Primeros dias con Biel

Saco la cabecita por aquí un momento, el tiempo que el peque me conceda para poder escribir algo (en realidad han pasado días desde que empecé este post hasta que he podido publicarlo… ) sobre estos primeros días de pa/maternidad terrenal. Somos inexpertos, sabemos poco de bebés y nos ha cambiado la vida en todos los aspectos, pero creo que lo llevamos bastante bien.

Biel nació la madrugada del día 24 de febrero, a las 3:50, con 3,020 kg de peso y 47 centímetros, un bebé pequeñito pero bien proporcionado. Al salir del hospital se quedó en 2,800 kg y con nueve días de vida, lo llevamos a la enfermera y ya había subido a 3,070 kg, y había crecido 2 centímetros 🙂

Lo primero que hizo al llegar a esta realidad fue llorar y patear enfadado, lo normal cuando sales a un ambiente tan hostil comparado con la tranquilidad uterina. En su caso, la salida fue especialmente brusca, (algo que ya explicaré más detenidamente cuando pueda ponerme a escribir sobre el parto), pero aún así, el test de APGAR fue 9-10-10.

Me lo pusieron en seguida encima, calentito, húmedo y desprendiendo ese olor tan dulce y especial que me emociona tanto al recordarlo… Estaba espabilado, mirándonos, y moviéndose con energía, y nosotros muriendo de amor… Inmediatamente después, se hizo el apacible silencio cuando se cogió al pecho, que instintivo, y con qué fuerza mamaba… Tenemos un vídeo de ese primer momento, espero poder colgarlo y compartirlo con vosotr@s.

Mientras mamaba me iban cosiendo, y una de las chicas que me asistió en el parto nos fue corrigiendo la postura, nos fue de gran ayuda empezar la lactancia tan pronto y bien asesorados. Luego, nos dejaron solos a los tres un par de horas, en la penumbra, conociéndonos, piel con piel, oliéndonos y enamorándonos de nuestro cachorrito. No nos lo creíamos, él estaba con nosotros, era real, y estaba todo perfecto. La revisión se la hicieron después, sin prisas y sin separarnos, Mamífero le puso su ropita, todo le quedaba grande… y a las 7 de la mañana nos fuimos a la habitación a empezar el primer día de nuestra nueva vida.

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Primera toma en la sala de partos

El primer día en el hospital, tardamos una eternidad en cambiar un pañal entre los dos, y menos mal que estaba mi madre en ese momento, que le lavó el culete en el baño porque no sabíamos por dónde coger esa plasta de meconio. Los primeros cambios de ropa y pañal fueron en equipo, vestir a este monete que se retuerce mientras tanto nos parecía tan difícil… Uno le levanta las patitas y el otro coloca el pañal, uno limpia y el otro lo aguanta para que no meta los pies en la caquita… Pero con las veces que hay que hacerlo al día, al segundo día cogimos velocidad, práctica, y seguridad, así que nos atrevimos a quedarnos a solas con el cachorro y enfrentarnos a sus cacas explosivas, los pipís sorpresa, vómitos y lloros mientras tanto.

Nuestros días ahora transcurren en esa rutina: mamar, cambiar pañal y volver a empezar. Y aprovechar cuando duerme para hacer todo lo demás, amoldándonos a su ritmo. Biel mama cada 2-3 horas, a veces alarga algo más (no muchas veces) y otras menos, y es casi continuo. La primera noche en el hospital apenas dormí una hora, pero me sentó de maravilla. Me despertaba a cada movimiento o ruidito suyo, y me costaba volver a coger el sueño de lo feliz que era teniéndole al lado… Y aunque estaba recién parida y llevaba tres días sin dormir, estaba fresca y me sentía con fuerzas (¡benditas hormonas!).

Colechamos desde el primer momento, y aunque teníamos la cuna de colecho adosada a la cama, Biel necesita contacto contínuo, por lo que duerme en nuestra cama. Es muy cómodo tenerle al lado y no tener ni que moverme para comprobar que está bien o calmarle si se despierta. Le doy el pecho estirada por lo que descanso bastante entre tomas, y muchas veces nos dormimos los dos mientras mama. Hoy hemos decidido darle la vuelta al colchón, dejándolo horizontal, y hemos anexado la cuna a los pies de la cama. Con esto, hemos conseguido tener una cama de colecho de 1’80 para estar los tres bien anchos 🙂

La lactancia como veis, nos va estupendamente, en el hospital nos dieron muchos consejos y ayuda. He ido perfeccionando la postura y con eso, ha mejorado el agarre, con el pecho derecho nos cuesta algo más, por alguna razón no se coge tan bien como con el otro y tengo una pequeña grieta. Algo que nos aconsejaron es no dejar que llegue a tener hambre, ya que cuando llega a ese punto se desespera, le cuesta encontrar el pezón, y succiona demasiado fuerte. Estando pendientes de sus señales nos anticipamos al llanto y todo es más fácil.

