole que haya llegado a nuestras vidas.

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Antes de salir del hospital al día siguiente de nacer

 

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Abrazos mamíferos ❤

¡Ha nacido un minimamífero!!

Estoy desaparecida por la mejor razón del mundo:

Biel nació el miércoles 24 a las 3:50 de la madrugada 🙂

Está sanísimo, y nosotros felices, y agradecidos a la vida por darnos este regalazo. Gracias a tod@s los que nos habéis felicitado, poco a poco voy sacando algo de tiempo para leer y contestar vuestros mensajes y comentarios, y espero poder colgar alguna foto y post, pero ahora el primero es el peque!

Este minimamífero nos tiene enamorados ❤

 

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Abrazos mamíferos ❤

Embarazo: 38 semanas, hoy monitores.

Hoy, de 38 semanas he ido al primer registro de monitores, y ha salido genial. Consiste en estar durante 30 minutos con una sonda que registra el latido del bebé, y otra que mide las contracciones, ambas atadas con unas cintas elásticas alrededor de la barriga. También te dan un aparatito con un botón que debes presionar cada vez que el bebé se mueve. Con esta prueba, se ve como influyen las contracciones en los latidos del bebé, y si se está moviendo con normalidad, así se sabe si el peque lleva bien esos cambios sin sufrir.

Los latidos de Biel perfectos, ha estado bailongo como siempre, y a veces se salía de la sonda de los latidos y no se le escuchaba hasta que volvía. Ha salido alguna contracción pero muy flojita, y gracias a eso, ahora se cuando me dan, porque la verdad es que casi ni las notaba. Las que tengo por la noche o cuando hago un esfuerzo son más fuertecitas y esas si que las tenía controladas, pero se ve que voy teniendo de las suaves durante el día también. Según la matrona, buena señal, se va preparando el asunto 🙂  El resultado del estreptococo ha salido negativo, cosa que me alegra muchísimo, así pasamos de antibiótico. La muestra de orina está también correcta, así como la tensión y sigo en el mismo peso. La semana que viene, si no me he puesto de parto antes, volveremos a hacer los registros.

Hoy, después de un año sin tomar café (aunque en realidad ya no tomo desde hace unos años, solamente alguno en días puntuales), me ha dado un antojo irrefrenable y me he dado el lujo. Eso si, descafeinado, porque ahora me afecta muchísimo la cafeína, y con leche de avena, y me ha sabido a gloria!! Lo he tomado en la calle, ya que ha sido un día bonito de sol y buena temperatura. Este invierno el abrigo casi ni me lo he puesto, y menos mal, porque ya me cuesta cerrarlo, voy embutida e incómoda con él.

Hemos ido después a comprar un par de cosas al super, y he encontrado algo magnífico!! Unos rollos adhesivos de papel reflectante y pizarra. Hemos cogido los dos, ya que tengo en mente montarle a Biel una habitación rollo Montessori con el espejo, la pizarra y los juguetes a su altura. Todavía queda mucho para eso, pero se que es algo que me costará encontrar, y hemos aprovechado la oportunidad.

Luego, hemos ido a darle una buena limpieza al coche, que ya le tocaba, por fuera y por dentro.  Ya está listo para instalar la sillita de Biel!! Y la siguiente misión era intentar por enésima vez imprimir mi plan de parto, que siempre que lo intentamos fracasamos… Para eso, hemos ido hasta otro pueblo, y nos hemos dado un paseo yendo por el camino largo de curvas en vez de por la carretera, disfrutando de la montañita y la vista de nuestros Pirineos.

Biel ha disfrutado un montón, no se porque, pero le encanta ir en coche, no para de moverse siempre que nos montamos. Lo malo es que con las curvas va de un lado al otro de la panza y he tenido algunas contracciones y he acabado con la barriga cansada. Ya sabemos que hacer si al final no me pongo de parto, seguro que ir a hacer un poco de curvas ayuda 😉

Lo malo ha sido que cuando hemos llegado al pueblo, el locutorio estaba cerrado… así que la misión imprimir plan de parto sigue en el aire. A este paso, me pongo de parto sin tenerlo… A ver si mañana Mamífero tiene suerte (ya lo ha intentado 3 veces sin éxito) y lo puede imprimir cuando salga del trabajo.

