Leyendo el blog de El pollito mamífero, que recomiendo encarecidamente, me dio por pensar, todavía más, en los mecanismos de control masivo que hacen que percibamos nuestra naturaleza mamífera como algo que debemos obviar.
Siempre he pensado que las mujeres tenemos poder, ese tipo de poder que no genera riqueza material, sino algo mucho más allá. El patriarcado junto con el capitalismo, velan para que no nos demos cuenta de eso. Al sistema le preocupa que nos empoderemos, que vivamos según nos dicta el instinto y nuestra biología.
Un ejemplo de nuestro poder, es la lactancia materna. Se han empeñado, en convencernos de que lactar es algo antiguo, que podemos hacerlo con leche artificial, sin problema alguno y con muchos beneficios. No me malinterpretéis, para nada, quiero menospreciar a las mamás que deciden dar lactancia artificial, las respeto, cada una es libre de decidir. Solamente, me gustaría reflexionar acerca de como nos han manipulado para que olvidemos que tenemos algo muy valioso a nuestro alcance.
LA FALSA LIBERACIÓN DE LA LACTANCIA ARTIFICIAL, Y LA ESCLAVITUD LABORAL
Se supone que dar biberón libera, ya que la mamá deja de ser la única que puede alimentar a su hij@. Y como libera, fue visto con buenos ojos por sectores «feministas», ya que podíamos desempeñar nuestra carrera laboral sin estar atadas al hogar. Nos vendieron la equiparación del hombre y la mujer a nivel profesional, cuando todas sabemos que el mundo laboral no es igualitario. Los salarios y las oportunidades distan mucho entre hombres y mujeres, es un hecho. Te das cuenta cuando en una entrevista, siendo mujer, te preguntan si piensas tener hijos, si tienes cargas familiares, si estás dispuesta a flexibilizar y adaptar tu horario laboral por encima de tu vida personal, e incluso, te pueden «obligar» a nivel contractual, a no reproducirte. Primer error: creerse más libres por dejar de ser «esclavas» de nuestros bebés y pasar a serlo de nuestro trabajo.
La verdad, es que impera el interés económico y social, tenernos amarradas a un trabajo, adormecidas y consumiendo. Esto no va de la independencia económica de las mujeres. Las familias, difícilmente llegamos a fin de mes, así que continuamos dependientes en muchos sentidos. Ya sea de nuestra pareja, de nuestra familia, o de la guardería, necesitamos recursos, cuidadores, pues la conciliación no existe.
Nos quieren productivas, fuertes y recuperadas del parto, con nuestros hijos en la guardería. De nada sirve que tu instinto te diga que te duele el alma dejando a un bebé lactante lejos de ti 8 o 9 horas, que sabrá nuestro instinto materno, que locas las hormonas… Debes de ir en contra de eso, y si no puedes, es que estás desequilibrada, depresiva… Muchas madres sienten culpabilidad (incluso los padres la sienten) se sienten juzgadas y obligadas a hacer lo correcto. El sistema quiere que nos sintamos vulnerables, y no nos da medios para conciliar la vida familiar con la laboral. No está en su lista de prioridades buscar una solución colectiva, que compatibilice maternidad e intereses sociales, que sea beneficiosa para todos.
Lo que ha funcionado durante toda la historia de la humanidad para cuidar de nuestras crías, nuestro instinto protector, resulta que ahora, es algo que no sirve para nada. Pero no, no debemos ignorarlo, ese es otro de los grandes errores. Ya lo sé, diréis que hay que trabajar, que muchas familias tienen muchas cargas y no se pueden permitir quedarse en casa. Es cierto, lamentablemente, hay que decidir. El dilema no reside en si debes o no quedarte en casa, sino en que, si te quedas, lo haces gratis. Y no es justo.
Para que nadie se lo tome como una crítica personal, aclaro: no estoy en contra del biberón, ni de las guarderias, ni de los padres que así lo deciden. Mi crítica es hacia el carente apoyo por parte del Estado, que nos da bajas de maternidad ridículas, que no considera oportuno poner medios para conciliar. Dar lactancia artificial, es una opción muy respetable, si se toma libremente, y no por obligación o por el poco apoyo a la lactancia materna.
LA LACTANCIA ES MUCHO MÁS QUE ALIMENTAR, ES UN DERECHO DEL BEBÉ
No se da valor a los cuidados, a la comida casera, al tener una figura (sea padre o madre) paterna en casa, a la vida en familia, el calor del hogar… Todo es sustituible, se puede pagar una cuidadora, guardería, o los abuelos pueden cuidar a los niños. Se puede comer comida procesada, o salir a comer fuera. Existen muchas alternativas, pero siempre dependes de que lo hagan por ti.