Por lo general, se queda muy satisfecho después de cada toma y duerme apaciblemente, solamente tiene un ratito al día (entre la hora de la cena y la de dormir) en el que le llora inconsolable, suponemos que es porque al final del día acumula gases y le duele la barriguita. Cuando se desespera da mucha penita e impotencia, la leche me gotea de los pechos y me da por llorar a mi de verle sufrir y no poder aydarle… Es desesperante y te sientes tan mal cuando no puedes calmarle 😦

La peor de noche fue su segundo día de vida, creemos que fue por la subida de la leche y el cambio que supone digerir más cantidad. Para que no pase ese mal rato estoy tomando infusiones de manzanilla con anís (para evitar los gases), e intentamos que vaya sacándolos a cada toma, le masajeamos la barriguita, le ayudamos subiéndole las piernas a que se tire pedetes o haga caca, le cogemos por la barriguita boca abajo… Parece que algo mejora, ayer, además le dimos un baño antes de la cena, y apenas se quejó, pero si que le costó dormirse. Se ha despertado cada hora quejoso, y de madrugada ha hecho una caca explosiva que ha rebasado el pañal.

Somos afortunados, Biel es un niño tranquilo y sano, y aunque si que estamos mucho más cansados, no es tan grave. Realmente, es mejor de lo que esperaba, pensaba que estaría más superada por todo, y no, me siento con fuerzas y buen ánimo para seguir así los años que haga falta. Únicamente me dan bajones cuando no puedo calmarle, y es porque se me junta con mi cansancio al final del día, la falta de sueño contínua y el dolorcillo de los puntos y los achaques del puerperio. Por suerte, Mamífero es un padre genial, se le da muy bien calmarle, y él siempre está ahí para lo que haga falta.

Lo pasamos muy bien con él, reímos con sus caras, nos emocionamos con él, y se nos cae la baba… Mamífero no para de hacerle fotos, y yo aunque me pase la mitad del día con él pegado a la teta, lo disfruto. Mirarle me llena de paz y no me puedo quitar la sonrisa de la cara, puedo pasarme horas mirándole, acariciándole y agradeciéndole que haya llegado a nuestras vidas.

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Antes de salir del hospital al día siguiente de nacer

 

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Abrazos mamíferos ❤

¡Ha nacido un minimamífero!!

Estoy desaparecida por la mejor razón del mundo:

Biel nació el miércoles 24 a las 3:50 de la madrugada 🙂

Está sanísimo, y nosotros felices, y agradecidos a la vida por darnos este regalazo. Gracias a tod@s los que nos habéis felicitado, poco a poco voy sacando algo de tiempo para leer y contestar vuestros mensajes y comentarios, y espero poder colgar alguna foto y post, pero ahora el primero es el peque!

Este minimamífero nos tiene enamorados ❤

 

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Abrazos mamíferos ❤

Reflexiones antes de ser padres

Estos días he estado pensando que se nos acaba la etapa de noviazgo. Se lo dije el otro día a Mamífero con lagrimillas en los ojos, pero no con tristeza, sino con melancolía e ilusión a la vez. Ha sido una etapa larga, ocho años juntos, conociéndonos, la mayoría de ellos conviviendo, no han sido cuatro días… Aún así, cuando algo acaba, miras atrás, y te acuerdas de lo bueno, dejas a parte lo malo, y te das cuenta también, de que hay cosas que no volverán a ser igual.

No se trata de terminar, más bien, empezamos otro capítulo distinto. Y es bonito, el que tanto deseamos y nos ha llevado estos últimos años a luchar y unirnos más que nunca. Tenemos muchas ganas de todo lo que implica tener a nuestro cuidado a un hijo. Hace mucho que imaginamos como seremos como padres, como queremos educar, qué cosas nos hace ilusión vivir y compartir.