Nos hemos vuelto para casa, y justo cuando hemos llegado, ha llamado el paleta para venir a arreglar las humedades. Así que, genial, ha rascado, dado una capa de no se que, y más tarde ha vuelto a poner masilla. Mañana que estará seco, volverá a pintar, así que ha sido rapidísimo, ¡que tranquilidad tenerlo casi hecho!! Me ha confirmado que seguramente el agua es una filtración de la fachada, no es por humedad en el ambiente. Se ve que en otros pisos han tenido muchos problemas también, de todo tipo, y está trabajando en varios de ellos en el edificio. Quisieron entregar los pisos con prisas (típico) y el resultado es que van saliendo las pifias tiempo después.

Esta semana estoy mejor que la pasada en cuanto a energías y dolorcillos varios, gracias a que estoy descansando bien por las noches. A última hora de la noche estoy hecha una piltrafilla, pero es algo normal a las alturas en las que estoy.

Este ha sido el resumen del día, os pongo también un par de fotos con Mamífero y mi cara-pan, y del delicioso primer café del año 😀

 

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Visita con la ginecóloga (35+6)

Hoy hemos tenido visita con la ginecóloga del nuevo hospital, tocaba llevar la muestra de orina y me ha hecho también la prueba de estreptococo. Y ya me ha ido programando las visitas para las siguientes semanas: la semana que viene, tenemos visita con el anestesista, y llevar otra muestra de orina (no sabía que hacían dos cultivos tan seguidos!). Tendremos ya el resultado del estreptococo y del cultivo de orina de hoy, que espero den negativo ambos.

Me ha dicho que ya deje el Adiro (bien!), y que empezaremos con monitores en la semana 38, un poco antes de lo normal por mi historial, así controlan el bienestar del bebé. La altura uterina ha aumentado dos centímetros en menos de un mes, estoy en 32 centímetros. Y según su balanza he perdido medio quilito, pero en casa sigo pesando lo mismo, por lo que creo que es cosa del cambio de báscula.

El corazón de Biel sigue a tope, y él también, haciendo la cobra cada vez que le ponen el aparato encima. Lo han encontrado a la primera, pero después él se escapaba literalmente del doppler, yendo para el lado contrario. Siempre nos hace reír, como estoy delgada, se ve mucho como se mueve el bichejo, y es muy gracioso ver como huye.

Todo está bien en general, excepto el hierro, que sigo baja. No me ha dado tiempo a recuperar durante este mes, sigo casi igual que como estaba. Ha sido un poco decepcionante porque me he esforzado en comer bien, tomarlo con vitamina C y aguantar la acidez que me daba, y quería ver mejoras… Estoy a 6,8 de ferritina.

No quiero estar baja de cara al parto, teniendo en cuenta que además puedo sangrar más por la placenta baja, no me quiero quedar pajarita. Así que me ha recetado un hierro más concentrado que ya hemos comprado, porque el parto puede desencadenarse en cualquier momento, o de aquí a un mes, y cuanto antes me recupere, mejor.

Esta noche no he dormido nada, un par de cabezadas de 5 minutos que no me han sabido a nada. Así que he dormido un poco por la tarde, hora y media nada más… y esta noche espero poder recuperar el tiempo perdido, que mañana tenemos mucho que hacer.

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Esta foto me la ha hecho Mamífero en el hospital, que ya hacía un mes que no hacíamos ninguna. Ha sido un día bonito, soleado y cálido, parece que siempre que vamos a ese hospital hace buen día 🙂

 

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Abrazos mamíferos ❤

 

 

 

Semana 35: analítica, clase, y síntomas

Ayer fuimos al hospital a hacerme la última (por fin!) analítica de sangre del embarazo, justo el día en el que cumplí 35 semanas. Llegamos al hospital un poco antes de las 8, hora en la que empiezan las extracciones, ya que íbamos sobre aviso de que si llegábamos algo más tarde, tendríamos que esperar bastante. Nada más llegar, ya había bastante gente esperando desde antes pusieran los números de turno. Me tocó el 24, y la verdad es que fue bastante rapido, en menos de media hora ya estábamos desayunando.