Los bebés necesitan lactancia (materna o artificial) exclusiva hasta los 6 meses, a partir de ahí, sigue siendo el pilar de su alimentación, pero se empieza a complementar con otros alimentos. Tienes volver a trabajar cuando su bebé tiene 4 meses, antes de que se afiance ese periodo. Puedes pasarte a la leche en polvo, combinarlo con la lactancia materna, o bien, extraerte tu leche. Para las que quieren seguir con la lactancia materna, la cosa se complica. El sistema las ha boicoteado, y les sale bien la jugada. Muchas optan por el biberón, o bien por la mixta. Si das fórmula, aunque sea combinada con lactancia materna, posiblemente, haya un descenso de producción al no dar de mamar durante buena parte del día y tener a su bebé lejos. Eso implica tener que dar más tomas de fórmula para que el bebé no pase hambre, lo que agravará el problema. También suele ocurrir que el bebé prefiera la tetina y acabe rechazando el pezón, aunque le des tu propia leche en biberón. Otra vez, tiene mucho que ganar la industria de leche en polvo.
La lactancia, sea artificial o materna, es mucho más que alimento, así que, pasando horas separados de nuestras crías, estamos privándoles de mucho. Es un derecho fundamental de los bebés tener a sus padres cerca. El bebé está acostumbrado desde el vientre a sentirse seguro, contenido, y físicamente cerca de su madre. Así que una separación tan prematura, es un sufrimiento muy grande para ellos.

Necesidad de contacto
No todos los bebés lo manifiestan, (consultad sobre la indefensión aprendida) y parecen adaptarse. No lo hacemos por su bien, aunque muchos conductistas se empeñen en querer hacernos creer que deben aprender a ser «independientes». Es por el interés en tenernos alienados y emocionalmente distantes del momento tan delicado que es la crianza de un bebé. Debemos de dejar atrás nuestro comportamiento más primitivo, el de proteger a la cría, estar cerca, ocuparnos de su alimentación y todo lo demás en primera persona. Porque seguir nuestro instinto, es ser voluble, no ser racional, y eso asusta, es incontrolable. No queremos ser como los animales, pero somos animales. El sistema nos intenta tener amansados, controlados, adiestrados.
Pero el bebé, libre aún del peso de la sociedad, no entiende esa domesticación, lo único que puede aprender de ello, es que debe ser sumiso y dejar de manifestar sus emociones. Eso no es nada positivo para su maduración, por eso deberíamos poder pasar el tiempo necesario a su lado, hasta que pueda entender que no le vamos a abandonar, que estaremos ahí siempre. Es un aprendizaje que empieza con el gateo, cuando el bebé decide empezar a explorar e ir separándose de la seguridad materna o paterna. Y continúa asegurando esa independencia a medida que va logrando metas por si mismo, pero sigue necesitando el referente protector de sus progenitores cerca.
Lo más respetuoso para ellos, sería que se quedasen a cargo de alguien cuando estén preparados, no cuando nos obliga el permiso de maternidad. En cuanto a permisos, deberíamos tomar ejemplo de países como Suecia (480 días a compartir) o Noruega (392 días a compartir). En ambos países, los padres tienen la obligación de tomarse 70 días por obligación, lo que hace que puedan dar soporte a la mujer puérpera, a la vez que disfrutan y se implican con el bebé.
EL MENOSPRECIO A NUESTROS RECURSOS NATURALES
El cuerpo de la mujer se concibe como algo pecaminoso. Se les pide a las mujeres que cubran su torso porque la sociedad, enferma, ve su pecho como un símbolo erótico, no como lo que son: proveedores de alimento. Se han cosificado, se les ha dado un papel ridículo, para que olvidemos su verdadero valor. Se valora tenerlos tersos, bonitos, sin estrías, por encima de que desempeñen su función: dar alimento y consuelo a nuestros bebés.
Tenemos un recurso maravilloso a nuestro alcance, y lo estamos menospreciando. Le robamos la leche a las crías de otros animales, cuando la leche materna humana es la más indicada para nuestra especie. Seguramente, muchos se negarían a consumir productos lácteos de origen humano, lo verían aberrante. Para mí, lo extraño, es que (dejando a los veganos a un lado), veámos normal consumir carne, huevos, y fluídos de otros animales, y anormal ver a un niño de 5 años mamar.