La melancolía aparece cuando me doy cuenta de que hemos estado juntos tanto tiempo, y todavía, por ejemplo, no hemos ido de viaje juntos, ni una escapada de vacaciones a la vuelta de la esquina, ni un fin de semana lejos de casa… nunca. Eso ahora no lo podremos hacer, y si lo hacemos con un hijo, será distinto a hacer un viaje en pareja. No será peor, ni mejor, será diferente.

No es que me arrepienta, ni siento que hemos perdido esa oportunidad, nunca es tarde. Realmente, si no lo hemos hecho (además de porque nunca nos ha sobrado el dinero) es que no era tan vital para nosotros. De hecho, siempre hemos tenido otras prioridades como dedicarnos a nuestros animales, y todo no podía ser. Por lo que no es ningún drama, no me preocupa, pero si que me paro a reflexionar.

A una parte de mi, le gustaría alargar esto, darle más magia, sumar recuerdos bonitos (aunque ya tenemos muchos), escaparnos y que se pare el mundo. Salir a pasear porque si, cogernos de la mano y disfrutar de la compañía del otro sin más. Ponerme guapa e ir a cenar con él, o a tomar una cervecita como hacíamos tiempo atrás. Sentirme especial a sus ojos, ser esa persona que le alegra el día y el plan más esperado de la semana.

Es una tontería, lo sé, cualquier etapa es buena para seguir haciendo estas cosas. Pero me pongo romántica, (benditas hormonas), y me entra la nostalgia de que no será como antes. Con todo esto no quiero decir que no me sienta especial, o que esa ilusión haya desaparecido. Porque lo haremos, pero el marco cambiará, seremos padres. Y también me da por pensar si con el ajetreo que nos viene encima, tendremos tiempo, energía, y empuje para dedicarnos el uno al otro como pareja.

Seguro que si, pero me da miedo porque es algo que no hemos vivido, y porque estoy en baja forma mental y física después de estos años tan duros. Y como últimamente no hemos tenido ni tiempo, ni ocasión, ni medios, ni humor o energías para hacer esas cosas románticas, pues lo echo de menos. Además, le sumo que estoy con la autoestima a mínimos, que me siento cansada, poco atractiva, más madre que mujer, y muy lejos de aquella que años atrás enamoró a Mamífero.

Reitero: no es peor, es diferente. La relación ha evolucionado, y ahora estoy mucho más segura de los lazos que me unen a él que años atrás. He ido descubriendo poco a poco nuevas facetas que me han ido enamorando más y más. Y ahora que le veo como padre, todavía me atrae más como hombre. No somos los mismos, ni lo seremos dentro de 10 años. Ahora priman unas cosas, y compensan otras, como la comodidad que sentimos el uno con el otro, la confianza, la seguridad, y lo mucho que nos conocemos. No quedan secretos, ni vergüenzas o inseguridades que ocultar. Y eso es precioso, no se consigue en dos días, nos lo hemos trabajado durante años.Valoro mucho la relación que tenemos, la que tuvimos, y la que tendremos, siempre en constante cambio.

Aunque siento que una parte de mi quiere aferrarse a ser la moza que le hacía perder horas de sueño para disfrutarlas pasando las horas. Pero la otra quiere ser la madre de sus hijos, su familia, su hogar.

En cuestión de semanas, o días, seremos responsables de un bebé y pasaremos a ultimísimo plano como individuos, como pareja… Es emocionante, y lo estoy deseando, pero es imparable, no volveremos atrás. Nos lo hemos pensado mucho, no es que ahora me de cuenta de esto y me arrepienta, pero da vértigo, ¿verdad?

¿Es algo que me pasa a mi sola? o ¿a alguien más le ha dado por reflexionar en este punto?…

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Abrazos mamíferos ❤

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Padres primerizos vs. padres experimentados

Un estudio, en mi opinión sensacionalista y mal planteado, publicado el pasado agosto en el diario Demography, concluye que convertirte en madre o padre, te hace infeliz, estadísticamente hablando, claro… Uno de los indicadores es que, después de el/la primer/a hij@, las personas que querían tener más de un hij@, cambian de opinión y se plantan en el primer@. Me parecen datos preocupantes, pero no por la incidencia negativa de los hij@s en la vida de sus padres, no creo que el problema sea ese. Más bien, diría que se trata más de una frustración general, del ritmo de vida, o de como afrontemos la ma/paternidad.