Esa noche, como muchas últimamente apenas dormí. Cada vez me cuesta más, entre acidez de estómago, visitas al baño y desvelos, creo que dormí una hora seguida… Así que cuando llegamos a casa me volví a la cama hasta la hora de comer. Así voy pasando los días, entre sueño y sueño como, voy al baño. Descanso a trompicones, ya no recuerdo cuando fue la última vez que pude dormir una noche del tirón. Pero creo que es perfectamente normal y que nos pasa a muchas, este último mes es así, y tiene sentido, ya que cuando tengamos al bebé, tendremos que hacer eso mismo, dormir y comer cuando podamos.

Después de la comida fuimos a la clase de educación maternal. Seguimos con el parto, siempre centradas en el dolor (como echo de menos que se hable de fisiologia del parto, con lo maravilloso que es el proceso!). aunque esta vez fue algo más provechosa la hora y media. Vimos un vídeo de partos en hospital, hicimos respiraciones, hablamos de las posiciones que podemos adoptar para pasar mejor las contracciones, practicamos masajes para aliviar el dolor, y nos dio unas fotocopias sobre el masaje perineal. Algo que ya debería haber empezado, pero todavía no he hecho porque me falta el aceite… Podría empezar con aceite de oliva, pero no me he animado a probar porque después de la ducha toca hacer la cena, ya estoy con la batería baja, y no me ha apetecido ningún día…

Después de la clase fuimos a comprar un poco de comida para acabar de pasar el mes (que largo se hace enero!), y cuando volví a casa, merendé, y seguía cansada. Así que me puse a dormir un rato más hasta casi las 8 de la noche. Menos mal que me lo puedo permitir, porque sino estaría echa polvo!

Biel sigue muy movidito, y disfruto mucho con sus fiestas uterinas, aunque a veces, parece que se me vaya a salir el estómago. A veces, cuando me suenan las tripas o hay algún ruido fuerte e inesperado, siento como pega un bote, como asustado, y si estaba dormido se despierta. Estas últimas semanas, se mueve más cuando estoy de pie, cosa que antes no hacía tanto (era más de moverse cuando estaba en reposo), parece que al estar sentada tiene menos espacio para hacerlo, y cuando me levanto aprovecha el momento para cambiar de posición y dar vueltas. Durante este mes he cogido un quilo y medio más o menos, llegando ya a los 60,600, y de contorno de barriga 101 centímetros! 😀

No tengo ningún síntoma nuevo, pero los que ya tenía se hacen más pesados. El cansancio y dolor de espalda aparecen antes, paso del insomnio al sueño extremo, el ardor de estómago y las digestiones pesadas más todavía… Para eso siempre tengo las almendras crudas a mano, y tomo un vasito de leche antes de dormir. Las almorranas van y vienen (y cuando aparecen paso un par de días que estar sentada  agacharme es mortal), y un leve dolorcillo pélvico muy leve del peso extra. A veces me crujen un poquito los huesos del pubis y las caderas, pero no es doloroso. Y las encías que durante una semana parecían haber mejorado, están peor, sangrando a la mínima y profusamente.

La semana que viene conoceremos a la nueva ginecóloga, que seguro que es muy maja, y tendremos los resultados de la analítica. Espero haber recuperado las reservas de hierro… También al llegar a las 36 semanas podré dejar la aspirina, y supongo que me harán la prueba del estreptococo, algo que también tengo ganas de saber, ya que si me toca tomar el antibiótico durante el parto, me plantearé hacer una toma de probióticos antes o después del parto, según salga el resultado. Ojalá salga negativo, menos problemas, y mejor microbiota tendré para pasarle a Biel.

Esta semana una amiga nos ha mandado una cámara para grabar el parto (mil millones de gracias guapa!), le acoplaremos un trípode, así nos podremos olvidar de grabar y disfrutar el momento. Todavía tenemos pendiente preparar la música que quiero escuchar durante el parto y dilatación, imprimir el plan de parto, instalar la sillita (se nos olvida cada día…), hacerle una buena limpieza a fondo al coche, y practicar con el fular… y alguna cosilla de menor importancia más queda. Aunque lo básico lo tenemos ya preparado o medio controlado por lo que pueda pasar en cualquier momento.