Hace tiempo leí que una doctora había hecho yogur con sus propias bacterias vaginales, que son lactobacilos, como las de los yogures convencionales. La gente se echó las manos a la cabeza, la insultaron, y no aprobaron su experimento, alegando que la vagina contiene otras bacterias y podía llegar a ser perjudicial. Obviamente, de comercializarse ese producto, se realizarían tomando únicamente la parte de la flora bacteriana beneficiosa, pero la idea no cuajó. A mi, me pareció de lo más interesante, e informativo, investigar sobre los recursos naturales de nuestra propia especie.
Sabemos que los animales son maltratados y están en condiciones lamentables en las granjas exhaustivas, hacinados, a tope de antibióticos, sucios, infelices… Pero preferiremos un queso de dudosa calidad, fermentado con microorganismos de origen animal, al que podamos hacer con la leche de una mujer sana y de confianza. Yo lo veo muy contradictorio… No se como lo han hecho para hacernos ver la realidad tan distorsionada.
LA LECHE MATERNA ES UN RECURSO INFINITO QUE PUEDE ABASTECER A MUCHOS
Después de parir a mi hijo, ya fallecido, ya os conté en «Puerperio sin Aritz» que mis pechos se llenaron de leche. No sabéis cuanto me dolió desaprovechar ese recurso, pensar que lo estaba dejando perder… Dolía verla gotear de mi, e ignorarla, dejarla ir, como si fuese algo malo. Mi cuerpo la había preparado, tan valiosa, y nadie podría beneficiarse de ella. No tengo ningún hospital cerca con banco de leche, nadie me hubiese apoyado, tendría que haber comprado un sacaleches, conservarla y desplazarme lejos para donarla. Quizá no la hubiesen aceptado siquiera, o me hubiesen mirado como si estuviese loca por querer ayudar en mi situación. Pero os aseguro que me hubiese beneficiado mucho saber que la leche de mi hijo podía alimentar a otro bebé que la necesitara. Me hubiese liberado del peso de sentir que mi leche estaba allí para nada.
Hablando con mi pareja sobre esto, me ha dicho, que es curioso que nos paguen por donar óvulos o esperma, pero nadie compre leche materna, siendo algo tan valioso. El culpable, como siempre, es el poderoso caballero y patriarca mayor, don dinero. Con nuestras células reproductivas se puede hacer negocio, se pueden «vender» hijos a parejas con problemas de infertilidad. Genera beneficios, por tanto, pagan por ello.
Puedes donar tu leche, es un acto de generosidad, precioso, poder compartir algo tan valioso e insustituible. Pero es un bien tan escaso, que una mamá que la necesite no podrá ir a comprarla o a pedirla sin más, se da en casos extremos. Si todas donásemos, todos los bebés podrían beneficiarse de la leche materna. Pero tener bancos de leche bien abastecidos, implicaría dejar de consumir leche artificial, así que, no es buen negocio.
Dar el pecho, es un acto antisistema, es autoabastecer a tu cría, e incluso a otras, es estar al margen del consumo.

Virgo lactans
Tenemos en nuestras manos el poder de autogestionar la alimentación de nuestros hijos, el tiempo que deseemos, somos peligrosas para la industria. Muchas mujeres creen que la producción de leche es limitada, o que va decreciendo con el tiempo, e incluso deja de ser nutritiva. Errores que nos hacen interiorizar. En algunas culturas, es normal ver a niños de avanzada edad mamar. Es un recurso valioso y gratuito que se puede mantener hasta que ambos (madre e hij@) lo deseen.
Podemos abastecer a muchos, pero nadie se lo plantea como algo deseable. Darnos ese poder, es incompatible con la estructura económica de la industria alimentaria, por eso, nos han convencido de que es mejor una alternativa láctea, que nuestra propia leche. Sería peligroso sabernos tan necesarias para la sociedad. No nos lo pueden permitir, arruinaríamos a muchos empresarios, y sacaríamos pecho, nunca mejor dicho. Nos sentiríamos como lo que somos, algo valioso para nuestra especie. Quizá demandásemos derechos, compensaciones por hacerlo, como una baja maternal digna. La mujer empoderada es un peligro para el sistema.

Preciosa fotografía de lactancia en tándem
Si te ha gustado lo que has leído, no dudes en compartir, comentar, darle a me gusta y seguir mi blog! Gracias por leerme 🙂
Abrazos mamíferos ❤