Una quiere ser positiva, pero luego, estando felizmente embarazada, te empiezan a llover mensajes alarmantes…

Cuando vas a tener un hij@, recibes un montón de consejos y comentarios, la mayoría sin que los pidas, y muchos no son muy alentadores. Parece que, cuando esperas un bebé, los padres experimentados, sienten la necesidad de alertarte, por si te lo quieres pensar mejor… Y los padres novatos, recibimos amenazas, del tipo:

Ya verás como te cambia la vida, aprovecha ahora, que luego…

¡No vas a tener tiempo para nada!  

Es agotador cuidar de un bebé… y cuando crecen ¡es peor!

Se te acabará la buena vida, y con tu pareja no va a volver a ser igual… 

No sabes lo caro que es criar a un/a hij@…

Vas a perder tu privacidad/ independencia/ cuerpo/ tiempo libre/ vida social/ juventud/ belleza/ salud/ libertad etc…

Parece que te quieran asustar, incluso convencerte de que te has equivocado para que no corras su misma suerte. Más que aconsejar, parece que te adviertan: no sabes dónde te metes ¡ilusa! Y no digo que no sea verdad, seguro que nos cambia la vida, es inevitable. Pero creo que el tinte negativo, e incluso amenazador, sobra. Pensar en que va a ser horrible, agotador y todos los inconvenientes que puede haber, no es la mejor manera de afrontar la ma/paternidad.

La mayoría suelen hablar pensando en su propia experiencia, y dicen lo que ellos sienten, sin ponerse en el lugar de los futuros padres. No se plantean qué necesitan escuchar o no. Ser padres primerizos ya es suficientemente estresante, no hace falta que nos lo pinten tan mal. Cada uno vive las cosas como las vive, y lo que para unos es terrible, para mi puede no serlo, y viceversa. Depende de muchas variables, pero sobre todo, influirá la manera como enfoquemos las cosas.

Nosotros, que hemos perdido a un hijo, y que nos ha costado tanto conseguir y mantener los embarazos, creo que lo vemos de una manera muy distinta. Estudios como el que os he comentado, y comentarios sobre «lo duro que es ser padre/madre», creo que son una falta de respeto hacia las parejas con problemas de fertilidad, que hemos sufrido por no poder tener hijos durante años o los hemos perdido. Eso si que es duro, te cambia la vida, agota, y desestabiliza la pareja.

Creo que cuando nos embarcamos en esto de traer hij@s al mundo, siendo responsables y conscientes de buscarlos, lo hacemos con madurez y realismo. Ya sabemos que no es fácil, que puede ser muy duro, pero si lo hacemos es porque lo asumimos como contrapunto. Así que, no es necesario que vayan avisando, ni dramatizando tanto. Yo ya me he imaginado cansada, sin tiempo libre, durmiendo poco y menos, e incluso superada por situaciones que ni llego a saber. Pero acepto ese reto, entiendo que es parte de la maternidad encontrarse con momentos desagradables, imprevistos, agobios… Y he decidido que me compensa tener un hijo por encima de esos factores.

Tampoco preferiría que alguien cuidase de mis hij@s (si me lo pudiese permitir) para descansar, quiero vivirlo, creo que es parte del rol de madre/padre. Al menos, a mi modo de enfocar la maternidad, es algo que, por duro que sea, creo que nos vincula a nuestros hijos. Si lo vivimos en paz, aceptando lo bueno y lo malo, puede ser una experiencia muy enriquecedora dar tanto por ellos. Me llena superar situaciones en las que pueda dar lo mejor de mi, que requieran esfuerzo, dedicación. Si es gratificante subir una montaña, ¿como debe ser criar a un hij@?

Sabemos que es un gran sacrificio, que tendremos que prescindir de muchas cosas, cambiar rutinas, hábitos, y dedicar nuestro tiempo por completo a nuestro hijo. Somos conscientes que tener un hijo es una gran responsabilidad, y que sufriremos por su bienestar durante toda la vida. Tener hijos es irreversible, nunca dejaremos de ser sus padres. Es una gran obligación, pero la escogemos a voluntad, y con gusto deberemos llevarla.

viñeta de

viñeta de Papá 2.0

Tener a un pequeño ser tan dependiente y demandante puede ser agotador, física y emocionalmente. Puede agobiar sentir que tienes una vida distinta, que estás atad@, que dejas de ser tu mism@ para ser padre o madre casi en exclusiva (al menos durante los primeros años de su vida). Pero, aunque entiendo que pueda ser agotador e incluso desquiciante en ciertos momentos, para mi, es algo que no me hecha para atrás. Tengo ganas de pasar de ser pareja a familia, de ser mujer y madre, todo a la vez. Será que estoy muy maternal, pero es lo que me apetece hacer desde hace años.