Poco más tengo que contaros, estoy aprovechando estos días para reservar energías, o más bien ir recuperándolas a ratos y no llegar a estar al límite de agotamiento. Hago horarios caóticos, escuchando lo que me pide el cuerpo. Espero que así, cuando me ponga de parto me pille con las pilas más o menos cargadas 🙂

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Abrazos mamíferos ❤

 

 

¡Ecografia del tercer trimestre!

Estamos muy contentos, ayer fuimos a hacernos la ecografia del tercer trimestre, estando de 34 semanas y dos días, y fue muy emocionante!!

Me levanté con el estómago revuelto, Biel estuvo de fiesta toda la noche y por la mañana seguía. Llevo una semana que de tan apretado que tengo el estómago, me dan arcadas, sobre todo por las mañanas. Cuando tengo el estómago lleno estoy mal, y cuando está vacío, peor… Y cada vez voy más a menudo al baño a hacer pipís de canario, pero es que no me aguanto! Así que ayer entre eso y los nervios (y los gatetes que me roban espacio en la cama y la lían jugando), casi no dormí por la noche, estaba agotada, y la espera se me hizo eterna!! Me entraban ganas de hacer pipí, calor, y al final ya, dolor de costillas de estar sentada tanto tiempo tan recta. Iban bastante atrasados y estuvimos esperando más de una hora a que nos tocase, teníamos hora a las 12:30, y salimos a las 14:30 del hospital…

La ginecóloga primero nos sentó a repasar informes, y hablamos un poco de mi superhistorial obstétrico, con mucho cariño y atención. A diferencia de mis ginecólogos del antiguo hospital que a cada visita y cada ecografia me preguntaban siempre lo mismo… ella se había tomado la molestia (o más bien, el interés), de leer toda mi historia antes de hacerme pasar, por lo que no hizo falta que repitiese los datos dolorosos, lo que es de agradecer. Como todas las que me he ido encontrando en este hospital, era una chica joven, muy amable y dulce, y motivada con su trabajo.

Después, me hizo primero la ecografia transvaginal, para ver el cuello del útero y la altura de la placenta. Nada más tumbarme, Biel empezó a tener hipo, y cuando me puso la sonda, empezó a revolverse y no paró en toda la prueba, a este niño no le gusta nada que le molesten! La doctora flipaba de lo que se movía, pero no puso ni una mala cara aunque Biel le dificultase el trabajo. Y nunca, repito, nunca, me la habían hecho una ecografia vaginal con tanto cariño!! Ni una pequeña molestia, y eso que estuvo un buen rato mirando, pero sin hurgar ni hacer movimientos bruscos como me tienen acostumbrada esos ginesaurios…

El cuello está bien larguito, y la placenta sigue baja, pero ha subido un poquito desde la ecografia anterior. Está a 3 centímetros del cérvix, por lo que no hay problema para intentar un parto vaginal, pero, eso si, vigilando porque tengo mayor riesgo de hemorragia al estar tan baja. Para volver a controlar tanto la placenta como el crecimiento y estado de Biel, me dijo que en un mes, si no me había puesto de parto antes, haríamos otra ecografía.

Después pasamos a ver al peque, y eso ya me lo olía: Biel ya está en cefálica!!! Me pusieron la camilla más extendida para que pudiese bajar las piernas del potro y estar cómoda, todo un lujo de trato, vamos! Teníamos una pantalla enfrente nuestro para que pudiésemos ir viéndolo todo mientras ella iba calculando medidas y demás. Se agradece no tener que dejarnos el cuello mirando de reojo y al final no ver nada, además, ella muy atenta, nos iba diciendo que cada cosa estaba bien conforme la veía. Estuvo mucho rato mirando cada detalle, hasta pudimos ver como las válvulas del corazón se movían perfectamente.

Según calculó, Biel ya pesa 2 quilos 200 gramos, que es ni mucho ni poco, está en la media de la normalidad. Así que respiro tranquila, ya no me preocupa si mi barriga es pequeña o grande, él está correcto de medidas y eso es lo que importa. Eso si, como soy tan pequeñita lo tengo completamente encajado en el pubis, y su culo clavado en mis costillas, bien ajustadito, como una pieza de tetris. Me dijo que no le extrañaba que me doliesen las costillas por como estaba colocado, pero es que no tiene más sitio el pobre…

Y al final, lo más emocionante, verle en directo… Nunca antes he podido ver como se movían mis hijos, y me emocionó mucho… En el otro hospital, la pantalla del ecógrafo está a un lado, y la giran para ver ellos, por lo que yo, ni desnucándome llegaba a pillar nada. Y luego cuando la giraban para enseñármelos, ya era con la imagen congelada. Su padre si que los podía ver, y luego me lo contaba, pero yo nunca los he visto en acción. Por lo que ayer fui muy especial para mi, me emocioné muchísimo…

Le vimos perfectamente la carita de perfil, primero con las dos manitas tocándose, y luego las bajó y empezó a tragar líquido amniótico, y sacaba la lengua… La doctora decía: que bien se está portando que nos está enseñando un montón de cosas! Se veían perfectamente los labios, la lengua, la nariz… Lo recuerdo y se me empañan los ojos, fue como verle directamente, increíble… ¡Morí de amor!! ❤

Las imágenes que nos dieron no se ven demasiado claras, tenemos otras de la columna y cosas que ni sabemos que son… Os traduzco estas : está de perfil, con la cabeza a la derecha de la imagen, en la de la izquierda, se ven los puñitos encima de su cara, y la otra, es el mismo perfil pero más cerca, con la mano separada, y se ven los labios y la nariz muy ampliados.

 

Salimos muy contentos, todavía no me lo creo que estemos a estas alturas y tan bien… Estamos muy agradecidos con el trato del personal, y lo atentos que están siendo. Para un próximo embarazo, llevaré todos los controles allí porque la verdad es que se lo miran todo con más detalle y me hacen sentir mucho más segura.

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Abrazos mamíferos ❤

 

 

 

 

El hospital donde nacerá Biel y visita con la nueva matrona

Llegamos media hora antes de la cita al nuevo hospital, ya que fuimos con tiempo, y tardamos menos de media hora en llegar, ya que había poquísimo tráfico. Está a las afueras de la ciudad, rodeado de montañas, campos y naturaleza. Así que el lugar es de por si relajante, invita a dar a luz, la verdad. El edificio es muy nuevo, de construcción sencilla, sin ornamentos, pero con muchos ventanales por dónde entra la luz natural y se puede disfrutar del paisaje. Hacía un día cálido y soleado, y me imaginé lo bonito que sería despertar allí el día después del parto, con esas vistas, y sobre todo, con Biel pegadito a nosotros…

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Vistas desde una terracita de hospital

Nada más llegar, introduces la tarjeta sanitaria en una máquina, que registra cuando has llegado, y te da un papelito, en el que tienes un código. En esa misma máquina, después, puedes recoger el justificante de visita para llevarlo al trabajo según vi hacer a una señora, y seguramente tenga otras utilidades. Vas a la sala de espera en la que está el consultorio que te toca, y hay unas pantallas en las que van saliendo los códigos asignados cuando llega el turno. Todo muy práctico, ya que al estar informatizado, el médico o enfermera no tiene que salir a llamar, y si llegas antes, ellos pueden saberlo y agilizar las consultas. Quizá ya habéis visto este sistema en vuestros hospitales, yo no, y me parece un método sencillo y cómodo para todos. Si que he visto cosas parecidas en otros lugares como la seguridad social, pero nunca antes en centros sanitarios.