Creo que los padres que lamentan haber perdido su anterior vida, o lo dicen porque están en un mal momento, o bien, no tomaron la decisión de ser padres con la suficiente consciencia. Es una pena que una familia sea infeliz, y que sus hijos sean criados por padres dolidos, simplemente por no plantearse con madurez qué implica ser padres.

A algunos les preocupa no poder tener vida íntima, o que esta cambie, y pase a un segundo plano. Esto puede hacer mella en la relación de pareja, y es algo que no sabremos como lo afrontaremos hasta que pasemos por ello. El cansancio y la dedicación que requiere un bebé, obviamente, cambia el orden de prioridades de la pareja. Por eso tenemos que tener en cuenta que es una etapa, es temporal, y aceptar, no podemos pretender que todo siga igual. Simplemente tendremos adaptarnos a la nueva situación, y sobre todo, no culpabilizar a tu pareja porque las cosas han cambiado.

Ambos deciden ser padres, así que, si hay algún punto que desequilibre la relación, se debe equilibrar también en equipo, no como enemigos. Es importante mantener la comunicación, compartir como nos sentimos, hablar de cuáles son las cosas que nos molestan sin recriminar nada, y buscar soluciones entre los dos.

Mamífero y yo, tenemos claro que nuestra vida cambiará, y es lo que queremos, por eso hemos querido tener hijos. Sabemos que pasarán a ser prioridades, estarán por encima de nuestras necesidades y serán el centro de nuestra vida. Por tanto, siendo responsables del camino que tomamos, no podremos pretender volver a nuestra antigua vida, tenemos que tenerlo claro. Por duro que sea, seguro que tiene muchas más cosas que lo compensarán de lleno, y queremos vivirlo. Además, tenemos muy claro que ya tendremos tiempo de volver a ser pareja, de volver a estar solos cuando nuestros hijos crezcan. Esos años pasarán rápido, y son pocos comparados con la vida entera.

Quizá, el hecho de tener tantos impedimentos para tener un hijo nos ha hecho idealizarlo, o a lo mejor, es que por eso, sabemos valorarlo más. En cualquier caso, yo siempre había imaginado dedicarme a mis hijos y sumergirme en ello. Nunca he temido perder mi independencia. He ido «a mi rollo» muchos años, y he sido muy feliz sin responsabilidades (al menos no tan grandes como un hijo) y creo que ya disfruté la libertad. No me preocupa nada tener prescindir de mis lecturas, aficiones y tiempo de relax. Y si tengo que pasar unos años dedicando mi poco tiempo libre a obligaciones, y dejar de jugar a juegos de mesa para jugar a juegos de niños, pues lo haré encantada, y disfrutaré con ello.

Por muy malos momentos que se pasen, creo que hay infinitamente muchas más vivencias enriquecedoras. Quizá a muchos les cueste verlo cuando están inmersos en una situación complicada, y entiendo que las cosas se pueden ver muy negras en ciertas circunstancias. Pero creo que a la mayoría de madres y padres, cuando ven a su hij@ sonreir, se les olvidan todos los males.

Yo me quedo con los consejos que me sirven, los que dicen con amor, como:

Ya verás cuanta felicidad os trae este bebé, ¡le vais a querer tanto!  

Por mi hij@ daría la vida.

Gracias a mi hij@ soy mejor persona.

De lo malo ni me acuerdo, tener un hij@ es lo mejor que me ha pasado en la vida. 

Disfrutadl@, ¡crecen tan rápido! 

Formar una familia es la etapa más bonita de la vida.

Nada es tan potente como el amor que sientes por un/a hij@.

Ser madre/padre, te cambia la vida, la mejora.

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En conclusión, por mucho que digan y adviertan, no creo que ningún padre o madre responsable, se arrepienta nunca de haber tenido hijos. La gente se suele quejar y minusvalorar lo que tienen, pero realmente, creo que solo es de «boquilla». Muy mala tiene que haber sido tu experiencia, o tu situación para que desees no haber tenido hijos. Al final, son etapas, duras quizá, pero un hij@ es un tesoro para toda la vida.

 

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Abrazos mamíferos ❤