Así que, aunque íbamos con tiempo, nos llamaron en seguida. La matrona que me llevará el final del embarazo es una chica joven, muy agradable y se la veía interesada e implicada en su trabajo. Le expliqué de dónde venía, por qué, de cuántas semanas estaba, y los controles que me tocaba pasar. Estuvo un rato leyendo la cartilla para empaparse de mi historial obstétrico, que tiene miga, e iba haciendo preguntas para saber algunos datos más, incluso, anotó cosas que faltaban y eran importantes. Seguimos con la rutina de las visitas: tensión, peso, altura uterina, y escuchar el corazón de Biel. Todo correcto 🙂

Como os dije ayer, le comenté ese dolor que tenía, y al palparme la barriga y auscultar a Biel, me dijo que era muy probable que estuviese en cefálica, algo que me alegró mucho. Después, para completar el historial, me hizo más preguntas, y fue anotando todos los datos de la cartilla para más tarde poderlos introducir en mi historial. No escatimó en tiempo para que todo quedase bien documentado, algo que me dio mucha tranquilidad.

Después, empezó a programarme citas: la visita con la que será mi ginecóloga, analítica y ecografía. Le comenté que me deberían haber hecho una este mes pasado, pero que ya al ser muy tarde, veía que se solapaba con la del tercer trimestre. Me dijo que si, que ya no era necesario hacerla dos veces, y que en la última ecografia me verían el cuello del útero sin problemas. Hizo una llamada para agilizarlo, así que tenemos la ecografía para el viernes que viene, ¡que ganas!! En semanas sucesivas, tengo la analítica, en la que, según me dijo, me verían la hepatitis B y C, ya que en mi hospital no la miran, pero ellos lo hacen de rutina. Y para principios de febrero, conoceremos a mi ginecóloga, que ya tendrá los resultados.

Me preguntó por la vacuna de la tosferina, a lo que le contesté que no me la quería poner, y bien, sin juicio alguno, pasamos a otro tema. Hablamos del parto, me dio el plan de parto del hospital, que es bastante respetuoso de por si y viene a ser un 80% de lo que yo he puesto en el mío. El resto que falta, simplemente es por omisión, porque son partidarios de todos los puntos que cito en el mío. También nos dio una hoja con información sobre la administración de la vitamina k al recién nacido, nos explicó las dos vías de administración, para que rellenemos la opción que elegimos. Dijo que tanto su protocolo con las casillas que deseemos marcadas, como lo de la vitamina K y mi propio plan de parto, los lleve el día que nazca Biel. Añadió que cualquier cosa, la hable con las matronas que me asistan, que velarán porque se respeten nuestros deseos.

Por último, le comenté que queríamos ver las salas de parto, y familiarizarnos con el lugar, saber por dónde se entra a urgencias… y sin problemas, llamó a paritorios para comprobar que estuviese libre y limpio, y sin problema, nos mandó para allí a hacer la visita. Nos atendió una matrona muy simpática y con muchas ganas de explicarnos todo el material del que disponen, resolver dudas, y sobre todo, dejarnos muy claro que el objetivo era hacernos sentir a gusto, respetar nuestras necesidades, y dar una bienvenida al mundo cálida y serena a los bebés.

En paritorios había una ginecóloga, y 4 chicas más, supongo que eran matronas y enfermeras. Disponen de 4 salas, 3 de ellas de parto-dilatación, circundando el mostrador, las salas de material, limpieza, y sus dominios (una salita en la que comen y descansan). Hacen guardias de 12 horas, y según nos dijo, tienen una media de 1 parto y medio al día, con lo que la tranquilidad está prácticamente garantizada. Los paritorios están al lado de los quirófanos, y es un lugar a parte en el que intentan guardar silencio y tener un ambiente agradable. Todo está limpio, y no hay material quirúrgico a la vista en las salas para hacerlas más agradables, sino que tienen unos carritos con todo lo que puedan necesitar en la puerta de cada una.

La única sala que no pudimos ver, porque estaba ocupada, es la del ecógrafo, en la que  hacen la primera valoración según llegan las mujeres. Las otras tres, ya son destinadas a dilatación y partos, cada una con un tipo de material adecuado a las necesidades de cada mujer. Todas las salas, disponen de baño privado con ducha, una cunita térmica por si el bebé la necesitase, monitores para el control del bebé, muebles con material (gasas, empapadores…), sillones cómodos para la pareja, y camas de parto, reclinables, y ajustables para que puedas parir en la posición que desees.

No hay ningún potro de «tortura». En lugar de eso, el final de la cama se puede adaptar para subir unas plataformas en las que puedes apoyar los pies para poder empujar mejor. En todas las salas puedes disponer del material básico: silla de partos, pelota de dilatación, espejos para ver el nacimiento, poner música, aromaterapia, calor para el dolor… Y en todas ellas se puede regular la temperatura, las luces, y por supuesto, comer y beber durante la labor de parto. Lo que no tienen, por ejemplo, es el óxido nitroso, porque están en una planta que queda un poco bajo tierra, además está cerca de los quirófanos, y podría ser problemático por la poca ventilación.

La primera sala es la más sencillla, viene a ser la que usaría una mujer que desee la epidural, ya que puede usar todos los métodos que he mencionado mientras dilate, y una vez se la anestesie, pariría en la cama. Como nos dijo la matrona, el objetivo es hacer lo que desee la mujer, si ella quiere monitoreo constante y una matrona pegada a ella, eso tendrá, y si prefiere estar a solas con su pareja e ir haciendo el trabajo sin que se les moleste, ellas estarán al margen respetando su deseo de intimidad.

La segunda sala, dispone además de todo lo anterior, de un fular colgado al techo con el que te puedes ayudar colgándote, instalado encima de una silla de parto, con un sillón detrás para la pareja. También tienen una pelota con base que se puede poner en lugar de la silla de partos, y una mecedora para pasar las horas más cómodos. Esta sala y la primera, disponen de un tragaluz por el que entra luz natural.

La tercera es la más completa, y es la de la introspección total, allí no entra luz, solamente habrá la que la pareja quiera, regulándola mediante un foco orientable. Esta dispone de todo lo que tienen las otras dos, y además, tiene una bañera de dilatación espectacular. Muy grande, con asiento blandito, luces…  Mientras nos enseñaba las salas, la matrona iba enseñándonos posturas para dilatar, como usar los materiales, y en esta última sala, apagó las luces para que viésemos el ambiente tan íntimo  que se creaba. De momento, según nos comentó, todavía no les dejan atender partos en el agua, pero es un buen método paliativo del dolor, y muy relajante. En este punto, nos dijo que todo era empezar, que lo que deseaban era que a la larga les diesen el permiso desde dirección para atender partos en el agua, lo que demuestra que desean avanzar, y eso es muy bueno.

Como véis, no es que sea un gran equipamiento, realmente no es tan difícil ni tan caro tener salas de parto natural, es sencillo tener a todas las mujeres contentas. Lo que realmente marca la diferencia es la actitud, el mimo con el que se toman el trabajo de traer personitas al mundo, el respeto por ese momento sagrado y la voluntad de que sea una grata experiencia. Por supuesto que hay personal así de cualificado en muchos centros, pero, siempre dependes de quien te toque ese día. Y claro, si el protocolo de nacimiento del hospital no contempla ciertas cosas como indispensables y obliga a otras, eso lo condiciona todo. Allí, por lo que hemos visto y las experiencias que nos han contado, todos son partidarios del parto respetado, de escuchar a las mujeres, y que el proceso sea lo menos intervenido posible (si es lo que se desea y no es necesario) para que sea un acto fisiológico. De hecho, en nuestra provincia, es el hospital que más ha logrado aumentar el número de nacimientos, ya que muchas parejas de otras poblaciones nos desplazamos allí para dar a luz de una manera más respetada.

Nunca se sabe como irá un parto, pero aquí al menos, sabemos que de ir bien, de entrada no nos interrumpirán, no me vestirán de «paciente» si no deseo la bata, no me monitorizarán contínuamente si no hay motivos de peso, no me harán tactos si no los deseo, me explicarán cualquier procedimiento y pedirán permiso en cada uno, no nos separarán de nuestro bebé ni entre nosotros, no iremos a quirófano si no es por necesidad de una cesárea, no me negarán ir al baño, deambular, comer ni beber, no tendrán prisa por acelerar nada, no dirigirán la labor de parto si no lo solicito, no entrarán a la sala si no es necesario y lo harán pidiendo permiso, se guardará silencio, no habrá intervenciones si no son una emergencia médica, nadie estará de espectador innecesariamente, ni se alumbrarán mis partes si para su comodidad visual… y un largo etcétera.

La filosofía del centro es: haz lo que tu cuerpo te pida, y dinos lo que necesitas, nosotros estamos para tu comodidad y seguridad. Es sencillo, no intervenir si no es necesario, confiar en la capacidad de la mujer, dejarla ser protagonista junto a su pareja, y que se sienta tan cómoda y arropada, que su cerebro desconecte y el trabajo de parto fluya por si solo. La matrona nos dijo todo lo que quisimos escuchar, y más. Con lo que hemos vivido en mi anterior hospital, esa actitud me pareció un viaje al futuro, o un sueño. Nos dio tal confianza, seguridad, y nos dejó tan claro que lo principal era que estuviésemos a gusto, que parecía que en vez de una sala de partos fuese un hotel.

Además estuvimos un buen rato hablando de mi anterior parto, de las cosas que pueden suceder, como actuarían, las opciones que teníamos… Pude hacer todas las preguntas que me apeteció, sin prisas, ni juicios ni intentos de justificarse de antemano para que no esperásemos demasiado, al revés, pintaba las expectativas de éxito muy altas. Todas sus respuestas me parecieron correctísimas, y dentro de los esquemas de lo que para mi, es un parto respetado.

Como os dije, muchas de las matronas que trabajan allí, lo hacen también atendiendo partos a domicilio, por lo que tienen una visión clara de lo que puede necesitar una pareja que no desea un parto excesivamente medicalizado o intervenido sin necesidad, y a la vez, disponen de medios para atender a quienes si deseen un parto más controlado. Parten de la base que las cosas suelen ir bien, y que el éxito es mayor si discurre todo en un ambiente «como en casa», de hecho, nos confirmó que son poquísimas las veces que tienen emergencias serias.

Pregunté si atienden partos de nalgas, y nos dijo que siempre lo intentan, que tiene que complicarse mucho el parto para que se vaya a cesárea solamente por una presentación de nalgas. Que dejan la cesárea como ultimísima opción, siempre que la mamá esté dispuesta a intentar el parto vaginal claro, y que en todo caso, se esperan a que la labor de parto empiece por si misma en vez de ir a quirófano de manera programada.

También nos dijo que si deseamos emplear algún método alternativo para el dolor o de relajación (acupuntura, meditación, moxibustión, masajes, homeopatía, reflexología…), no tienen ningún problema en que hagas lo que necesitas. Ellos no tienen personal preparado para ello, pero si el acompañante o la mujer tienen esos medios, pueden hacer lo que deseen.

Por último, le pregunté que hacer en caso de emergencia, o duda de si estoy de parto, si iba directamente, o avisaba… Me dijo que podía llamar a cualquier hora, ya que siempre están de guardia, y pedir hablar con una matrona. Que me harían ciertas preguntas, verían mi historia y me darían consejo sobre que hacer, sin problema.

Nos dieron mucha confianza, el lugar, el personal y sus protocolos. Nos fuimos encantados, y comentando lo sencillo que sería dar una atención así para todas las familias. Está claro que este tipo de atención se da mejor con poca presión asistencial, pero, igualmente, es uno de los hospitales con mayor asistencia (y mejor resultado) en partos de nuestra provincia. Atiende más del doble de nacimientos que el hospital en el que di a luz a Aritz, y no hay color. En el caso de los hospitales que atienden muchísimos más partos, es una pena que se baje el nivel por el volumen de trabajo, más bien debería de adecuarse a las necesidades de asistencia, no dar una peor atención por ese motivo.

Por supuesto, si la atención es así de buena como nos la pintan, pienso poner una hoja de aclamación para felicitar al personal y al centro. Es una manera de que los estándards de atención al parto mejoren, o al menos, que sigan avanzando en esta línea.

Estoy deseando que llegue el día del parto y disfrutar de la experiencia, me parece un lugar perfecto para sanar mi anterior parto 🙂

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Parte del edificio

 

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